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"El privilegio de estar ahí"

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Cunha
SERGIO PEREZ

fútbol

Andrés Cunha recién disfrutó tras el pitazo final del partido del Bernabéu y terminó así un año que le será difícil olvidar

Andrés Cunha se fue para Rocha con su familia. Hacía muchos años que no iba para ese lado y quería que sus dos hijos menores, Leandro de ocho años y Josefina de seis, lo conocieran. La mayor, Agustina, fruto de su matrimonio anterior, tiene 19 y vive en Argentina. Fue la que más sufrió con su padre arbitrando la final de la Copa Libertadores entre River Plate y Boca. “Fue complicado para ella en el colegio, aunque no le importa mucho el fútbol. Y como vivió acá hasta los 14 años, no es hincha de River ni de Boca. Los otros son más chicos y no tuvieron problemas en la escuela, además, ya estaban terminando la clases. La llevaron bien. Va a ser peor cuando crezcan”, dijo Cunha que acaba de vivir el mejor año de su carrera. Con semifinal en el Mundial de Rusia y la histórica final de la Libertadores en Europa.

“Estamos muy orgullosos de haber sido designados para la final de la Copa, con lo que pesaba y lo que significaba para América y el mundo. Cuando nos llegó la designación vivimos con los compañeros una gran alegría. Y luego vivirla, como se dio todo, fue impresionante. Estuvimos casi un mes esperando que se jugara y fue un gran desgaste. La expectativa era muy grande”, afirmó. Y explicó que los árbitros también viven el partido antes de dirigirlo, tal como los futbolistas.

“Aparte de la planificación y el trabajo que hacemos, también nos vamos imaginando el partido. Nos acostamos pensando en cómo va a ser el partido y las posibles situaciones. Fueron muchos días de tensión. Por eso, después del partido tuvimos unos días en que casi ni prendíamos el celular, porque necesitábamos desenchufarnos. Y descansar sobre todo mentalmente”, contó quien intentó dentro de lo posible disfrutar del entorno del Bernabéu.

“Este año me tocó estar en el Mundial de Rusia y el ambiente de la final de la Libertadores en Madrid fue muy parecido a lo de Rusia. Con zona de festejo para cada equipo y con la gente al lado de los jugadores y de nosotros. Y comportándose muy bien. No hubo problemas y eso hizo la fiesta mucho más linda”, añadió.

GUARDIAS. “Lo que más me sorprendió fue ver a la seguridad privada. Los guardias estaban casi pegados uno al otro, y no estaban quietos. Se movían. En un momento miré para afuera y los vi corriendo a todos juntos, como agarrados de la mano y agachados para no impedir la visión del espectador. Era muy gracioso y me llamó la atención”.

También, como los jugadores, Cunha y sus compañeros valoraron días después lo que vivieron en la histórica final. “Cuando salimos a calentar nos dimos cuenta que ni en los sueños de nadie podía estar una final de la Libertadores, con un clásico argentino y en el Bernabéu. Era algo bien extraño. Una noche histórica para el fútbol y teníamos el privilegio de estar ahí”.

Tras el pitazo final, cuando miró a las tribunas, fue el momento en que más pudo disfrutar. “Como nos tuvimos que quedar en la cancha por la premiación y las medallas que nos entregaron, tuvimos mucho tiempo en la cancha para mirar las tribunas. Porque en el partido estás muy concentrado en el juego. Por suerte, los jugadores y técnicos de los dos equipos vinieron a felicitarnos. Eso habla de la confianza que le tienen los protagonistas al equipo arbitral uruguayo. Vinieron y nos saludaron aún en la derrota y en el dolor. Como que aceptaron que el partido no pasó por nosotros sino por los jugadores. Lo definieron ellos. Y eso ayudó para que estuviéramos tranquilos y pudiéramos disfrutar del entorno. Fue un final soñado, sin ningún problema”, afirmó. Y reconoció que el 2018 será un año imposible de olvidar para él.

“Es difícil que se pueda repetir algo así. En mi primer mundial de adultos arbitré una semifinal y luego esto de la final de la Libertadores. Fue un gran año, el mejor de mi carrera”, reconoció quien no se fija un objetivo determinado para su futuro. “Pensar en una final de un Mundial es una posibilidad muy remota, entonces uno no se puede poner esa meta. Los objetivos van cambiando día a día. El año que viene hay Copa América y me encantaría estar ahí. A medida que se van dando los torneos uno se va ilusionando con dar un paso más y llegar a la final. Pero no lo pienso por ese lado”.

RETIRO. En Catar, Cunha va a tener 46 años, estaría prácticamente en la edad del retiro, aunque ahora la FIFA ya no es tan estricta con la edad. “Sería un broche de oro para mi carrera. Aunque sé que falta mucho y que habrá otros compañeros pujando por esos lugares. Hoy FIFA ya no es tan estricta con eso. En Rusia tuve compañeros de 46 y 47 años. Un árbitro adquiere la madurez recién a los 35 o más. A veces cuando se tiene la madurez y experiencia necesarias para llegar a instancias definitorias, ya estás casi en la edad del retiro. Hoy FIFA evalúa el estado físico y te permite seguir si estás bien. Creo que es una buena medida”.

Cunha tuvo una destacada actuación en Rusia, donde arbitró la semifinal entre Francia y Bélgica, y fue designado para la final de la Libertadores. Sin embargo, para el Colegio de Árbitros de Uruguay lleva tres años en el cuarto lugar del ranking. “Prefiero no opinar, no me corresponde. Es una pregunta para los que me evalúan. Estoy muy contento con el lugar que me dan FIFA y Conmebol. Y también de llevar la escarapela FIFA en Uruguay”.

cuervos
Medallas. Cunha y sus compañeros en el Bernabéu.
el jugador

"No era un fuera de serie, pero me revolvía en los picados"

Cunha llegó al arbitraje por mera casualidad. No tenía ningún antecedente familiar ni de ningún amigo cercano cuando empezó a hacer el curso a los 23 años. “Nunca había arbitrado un partido, ni siquiera en el barrio. En realidad quería ser periodista deportivo y escuchaba la radio porque soy un apasionado del fútbol. Un día escuché que necesitaban cubrir diez cupos de árbitros, para completar el curso que había quedado un poco trunco y me anoté. Más que nada para hacer deporte, para entrenar. Y probar con el arbitraje para ver si me gustaba”, contó.
Sin embargo, no fue hasta el segundo año en que se dio cuenta que esa era su vocación. “En el primer año uno le va encontrando la vuelta a la cosa y se va imaginando vestido de negro en una cancha. Y aprendiendo de reglamentos. En el segundo año ya hay más actividad y tenés partidos. Recuerdo que en aquella época se jugaba el Sub 16 Experimental de Primera División y en ese campeonato le fui tomando el gustito. Y me di cuenta que mi pasión era por ese lado. Hoy soy un agradecido absoluto al arbitraje”, admitió y dijo a su vez, que había jugado al fútbol en forma amateur y muy poco tiempo en juveniles. “Me gustaba jugar al fútbol, lo hacía todo el día, pero no tenía mucha constancia para ir a practicar. Vivía en el Cerro y me tenía que tomar dos ómnibus para ir a entrenar y generalmente dejaba de ir”, relató el exvolante creativo. “Jugaba a veces de número 8 o de 10. Siempre en la mitad de la cancha. ¿Si era bueno? Como jugador era un buen árbitro”, dijo bromeando. “No era un fuera de serie, pero me revolvía en los picados”, añadió.
Al final, dijo cuáles cree que son sus virtudes dentro de la cancha. “Creo que soy una persona tranquila, que en la cancha no me salgo nunca de mis cabales. Analizo mucho las cosas, soy racional y pienso muchísimo las cosas. Y eso es positivo en el arbitraje, sobre todo para anticiparse un poco y poder tener esa lectura que hoy es fundamental. En lo últimos cursos de FIFA nos han recalcado la necesidad de estar un paso adelante y tratar de pensar qué puede hacer el jugador o cuál está más nervioso y puede tener una reacción incorrecta para poder prevenirlo. Y eso lo hago bastante bien”.
Cunha trabaja en una empresa familiar: una distribuidora de bebidas que maneja con su padre y su hermana. Es ideal para poder viajar cada vez que recibe una designación internacional.

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