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Previo al superclásico, jugadores de Boca probaron vidrios blindados a martillazos

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El ataque a pedradas al ómnibus de Boca en 2018. Foto: Captura.
Scelza, Bruno

ARGENTINA

Un vehículo fue llevado a la concentración del equipo xeneize para comprobar que el blindado de las ventanas funcionaba, antes del regreso al Monumental.

El del próximo domingo no será un superclásico más. Será el primero desde la final eterna de Copa Libertadores que River le ganó a Boca en Madrid. Y además, el primer cara a cara entre Gustavo Alfaro y Marcelo Gallardo. Pero por sobre todas las cosas, será el regreso del plantel xeneize a un estadio al que la última vez arribó con el ómnibus roto y varios jugadores heridos, a causa de un ataque a pedradas y botellazos.

En diálogo con el diario Olé, Darío Rubén Ebertz, chofer del equipo xeneize desde hace más de una década, reconoció que será una jornada especial, pero que el club tomó los recaudos suficientes para evitar una situación similar. De hecho, el vehículo que traslada al plantel se blindó durante el receso invernal.

"Llevaron un auto al predio de Boca en Ezeiza con los mismos vidrios blindados que se le pusieron al micro y hasta los mismos jugadores le pegaron con una maza y no se rompen... O sea, se rompe el vidrio de la parte de afuera, se astilla, pero para adentro no pasa nada. Tiene doble vidrio con una lámina de espesor muy gruesa en el medio. Y eso no deja que la piedra que impacta pase para el otro lado. Pero mirá que le pegaron fuerte, eh. Y nada", contó Ebertz.

Para él, que por un botellazo debió soltar el volante y de milagro no sucedió una tragedia, volver a ese lugar será algo extraño. "Va a ser la primera vez que vuelva, pero sin dudas que me genera una sensación muy rara, extraña. Aunque creo que esta vez no pasará nada. Porque si ocurre algo es para que se desmadre todo de nuevo, si volvemos a lo mismo es como que no aprendimos nada", le resumió a Olé.

Ebertz le había contado con un escalofriante lujo de detalles a LaNación+ lo que vivió la tarde del 24 de noviembre, cuando un botellazo lo obligó a soltar el volante del micro que transportaba al plantel de Boca al Monumental: "El vicepresidente de Boca Horacio Paolini agarró el control del micro hasta que reaccioné de vuelta y traté de hacer lo posible para traer a los muchachos a salvo acá [al Monumental]. Si Paolini no tomaba el volante pudo haber sido una tragedia. Cuando vi la piedra ya no recordé nada, hasta que manoteé el volante de vuelta y dije 'Estoy bien'. Pero fue un segundo, como que me quedé sin aire. Lo peor fue cuando doblé en Lidoro Quinteros y Libertador. Ahí fue un ataque masivo. Después, cuando pasamos la rotondita, parecía que nos esperaba un ejército, como en una zona liberada. Vinimos a un partido de fútbol, no a una guerra".

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