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Se quebró el silencio

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Forlán
Archivo El Pais

La selección llegó al Hotel Protea de Kimberley, en Sudáfrica, el 4 de junio de 2010; pero muy de noche, no por la tarde, como se había proyectado.

Así, pues, la primera práctica en el país donde se jugaría el Mundial no fue ni siquiera un entrenamiento liviano: en la mañana del 5, el trabajo que dispusieron Tabárez y el Prof. Herrera tuvo apenas el carácter de un movimiento recreativo de esos que, en tales circunstancias, los protagonistas del fútbol suelen decir que se hacen para "sacarnos el viaje de encima". Calentamiento y un "monito" entre risas, algún aplauso socarrón y hasta alguna "cargada".

De pronto la pelota quedó entre Forlán y Gargano, la disputaron sin trancar, liviano, pero "Cachavacha" quedó tendido en el piso, inmóvil, tomándose un tobillo, con técnicos, jugadores y colaboradores rodeándolo.

A partir del día siguiente, faltarían tan sólo cinco días para el debut ante Francia, de modo que en aquel momento se pudo escuchar el "bochinche" de la brisa, comparado con el silencio del estadio GWK Park de Kimberley que, sin público, estaba poseído de una inmensa calma.

La acción, por aquello de que "la vida continúa", siguió igual: Forlán salió rengueando de la cancha y el grupo terminó con su trabajo, ya sin risas ni aplausos, ni tan siquiera palabras, y con dos "lesionados", porque era como si Gargano hubiera sufrido la fractura del alma.

En la mañana del 6, el susto había pasado: Forlán estaba bien y el 11 jugó contra Francia; pero aquel silencio enorme del día antes hizo recordar el otro de las dos semanas previas a la llegada de la selección a Corea para jugar el Mundial 2002, cuando Uruguay concentró en Gotenba, media hora al sur de Tokyo yendo en tren bala.

Púa debía eliminar a cuatro jugadores y quienes se temían "candidatos" aprovechaban el diálogo diario con el periodista para tratar de saber algún "dato". Forlán, que no era titular y alternaba en Manchester United, no dejaba de ser una interrogante. Sin embargo, ajeno a todo, su rutina era: entrenamiento, almuerzo, cena, y horas en la sala de computadoras. Ni mejor ni peor. Sólo distinto. Incluso por sus silencios. Los que provocó y los que mantuvo, como este que quebró en Japón en la medianoche pasada.

VAIVÉN.

Discrepancia y ausencia.

Tras la Copa América 2004 y algunos partidos de Eliminatorias, Forlán discrepó con Fossati, que a partir de ahí dejó de citarlo.

La movida y el regreso.

El 9.03.05, por iniciativa de Figueredo y gestión de Giménez, Fossati llamó a Forlán a Villarreal, hablaron y volvió a convocarlo.

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