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Raúl "Tito" Ferro: de la cancha directo a ayudar en el Mides

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Raúl Ferro en familia

ENTREVISTA

Quedó libre de Fénix y tomó la decisión de dejar el fútbol para desarrollar su otra vocación que descubrió hace años: trabajar con niños para recuperar valores.

Lleva casi un mes como exfutbolista y asegura que está feliz. Raúl “Tito” Ferro disfruta muchos de su familia, sus tres hijos y su esposa Raquel. Cuando quedó libre de Fénix lo llamaron de varios equipos de Primera División y de la B, pero en su corazón ya se había instalado la idea del retiro. El pasado fue un año de mucho desgaste y eso influyó. Lo mismo que su relación con el técnico Juan Ramón Carrasco que se fue deteriorando cada vez más. Pero además, un trabajo que comenzará a realizar en marzo para el nuevo Mides, lo tiene muy entusiasmado.

“A principios de mes tomé la decisión con mi señora de dejar. Desde ese momento no volví a ponerme los tapones largos. Je. En realidad, el retiro era algo que veníamos hablando hacía dos años. Algo que tenía en el corazón, pero por diferentes motivos iba firmando contrato de vuelta. Hasta que escuché que Fénix no me iba a tener en cuenta y tomé la decisión. No me puedo quejar porque me llamaron varios equipos. Trabajo iba a tener y estoy agradecido a los que me llamaron. Me quedé contento porque debo haber hecho cosas buenas para que me llamaran tanto”, contó “Tito”, recién llegado del gimnasio con su hija Luana. Cuando jugaba iba un par de veces por semana, ahora va todos los días.

El 2019 fue muy desgastante para Ferro y la decisión estaba tomada. “Fue muy duro, cansador, estresante. Y que Juan (Carrasco) haya sido el técnico me ayudó a que la decisión fuera más fácil. No jugaba, estaba en el banco. Y cuando me ponía le rendía, Dios me iluminaba y hacía goles, pero él me volvía a sacar. Cosas extrafutbolísticas que pasan y son difíciles. La forma de ser de Juan, los choques y la forma en que habla. A los grandes nos dolía, pero había que callarse. Sinceramente, siempre pensé en los compañeros y en el club, nunca en lo personal. Si hubiera sido otro líder, u otra clase de jugador, hubiera tirado para atrás, esas cosas que suelen pasar en el fútbol. Pero siempre pensé en el bien común. Quería llegar a fin de año y clasificar a una copa para irme. Y se dio”, contó sobre JR, quien nunca se acercó a decirle que no iba a contar más con él. Algo que “Tito” esperaba después de trabajar años juntos.

Lo extraño es que Carrasco fue importante en su carrera. Con él como técnico en Nacional fue campeón uruguayo y le salió el pase a México. “Dios nos pone en un lugar y pone también a las personas. Lo tuve en Nacional y fue una ayuda. En Fénix fue difícil. Es cierto que la relación se fue desgastando, pero yo esperaba que viniera de frente. Pero al final todo eso ayudó a que dejar no me resultara difícil. Ya lo tenía en el corazón, y además, este año se me hizo pesado ir a entrenar: por Juan, por Fénix y por los años de fútbol. Se juntó todo. La verdad no extraño para nada”, afirmó quien sin embargo es un gran agradecido al fútbol.

“El fútbol me dio mucho más de lo que esperaba. Más de lo que le pedí. Mi vida fue un milagro. Soy una agradecido. Viví del fútbol hasta ahora y me dio cosas muy lindas, pero fue una etapa que terminé y yo no vivo de recuerdos. Puse punto final, nunca me aferré a los campeonatos que gané ni a donde jugué. Siempre fui uno más en el vestuario. Vivo el presente y espero el futuro, en el que voy a trabajar en algo hermoso a partir de marzo”.

De todas maneras seguirá despuntando el vicio jugando en el interior. “Ya me han llamado algunos, pero todavía no he pensado en qué equipo. Acá afuera es diferente, se entrena dos veces por semana y se juega los domingos. Yo me retiré del fútbol profesional, si juego por acá lo voy a hacer para disfrutar”.

Ayudar.

Raúl Ferro
Raúl Ferro. Foto: Leonardo Mainé

Hace unos cinco años Ferro comenzó a colaborar honorariamente en las escuelita a la que concurría su hija Luana cuando vivían en Jaureguiberry. Daba un taller de fútbol. “Veía que muchos niños eran complicados, se portaban mal. Había falta de respeto y de disciplina. Empecé y me gustaba mucho conversar con ellos y enseñarles valores por medio del fútbol. La maestra comenzó a notar cambios en ellos y en la casa de los niños también”, relató.

A raíz de esa experiencia, Ferro quiso organizarse y ampliar esa tarea. Realizó el curso de gerencia deportiva y varios otros que le ayudaron a abrir la cabeza. A partir de varios contactos se enteró que había gente que ya estaba haciendo cosas parecidas y así llegó a Armando Castaingdebat. “Hace años que estamos conversando y yo le expliqué que quería dedicarme a eso cuando dejara el fútbol. Y él me dijo que le encantaría plasmarlo si ellos llegaban a ser gobierno”, explicó sobre Castaingdebat, quien será el nuevo subsecretario del Ministerio de Desarrollo Social.

“Son cosas que se van a encarar con el Mides en el interior. La idea es trabajar con los clubes de baby fútbol, con escuelitas de fútbol. Ir a barrios carenciados para ayudar a la gente. La idea es aprovechar el deporte para realizar trabajo social con niños y adolescentes. Queremos introducir los principios y los valores que se han perdido. No lo sé de ahora. Yo hace años que recorro las canchas y veo cómo son los niños. Y sé que se ha perdido el respeto por la autoridad, por los maestros, por los padres, por los mayores. Sé que se han hecho cosas en los barrios carenciados, se ha ayudado, pero no como debió hacerse. Hay que enseñar principios, enseñar a respetar, enseñar el compañerismo y todo eso se puede lograr con el deporte. Es la forma de llegar para luego implementar todo el trabajo social que se pretende hacer”, afirmó quien descubrió hace ya años esa vocación de servicio.

“El respaldo que me dio Armando (Castaingdebat) me encantó. Me dijo que yo armara el proyecto como me pareciera y que me iban a dar la posibilidad de trabajar. Y eso también influyó en parte en la decisión de dejar al fútbol, porque este es un trabajo para estar 100%. No me gusta estar a medias, me quiero meter de lleno en esta tarea. Va a ser complicado, hay que recorrer muchos lugares, hablar con la gente y para todo eso se necesita tiempo. Yo ya he andado mucho y hay pueblos y barrios que están como olvidados. Queremos llegar a esos rincones, a esos niños. Con el deporte se puede hacer cosas hermosas. Me dieron esta posibilidad y estoy muy agradecido también a Dios por permitirme hacer cosas lindas y ayudar a la gente”.

El milagro.

“Quiero enseñar con cosas que yo viví. Mi vida fue un milagro. Jugar al fútbol lo fue. Y quiero transmitírselo a la gente. Si vos tenés un sueño tenés que luchar por él en todas las áreas de la vida, más allá de la edad que tengas. Yo cuando era monteador en Sauce no imaginaba lo que viví después. Lo único que le pedía a Dios era llegar a un equipo de Primera División para ver cómo que era. Y me dio mucho más. Fui campeón uruguayo con Danubio y con Nacional. Y fui a México porque no tenía pasaporte comunitario porque pude haber ido a Europa. A Danubio le vinieron ofertas para Francia y para Rusia”, aseguró.

“Cuando era chico miraba fútbol argentino y me decía qué lindo sería jugar en la cancha de River o en la Bombonera, o en la de Independiente y todo lo pude cumplir cuando estuve en Atlético Rafaela. Soy un agradecido porque viví mucho más de lo que esperé. Y lo sigo haciendo porque este nuevo trabajo que vamos a arrancar en marzo me tiene muy contento y muy entusiasmado. Va ser un lindo compromiso”, finalizó el exvolante quien es feliz haciendo el bien.

Daniela

La historia de la hija mayor

Cuando Ferro y su esposa Raquel eran novios eran padrinos de Daniela, la hija de unos vecinos. La niña pasaba los fines de semana con ellos. Siempre la adoraron como una hija. “Cuando por el fútbol nos vinimos a Montevideo ella venía a pasar unos meses con nosotros y la veíamos cada vez peor, cada vez más flaquita. Le preguntamos si se quería venir a vivir con nosotros y dijo que sí. Tenia nueve años cuando la adoptamos. Hoy tiene 20 y trabaja con mi señora en la peluquería. Son muy compañeras”. Luego tuvieron a Luana y a Donato.

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