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Recuperó su ADN: Peñarol hizo click

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Con todo. Así jugó Peñarol en Buenos Aires frente a Huracán; recuperando la garra que exige su historia e intentando generar juego cuando le fue posible.
MARCOS BRINDICCI

Los dirigidos por Da Silva jugaron en el Ducó como exige su rica historia y ahora el técnico espera que sigan así.

El viaje de regreso a Montevideo, tras quedar eliminados de la Copa Libertadores, fue casi una tortura para los aurinegros. La última vez que Peñarol pasó la fase de grupos fue en el 2011, cuando llegó a la final de la mano de Diego Aguirre. Y de las últimas 16 veces en que disputó la Libertadores, fue eliminado en la serie en siete de ellas.

Para peor, esta vez había una gran ilusión por la Copa en tiendas carboneras porque la iban a jugar por primera vez en el Campeón del Siglo. Pero jugarán un solo partido en su nuevo estadio, el del próximo martes frente a Sporting Cristal, aunque solo por cumplir con el calendario.

"Ahhh, ustedes empataron ayer con Huracán, ¿no? ¿Y cómo quedaron ahora en la Copa?", preguntó el funcionario del control de aduanas de Ezeiza al tener enfrente a uno de los futbolistas aurinegros. "Quedamos afuera", fue la lacónica respuesta. El hombre no lo hizo con mala intención, no tenía idea de que Peñarol había quedado eliminado, pero removió la herida.

La imagen de Nahitan Nández enternecía. Ya desde que salió del ascensor del hotel Holiday Inn, junto a Nicolás Albarracín, y enfiló directo al ómnibus; su rostro reflejaba la noche que había pasado.

Luego, en el aeropuerto, se sentó a esperar junto a Marcel Novick, pero casi no intercambió palabras con su compañero. Después, en el avión de Air France que trajo de regreso a Peñarol a Montevideo, el volante quedó sentado en los lugares del medio. En una de las puntas, luego había dos asientos libres y en el otro extremo había una francesa. La mujer se dio cuenta del estado de ánimo de su compañero de viaje, aunque seguramente no tenía idea de lo que el joven había vivido horas antes.

Nández se envolvió en una manta e intentó recuperar algo de sueño, el que según contó le había sido esquivo la noche anterior. Antes de abordar la nave se había disculpado con Ovación. "No, hoy no puedo hablar. Quizás mañana".

El juvenil se sentía responsable y aparentemente de nada habían servido las palabras del técnico Jorge Da Silva, que ya en el estadio Tomás Ducó le había tratado de hacer entender que si Peñarol había quedado afuera de la Libertadores no había sido por su culpa, sino por los partidos que no ganaron antes. Sobre todo el que jugaron frente a Huracán en Montevideo (0-1).

"Es un muchacho muy joven, que está muy dolido. Se siente responsable. Hay que recuperarlo, darle confianza e insistirle con que no quedamos afuera únicamente por su expulsión. Son cosas que pasan, como le pasó a Murillo en el partido con Danubio. Hay que recuperarlo rápido", explicó Da Silva.

Seguramente a Nández le vendrá bien leer lo que tuiteó el consejero Betingo Sanguinetti. "Queremos cada vez más jugadores de formativas en Primera, ¡así que toleremos errores de juventud y falta de experiencia lógicos a los 20 años!".

LA SOGA AL CUELLO.

"Fue impresionante la vergüenza deportiva que tuvieron en Buenos Aires. Dejaron todo en la cancha, corriendo hasta no poder más; lástima que no pudieron llevarse una recompensa al esfuerzo que hicieron", dijo Da Silva conmovido por la actitud de sus jugadores. Una actitud que les había faltado en otros partidos y que el propio entrenador lo había reconocido en varias oportunidades.

Como le ha sucedido muchas veces a los equipos uruguayos, incluso a la selección, Peñarol necesitó tener la soga al cuello para jugar bien y recuperar su garra. ¿Por qué pasa? Es difícil explicarlo.

"Es parte de la idiosincracia de los uruguayos", dijo el gerente de fútbol, Juan Ahuntchain.

"Era una final, era el partido decisivo para nosotros, por eso jugamos así. Somos autocríticos y sabíamos que tuvimos muy malos rendimientos y eso nos tiraba un poco abajo. En Buenos Aires salimos a jugar una final", dijo Maximiliano Olivera.

"No nos quedaba otra que dejar todo. Era la última carta que teníamos para seguir adelante en la Copa. Demostramos que queríamos pasar y ganar", afirmó por su parte Gastón Guruceaga, el gran héroe del partido del martes.

"Lo que se vivió en la cancha de Huracán fue importantísimo para mí. Entramos en la recta final del Clausura y tenemos que lograr otra cosa, diferente a lo que se hizo hasta ahora. El partido ante Huracán sirve para hacer un click, por la rebeldía que se demostró en la cancha y porque cuando pudo jugar, lo hizo y generó. A pesar del dolor que nos quedó por la eliminación, para mí el partido frente a Huracán fue muy positivo", concluyó Da Silva.

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Con todo. Así jugó Peñarol en Buenos Aires frente a Huracán; recuperando la garra que exige su historia e intentando generar juego cuando le fue posible.

PEÑAROLSILVIA PÉREZ

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