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Las raíces del fútbol uruguayo están en Punta Carretas

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La cancha de Defensor en la década de 1930, cuando tenía solo algunos bancos en la tribuna oficial y el barrio estaba formado por casas bajas.

HACIENDO HISTORIA

Fue el primer sitio donde los criollos vieron jugar un deporte que los atrapó: pronto los equipos que se iban formando establecieron allí sus canchas.

El primer sitio donde se jugó al fútbol en el Uruguay fue la sede inicial del Montevideo Cricket en La Blanqueada, donde hoy se levanta el Hospital Militar, pero el centro desde donde se irradió el deporte fue Punta Carretas. La zona ha cambiado drásticamente, aunque quedan algunas canchas como testimonio de aquel inicio.

Durante los últimos años del siglo XIX, Punta Carretas era un enorme descampado, apenas salpicado por algunas quintas, que terminaba con una serie de barrancas sobre la costa. Pero como en sus confines existían dos playas (Pocitos y Ramírez), las compañías del tranvía promovieron el desarrollo de balnearios con la finalidad de vender más boletos.

El viaje del tranvía, todavía tirado por caballos, se iniciaba en la Estación del Este, donde encuentra ahora la sede de OSE, bajaba por el Camino Constituyente, doblaba por el Camino Punta Carretas ( actual José Ellauri) y llegaba hasta la terminal, a la vuelta de la Parva Domus.

El campo abierto, servido por un buen sistema de transporte, estimuló para que los colegios ingleses llevaran hasta allí sus actividades deportivas. A diferencia con lo que ocurría en el recinto cerrado del Montevideo Cricket, en Punta Carretas se jugaba a la vista de todos. Y lo que los jóvenes criollos observaron fue un juego que al principio les pareció ridículo pero luego los atrapó: correr detrás de una pelota para darle puntapiés.

“La locura de los ingleses de Punta Carretas -relataron los hermanos Juan Antonio y Mateo Magariños Pittaluga en su libro Del fútbol heroico, publicado en 1942- se desaparramó en forma asombrosa, penetrando como un torrente incontenible en el alma de nuestros muchachos, inundándola, avasallándola, quebrando costumbres y rompiendo los juegos que hasta ese momento eran de su preferencia. Dejaron de verse reunidos en las veredas a grupos de botijas jugando al rescate, el uñate y a la payanita, y tampoco viose con la frecuencia de antes el juego de la esquinita y el gallo ciego. La diversión máxima, la distracción favorita, era jugar al fútbol, imitar a los ingleses zancudos”.

Punta Carretas albergó las canchas de muchos de los primeros equipos. Después de su fundación en 1891, Albion abrió su terreno de juego en Ellauri y Solano García, donde hoy está la Iglesia del Sagrado Corazón. Cuando Albion lo dejó para mudarse al Paso Molino, allí Nacional realizó el primer partido de su historia, un amistoso ante Uruguay Athletic -otro equipo del barrio- el 26 de junio de 1899, que los albos ganaron por 2 a 0.

A comienzos del 900 comenzó a construirse la cárcel, en el emplazamiento del actual Punta Carretas Shopping, pero en su entorno los baldíos iban desde Ellauri hasta la costa, pues la rambla recién se habilitó en ese tramo en 1915. Claro que a veces era necesario pagar un “alquiler” a algún vagabundo que merodeaba por ahí.

En colores, la rambla de Punta Carretas en el presente. Los edificios de apartamentos trepan hacia las alturas, pero junto a la costa se mantienen las canchas de fútbol.
En colores, la rambla de Punta Carretas en el presente. Los edificios de apartamentos trepan hacia las alturas, pero junto a la costa se mantienen las canchas de fútbol.

La lista de equipos fugaces que pasó por Punta Carretas es larga: Eastern, London, Unión, Rincón, Napoleón, Alianza, Intrépido, Ciclón y un tal Rodjestvensky, así llamado por un almirante ruso famoso en la época.

También River Plate F. C., nacido en la Aduana, así como Central, surgido frente al Cementerio Central. Para disputar el primer partido de su trayectoria, los palermitanos fueron en bote desde la playa Santa Ana -desaparecida después bajo la Rambla Sur- hasta Ramírez, le ganaron a sus rivales del Solís y regresaron a Palermo remando. Dublín, animador de los torneos al iniciarse el siglo XX, tenía su cancha en la actual Solano García, con un arco contra el muro de la cárcel.

De todos esos colores, los que permanecen en el fútbol y en el barrio son los de Defensor. En 1913 tenía cancha en Samayuá y Legionarios (hoy Julio Herrera y Reissig y García de Zúñiga). Luego se mudó a uno de los costados de la cárcel, en Joaquín Núñez entre Ellauri y Báez. Por poco tiempo se fue hasta las cercanías del Parque Chivero (hoy Parque Batlle), en Capitán Videla y Alarcón. Y en 1926 se instaló por fin en la calle Julio Herrera y Reissig y la avenida Sarmiento, en el predio de un antigua cantera. Lo estrenó el 21 de setiembre de 1926, venciendo a Cerro por 4 a 1.

A su lado, Peñarol comenzó en 1929 la construcción de un estadio diseñado por el arquitecto Julio Vilamajó, pero las demoras en las excavaciones sobre un terreno rocoso y las simultáneas obras del Estadio Centenario determinaron la cancelación del proyecto.

Durante años, la cancha del Parque Rodó, como era conocida, tuvo apenas una serie de bancos para el público en el sector oficial, rodeado por taludes de césped. Pasó a llamarse Parque Luis Franzini en 1963, tras la muerte del legendario presidente de Defensor. Un proceso de ampliación iniciado en 1975 determinó que pasara a llamarse Estadio Luis Franzini. Nuevas ampliaciones, más un sistema de iluminación inaugurado en 1976 (y mejorado en el siglo XXI) lo convirtieron en escenario internacional.

El barrio, habituado a las tardes plácidas y los juegos de los niños en la vereda entre casas bajas, se transformó en un pujante centro comercial alrededor del Shopping. La hilera de altos edificios que venía de Pocitos se extendió por su rambla. Sin embargo, todavía quedan sobre la costa tres canchas (alguna adaptada para el rugby) vestigios de cuando Punta Carretas fue cuna futbolera.

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