OJO CRÍTICO

Cuando un futbolista, herido por la forma en la que se terminó yendo de un club (Guzmán Pereira), dice que los jugadores son más hinchas que los dirigentes, no puedo evitar cuestionarlo. O, en todo caso, tratar de encontrar la escala con la que se puede medir el amor por un club de fútbol. Si es que realmente existe.

¿Quién quiere más al club? ¿Será el jugador que dice que es hincha, pero después que endulzó los oídos del aficionado le pone un precio de nivel europeo a su contrato?

¿Será el dirigente que promete lograr acuerdos maravillosos en beneficio de la institución pero después no los aporta porque no ganó el sillón presidencial?

Quizás lo sea el jugador que no tiene problemas en infiltrarse, aún a riesgo de complicar su carrera deportiva, porque sabe que su presencia en un determinado partido es imprescindible.

Quizás lo sea el directivo que termina empeñando parte de su patrimonio o colaborando con el aporte de premios especiales que salen de su bolsillo para que el equipo gane clásicos o finales.

En definitiva, no puedo aceptar que solamente de un lado están los que dan todo por la camiseta y la vida institucional. La pasión por un club es cuestión de cada uno.