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Regueiro es otro hombre

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Mario Regueiro
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El delantero, que aún sigue en tratamiento por la depresión, quiere irse por la puerta grande de Cerro. Piensa en el retiro, pero si bajan sigue jugando para subir.

Mario Regueiro se crió en Cerro. Creció en el club y no lo olvida. Le está agradecido a la institución albiceleste, como a Nacional y a las selecciones juveniles uruguayas que le permitieron realizar una exitosa carrera en el fútbol. No en vano jugó nueve años en España, dos en Grecia y cuatro en Argentina, donde aún estaría de no ser porque la vida le dio un cachetazo tan fuerte del que casi no puede levantarse.

La muerte de tres de sus sobrinos y el suicidio de su hermana le hicieron caer en una depresión de la que le costó un año salir. Aún sigue medicado y en manos de psicólogo, pero tanto sufrimiento le hizo tomarse la vida de otra forma. Antes si perdía un partido se encerraba en el cuarto y ni hablaba de la bronca, ahora si bien se amarga es capaz de salir al shopping tras una derrota si su esposa Vanesa, pilar fundamental en su recuperación, se lo pide.

Hoy está abocado a recuperase totalmente de una lesión en el posterior , que sufrió frente a Danubio para llegar bien al clásico frente a Rampla Jrs, el que anuncia puede ser el último. Es que Regueiro tiene 36 años, pero lo operaron de una hernia de disco y suele tener dolores de espalda. "Cada vez me molesta un poco más por las canchas duras y los movimientos, pero intento superarlo. Dije que si el equipo conseguía el objetivo de mantenerse en Primera, este iba a ser mi último torneo, pero mucha gente me dice que tengo que seguir porque no estoy lejos del nivel de la gente joven y me quieren convencer. Voy a ver. Seguramente, me iré de vacaciones y lo pensaré. Pero si no conseguimos el objetivo me quedo, porque me quiero ir del club por la puerta grande. Si nos toca descender, una palabra que la gente tiene miedo de decir, seguiré en el club para ayudarlo a ascender nuevamente. Es tanto el amor que le tengo al club que no aceptaría irme si el equipo baja. No me quiero retirar con el equipo descendido", reconoció el delantero, quien aseguró que darán lucha hasta el final.

"Hasta las últimas fechas va a estar peleado y vamos a intentar dejar al equipo en Primera. Nada nos ha sorprendido, sabíamos que el torneo iba a ser durísimo, no hay que entregarse ni bajar los brazos. Quiero estar en el clásico, por suerte tengo una semana más. Tengo muchas ganas de darle una alegría a la gente y a la directiva, que se ha portado muy bien con el plantel. Cerro debe ser uno de los equipos de bajo presupuesto que está al día. Y nos dan todas las herramientas para trabajar", contó.

Regueiro jugó mucho clásicos frente a los "picapiedras" en formativas, pero pocos en Primera División. Unos seis o siete, luego se fue a Nacional a jugar otros clásicos. "Me crié en Cerro empapado de lo que es la historia y los clásicos del barrio. Esta vez venimos los dos con una gran necesidad de ganar. En el último, que se jugó en la cancha de ellos, lo dimos vuelta al final y ganamos. Fue muy importante, para nosotros y para la gente. Ese partido fue diferente para mí. Era uno de los partidos más esperados por la familia y por mi hermana que se fue. Yo le quería dar esa victoria a ella. Y vi mucha gente del club festejando, como el Canario Ángel, que está pasando un momento muy complicado de salud, llorando y saltando; eso emociona. Y no tiene precio. Son partidos en que nadie se guarda nada".

Tiene muchas ideas sobre qué hacer cuando se retire, pero le cuesta decidirse porque aún piensa como jugador. "Lo vengo hablando hace tiempo con el psicólogo. Lo que tengo claro es que técnico no voy a ser. Tengo carácter como jugador, pero no me veo parado delante de 25 jugadores. No sé si podré llegarles. Me ha pasado. He tenido técnicos que no supieron entrarle al plantel. No me veo en ese papel. Lo que me gusta mucho es trabajar con niños y sé que voy a tener propuestas de Cerro para trabajar en el club. No sé si como técnico, quiero ser un apoyo para ellos. Ocuparme de sus problemas, una tarea más social. Me gusta eso. Además, el "Culaca" (González, gerente deportivo del club) no puede con todo lo que tiene que hacer en el club. Hay tantas cosas que me han ofrecido, que no sé. También tengo el campo, que hoy me manejan mi cuñado y el encargado, pero cuando me retire voy a estar más arriba de eso. Dios dirá, pero lo que sea no me puede quitar tiempo para mi familia. Ya me he perdido mucho", afirmó.

Regueiro tenía dos años más de contrato en Racing argentino, pero estuvo sólo seis meses por la depresión que sufrió. "Son cosas que pueden pasar. En toda familia hay golpes, que pueden ser más fuertes o más suaves, lo que pasa es que a mí me tocaron todos juntos. En dos años tuve cuatro golpes duros. Mis tres sobrinos y mi hermana". Los dos primeros sobrinos que perdió fueron asesinados en un ajuste de cuentas. "Eso me dolió, pero cuando uno se tuerce y no escucha los consejos, tiene dos caminos: termina en la cárcel o en lo que lamentablemente terminaron ellos. La familia se veía venir que algo podía pasar y sucedió lo peor. Lo de mi sobrina fue otra cosa. Fue un accidente de moto, algo durísimo para todos, obvio que más para mi hermana y mi cuñado. Tenía 24 años y era hija única. Amorosa, cariñosa. Ahí se fue armando mi depresión, me fui encerrando sin darme cuenta. Fui tragando, tragando y no hice el duelo. Estaba concentrado con Lanús cuando me enteré y jugué igual. Jugaba, me venía, estaba un par de días y me iba de vuelta. Quizás me escondía un poco de la situación. Y lo de mi hermana fue lo peor, después de eso no levanté más la cabeza. Superar la muerte de un hijo es muy difícil, más como eran ellas. Se tenían un gran amor. Mi hermana no se dejó ayudar", contó.

Llevaba recién seis meses en Racing, pero lo ayudaron mucho. "Los primeros meses fueron durísimos, pero no tanto para mí. Porque estaba medicado y no me daba cuenta de nada. Fue durísimo para mi señora. Ella lloraba cuando se acostaba a dormir. Yo pasaba todo el día acostado, no quería salir de la cama ni ver a mis hijos. No quería tomar las pastillas. Llegó un momento en que me hice unos cortes en los brazos y no sentía dolor. Los médicos de Racing se movieron y me buscaron el psicólogo y el psiquiatra ideales. Hasta ahora sigo en tratamiento", añadió.

"Es bueno darse cuenta a tiempo y dejarse ayudar. Hay que dejarse. Mi señora fue la primera que se dio cuenta que había algo raro en mí. Me sudaban las manos, iba a la cancha y tenía miedo. No quería ir a practicar ni salir de mi casa. Era un fantasma en la cancha. Pasaba la pelota al lado mío y estaba en otra. No era tarde, pero la depresión ya estaba avanzada. Hay que dejarse ayudar. Así como salí yo pueden hacerlo otras personas", explicó deseando que su historia le pueda servir a otros.

En Cerro creció.

Vivía en La Teja, pero se crió en el club albiceleste. "Crecí empapado con lo que es la historia de Cerro y los clásicos del barrio".

Tricolor en dos etapas.

Llegó a Nacional desde Cerro en 1997 y jugó hasta el 2000, cuando fue traspasado a Racing de Santander. Regresó en 2009.

La familia.

Casado con Vanesa, tienen dos hijos españoles: Ignacio (13) y Sol (8). Y dos perros: Nachete, que vino de España, y Daisy es argentina.

El museo.

Tiene un museo donde guarda muchas de las camisetas que usó y que cambió. Hay hasta un maniquí al que le va cambiando las casacas.

SUB 20 EN MALASIA.

Fue celeste en todas las categorías.

Regueiro integró la selección Sub 20 de Víctor Púa que fue vicecampeona en el Mundial en Malasia. “En aquellos tiempos todo era a pulmón, todo costaba más que ahora. Hoy los juveniles tienen más apoyo y están más preparados. Gracias a Dios teníamos a Spillman, que estaba encima nuestro, y a Víctor Púa, que no se perdía detalle. Conocían a nuestras familias, iban a nuestras casas a ver qué necesitábamos. A mí me sirvió mucho, capaz que más como persona que como jugador. Estoy muy agradecido de haber pasado por todas las juveniles, más viniendo de las formativas de un club como Cerro. Yo arranqué en una Sub 15 y de ahí no paré”, relató.

NO SE ARREPIENTE.

Se bajó por diferencias con Tábarez.

El delantero supo integrar la selección de Tabárez, pero dio un paso al costado por diferencias con el técnico. Fue en el 2007 antes de jugar con Brasil. “Siempre tomé decisiones un poco apuradas en mi carrera. Soy muy claro y directo y si no me gusta algo, lo digo. Le dije a Tabárez lo que no me parecía correcto. Una selección no es un club donde se puede esperar a un futbolista hasta el último minuto. En la selección hay 30 jugadores con nivel de dónde elegir. No me pareció bien que esperara a un jugador hasta una hora antes del partido, cuando tenía otros tres en la misma posición. No me sentí valorado. No me gustó, lo hable con él y me fui. Nunca me arrepiento de las decisiones que tomo. Aunque después, veía los partidos y me dolía no estar”.

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HistoriasSILVIA PÉREZ

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