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El “resurgimiento” de la Celeste en América

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Selección uruguaya de fútbol de 1959. Foto: Archivo El País.

HACIENDO HISTORIA

Un seleccionado armado entre mil problemas y sin crédito en la prensa regresó con el título, luego de golear a Brasil y Argentina.

Los 60 años exactos se cumplirán en diciembre, pero en estos días febriles y futboleros de Copa América, vale la pena recordar el título alcanzado por Uruguay en el Sudamericano Extra de Guayaquil 1959, tras una brillante campaña saludada en su día como el “resurgimiento” de la Celeste.

Conviene situarnos en la época, la peor que hubiera vivido el fútbol uruguayo hasta entonces. Después del cuarto puesto de Suiza en 1954, el seleccionado ingresó en un cono de sombras del cual apenas emergió con la conquista del Sudamericano de Montevideo 1956. Pero antes y después, el torneo continental estuvo repleto de sinsabores: no solo derrotas, sino la batalla campal con los brasileños en Buenos Aires (marzo de 1959).

Pero lo peor fue la eliminación del Mundial de Suecia frente a Paraguay y Colombia, que se terminó de concretar con un 0-5 en Asunción, actuación que mereció títulos catastrofistas por parte de la prensa uruguaya. Fue tanta la humillación que los dirigentes de la AUF no quisieron saber nada cuando poco después la FIFA ofreció a algunos equipos eliminados disputar un repechaje con Israel para acceder a la Copa del Mundo.

En ese panorama, llegó la noticia de que Ecuador celebraría la inauguración del Estadio Modelo de Guayaquil con un Sudamericano extra a fines del 59. Fue la única vez que el torneo tuvo dos ediciones el mismo año. Para la Celeste, una oportunidad de revancha.

Sin embargo, los episodios de Buenos Aires habían dejado heridas profundas. El preparador físico de la Selección, el capitán Humberto Mendívil, redactó en esa ocasión un informe sobre el plantel que contenía duros términos hacia algunos jugadores, tanto por su rendimiento como por sus actitudes fuera de la cancha.

Cuando se anunció que Mendívil sería nuevamente el preparador físico para Guayaquil, Peñarol se negó a ceder sus futbolistas, bajo el argumento de que su informe“rozaba la moral” de los jugadores.

El seleccionado, bajo la conduccción deJuan Carlos Nino Corazo inició su preparación en octubre, sin jugadores aurinegros. El trabajo no fue el ideal incluso porque se encontró con un Campeonato Uruguayo peleado por los clubes grandes hasta la última fecha y más: el empate final en las posiciones obligaba a disputar una final. Finalmente, en una hábil jugada de su delegado Washington Cataldi, Peñarol consiguió postergar ese partido hasta marzo de 1960. Pero el club tampoco cedió entonces a sus futbolistas al seleccionado. Mendívil renunció antes del viaje a Ecuador.

En conclusión, existía tan poca expectativa que la delegación celeste partió hacia Guayaquil a comienzos de diciembre sin que la acompañara un solo periodista. Los aficionados tuvieron que seguir el certamen a través de radios argentinas, casi sobre la medianoche de cada día de partido, por la diferencia horaria con Ecuador.

El plantel estuvo integrado por los siguientes jugadores: Roberto Sosa (Nacional), Horacio Troche (Nacional), Alcides Silveira (Sud América), Mario Méndez (Sud América), Ruben González (Nacional), Juan Carlos Mesías (Nacional), Domingo Pérez (Rampla Juniors), Mario Bergara (Racing), José Sasía (Defensor), Vladas Douksas (Rampla Juniors), Guillermo Escalada (Nacional), Luis Dogliotti (Liverpool), Julio Dalmao (Cerro), Jorge Gómez (Liverpool), Walter Davoine (Rampla Juniors), Washington Manghini (Danubio), Willy Píriz (Defensor), Javier Espalter (Sud América), Víctor Guaglianone (Wanderers), Eladio Benítez (Racing) y Carlos Chávez (Liverpool). Una curiosidad es que fueron elegidos por el “seleccionador”, un cargo distinto al de director técnico, que esa vez cumplió el periodista de El Día y allegado a Defensor Ricardo Lombardo. El equipo formó con Sosa, Troche, Silveira, Méndez, Ruben González, Mesías, Domingo Pérez, Bergara, Sasía, Douksas y Escalada.

Contra todos los temores, Uruguay fue campeón en sensacional campaña: venció a Ecuador por 4-0 (goles de Silveira, Escalada, Bergara y Pérez), a Brasil 3-0 (Escalada, Bergara, Sasía), a Argentina por 5-0 (Silveira dos veces, Bergara, Sasía, Douksas) y empató con Paraguay cuando el título estaba ya en la mano. Recién en ese último partido, los rivales pudieron vencer el arco de Sosa. Sobre la hora igualó Sasía y mantuvo el invicto del equipo.

Si bien Brasil fue representado por un seleccionado del estado de Pernambuco, Argentina llevó numerosas estrellas, como José Pizzuti, Ruben Sosa, José Sanfillippo y Antonio Rattin.

Un hecho destacado fue que los uruguayos supieron ganarse las simpatías del público ecuatoriano pese a haber goleado a su equipo en el debut. Luego de la victoria sobre Argentina, los celestes tuvieron que dar la vuelta olímpica a pedido del público, pese a que matemáticamente todavía no eran campeones.

El regreso de la delegación estaba previsto para las 22 horas de la Nochebuena. Pero hubo atrasos en el vuelo y el avión recién arribó a Carrasco a las tres y media de la mañana de Navidad. Para sorpresa de los jugadores, todavía había cientos de hinchas esperándolos.

El título fue saludado como el gran resurgir del fútbol uruguayo. No fue definitivo, porque en las seis décadas posteriores hubo nuevos fracasos duros, lacerantes. Pero la Celeste siempre regresó. Como en aquel diciembre del 59 en Guayaquil.

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