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Prohibido perder: los 7 riesgos que se corren en el clásico

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Gonzalo Castro y Facundo Pellistri disputan la pelota en un duelo clásico. Foto: Marcelo Bonjour.
Marcelo Bonjour

TORNEO APERTURA

La continuidad de los entrenadores, la confianza en un estilo de juego, la permanencia de los referentes, el protagonismo de los juveniles y hasta el futuro de la dirigencia.

A veces no aparece como una reacción sesudamente analizada, pero sí como una respuesta supuestamente realista, que es provocada por la rapidez con que la que se vive el fútbol en la sangre del hincha y en la gran sala de reuniones de directivos muy futboleros.

A veces cuesta encontrar la mejor disposición para tomar en consideración los mismos aspectos que aparecieron como ineludibles para buscar una revolución o un cambio de juego. Aquello que estaba en la matriz de la idea, que no era otra cosa que encontrar los caminos más cercanos al éxito, se borran. Desaparecen sin otro truco mágico que aquel que se repite desde siempre, porque nadie digiere los resultados negativos.

A veces, en Uruguay se da muy seguido, un vínculo entre un club y sus profesionales se resquebraja porque la credibilidad se pierde demasiado veloz. Y mucho más cuando el episodio que provoca el revolcón es la contienda clásica.

Gustavo Munúa y Diego Forlán, los técnicos de los grandes
Gustavo Munúa y Diego Forlán, los técnicos de los grandes

Dicho esto, está claro que este clásico entre Nacional y Peñarol que se viene en el reinicio del Torneo Apertura, que casi cae como descolgado del cielo por culpa de la pandemia, estorba. Sí, estorba. El discurso oficial dirá todo lo contrario, por ese concepto básico de que hay que darle al hincha lo que siempre quiere oír: “son los partidos que todos quieren jugar”.

Pero, ¿este clásico es de verdad el que quieren jugar? ¿Hay más en juego de lo que se supone? Si hay derrota, ¿se podrá barrer debajo de alguna alfombra aunque se trate recién de un partido de la cuarta fecha?

Empecemos a desnudar el perfil de esta nueva contienda clásica para tratar de entender que en el Estadio Centenario habrá mucho más para perder que para ganar.

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La continuidad de los entrenadores

El camino más espinoso es el que tienen por delante Gustavo Munúa y Diego Forlán. A poca gente le importará darle valor al concepto básico de un proceso: tener tiempo. Edificar un equipo nunca es una tarea sencilla, mucho menos cuando se trata de imponer una idea nueva y cuando, entre otras cosas, hay cambios relevantes en un plantel. Pero el propio Forlán ya supo dejarlo en claro públicamente cuando expuso que lo único que precisaba era “tiempo”. El clásico llega en la cuarta fecha y la derrota se convertirá en un número negativo que golpeará las ilusiones que gestaron sus ingresos. A Munúa, por ejemplo, algunos ya lo vienen cuestionando desde que perdió la final con Liverpool, le reprochan no ganar partidos en lo local y que su defensa no transmita seguridad. A Forlán, en tanto, le quitan mérito por no tener una carrera más voluminosa como DT, se quejan de la falta de poder ofensivo, de los cambios que realiza o no realiza.

Aunque no se avale oficialmente, una derrota clásica tendrá mucho peso en su contra.

El Estadio Centenario a la espera del clásico entre Nacional y Peñarol. Foto: Francisco Flores.
El Estadio Centenario a la espera del clásico entre Nacional y Peñarol. Foto: Francisco Flores.
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Filosofía de juego

Al fútbol se lo puede vivir de diferentes maneras y está claro que no hay una única fórmula ganadora. Pero es bien cierto que aurinegros y tricolores vienen buscando una transformación que les permita arrimarse a un juego más moderno, más intenso. Que eleve el nivel de competencia de la Liga y, fundamentalmente, que los ponga a la altura de los mejores equipos del continente para tener mayores posibilidades de figurar en las Copas. Evidentemente el equipo que gane la contienda clásica con un fútbol más intenso y más agresivo en el ataque dará la razón a los dirigentes que optaron por dar una vuelta de timón. Si hay un perdedor, ¿se dará algún paso en sentido contrario al que se procuró con Munúa o Forlán? Para ser más claro, ¿del fútbol de propuesta se irá al de respuesta?

José Decurnex y Jorge Barrera, presidentes de Nacional y Peñarol
José Decurnex y Jorge Barrera, presidentes de Nacional y Peñarol.
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El futuro directriz

No se va a cerrar ningún campeonato y tampoco el resultado del clásico jugará de manera inmediata en el acto eleccionario que tendrá Peñarol en diciembre, pero algún peso va a tener. La política institucional siempre se ha visto muy influenciada por los vaivenes deportivos y en este mar de deseos que se ha ido formando en el Palacio Peñarol por la cantidad de personas que se sienten con ganas de sentarse en el sillón presidencial es casi un hecho que alguno va a querer sacar partido de la victoria, pegar duro por la derrota o emerger con fuerza como futuro abanderado. Y en Nacional, en tanto, si bien no hay aguas turbulentas es notorio que una imposición en el clásico fomentará el gran respeto a una línea de conducción que tuvo como pilar fundamental: darle al club una estabilidad económica sin afectar lo deportivo. Perderlo, en cambio, y fundamentalmente si a ello se le agrega un movimiento de piso para el DT, actuará como un boomerang y golpeará fuerte. Porque crecerán las voces de quienes remarcaron que le erraron feo al no permitir que se quedara Álvaro Gutiérrez.

Los jugadores de Nacional celebran el gol de Gonzalo Castro en el clásico. Foto: Gerardo Pérez.
Los jugadores de Nacional celebran el gol de Gonzalo Castro en el clásico. Foto: Gerardo Pérez.
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Los referentes

Los aficionados vibran con los jugadores símbolos, pero hasta que el tiempo no empieza a jugar un papel gigantesco en el deterioro de sus habilidades futbolísticas. Salvo honrosas excepciones, nadie se salva del inevitable avance biológico. La futura historia de Walter Gargano, Cristian Rodríguez, Gonzalo Castro y Gonzalo Bergessio, si lo juegan, va a estar muy ligada al desarrollo y al resultado final del clásico. Aunque hoy haya un romance más efusivo de un lado que del otro, queda claro que el fuego solamente se sostiene si le siguen agregando leños. Si le eliminan la combustión (buen rendimiento) no hay apellido que perdure en la cancha. Por ejemplo, a Bergessio que es un goleador implacable le siguen pidiendo goles en clásicos oficiales o al “Cebolla” le demandan que tenga un papel más relevante en la cancha que el que ha tenido en las últimas diferencias con los dirigentes.

Cristian Rodríguez festeja el gol de Peñarol en el clásico. Foto: Marcelo Bonjour
Cristian Rodríguez festejando un gol suyo en el clásico. Foto: Marcelo Bonjour
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La tabla de posiciones

Este no es un detalle menor, esencialmente porque Peñarol tiene cuatro unidades y Nacional nada más que dos. Están a cinco y siete puntos del líder Rentistas. Podría darse, por ejemplo, una imposición del “Bicho colorado” ante Liverpool y el perdedor del clásico quedaría a ocho o a 10 unidades de la cima. Y si hay empate a seis y ocho, respectivamente. La tabla, ante una eventual derrota, será un bisturí quirúrgico que abrirá de par en par el alma del hincha. Eso generará un alto impacto en las redes sociales y un castigo casi permanente para los directivos que por estos tiempos no puede dejar de guiarse por lo que se escribe en ellas.

Nacional campeón uruguayo 2019
Nacional, campeón uruguayo 2019, viene en buena racha clásica.
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La racha

Hay una racha en juego y mantenerla o cortarla es la vieja historia de siempre cuando las dos camisetas se enfrentan una vez más. Peñarol no triunfa en un clásico oficial desde el 11 de noviembre de 2018, cuando se impuso en la final del Campeonato Uruguayo por 2-1. Desde aquella fecha se disputaron seis clásicos oficiales y el tricolor ganó en tres y empataron otras tantas. En uno de esos empates hubo definición por penales y la ganó Nacional (Supercopa del 3 de febrero de 2019). Por más que quieran, despedir este concepto de las cabezas futboleras es imposible, porque el aficionado está programado para una sola cosa: aborrecer a los que no ganan clásicos.

Matías Zunino y Facundo Pellistri en el clásico Nacional vs. Peñarol del Clausura 2019
Facundo Pellistri en un encuentro clásico. Foto: Gerardo Pérez
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Valor de fichajes

En tiempos de complicaciones económicas, donde hay que ser creativos para lograr que aparezcan recursos frescos, cobra mayor dimensión la explosión deportiva que tengan los jugadores en los partidos de mayor trascendencia. Un fichaje sube o baja en su valor dependiendo de la marca que se consiga, por ejemplo, en los clásicos. De la misma manera que juega un papel de motor impulsor de la ampliación de un contrato el mérito personal que se logre en el desarrollo y el resultado de este cotejo. Aunque han habido excepciones, siempre es mejor meter un zapatazo en el ángulo que cometer el error que terminó decidiendo el partido. Las cuentas en este sentido se pasan: para bien o para mal. Así, como están las cosas, por más atributos que se concedan a aquellos juveniles que lograron el ascenso a Primera, si la historia acá no se escribe con letras grandes lo que termina sucediendo es que las críticas terminan cortando las alas.

Por lo expuesto, es difícil que un resultado negativo en el clásico deje indemne al perdedor. Es fácil presentir que hay como un aire amenazador de tormenta flotando encima de todos.

Por eso, en las concentraciones, se instala un imaginario cartel de prohibido perder.

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