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Presidente: Darío Silva sueña con estar algún día al frente del Málaga

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Historias

El exdelantero encontró en la Costa del Sol su lugar en el mundo: en Málaga vivió sus mejores momentos dentro de la cancha, allí vive y le gustaría llegar algún día a presidir al club

Darío Silva acababa de bajarse del tren. Iba rumbo a la pizzería Frascati, en el barrio Guadalmar de Málaga, donde se juntan todos los exfutbolistas del equipo andaluz a ver los partidos. Y ayer Málaga empató 0 a 0 en su visita a Real Oviedo.

Darío encontró en Málaga su lugar en el mundo. Allí pasó sus mejores momentos dentro de una cancha y allí vive actualmente. “Esto es la Costa del Sol, el invierno de Málaga es mejor que el verano en Uruguay. Sé que por allá llueve y en cambio acá, siguen unos calores impresionantes”, contó el exdelantero, quien trabaja para una empresa española. “Miro jugadores por todos lados. Y me gusta, porque como he jugado en muchos países, tengo relaciones por todos lados. Eso me permite viajar tranquilamente y mirar jugadores en diferentes equipos. Uno tiene que tener un poco de ojo, pero también saber qué características son para determinados países, para determinadas ligas o equipos. Una cosa es la liga italiana, otra la francesa y otra la Premier League. Son todas ligas diferentes y hay jugadores que pueden andar bien en un lugar y en otro no”, explicó el olimareño sobre el trabajo que realiza hace ya varios años.

“En Málaga me siento bien, el clima me gusta mucho y estoy cerca de todo lo que necesito. La gente me sigue apreciando por aquí y los clubes me abren las puertas. Y mis excompañeros, los que jugaron conmigo, hoy están trabajando en el fútbol y eso también es importante para mí”, afirmó.

“Aquí en Málaga, tuve mi mejor momento como futbolista. Ganamos el Intertoto en 2002 y jugamos la UEFA. Es la única copa internacional que tiene Málaga; nosotros estamos en las fotos y quedamos en la historia”, agregó quien dejó de jugar en el año 2006, tras el accidente en el que perdió parte de su pierna derecha.

En ese momento, tenía 33 años, estaba libre y ya analizaba retirarse. “Si no hubiera tenido el accidente, igual hubiera dejado. Ya había tomado la decisión. Ya mi cuerpo no me daba para jugar a la velocidad y con el vértigo con el que yo lo hacía. Y a mí no me gustaba terminar la carrera en Uruguay hecho pedazos, como hacen hoy muchos futbolistas que vuelven al país cuando ya no tienen nada para dar. No quería ir a un equipo para salir Campeón Uruguayo y nada más. Eso era muy aburrido. Me hubiera gustado apostar a ganar una Copa Libertadores, con buenos jugadores de mucha experiencia, pero en ese momento no los había. No los había ni los hay. Lamentablemente, el fútbol uruguayo está estancado hace muchísimos años. Por eso, hubiera dejado de jugar aún si no hubiera tenido el accidente”, relató.

EMPRESARIOS. Y explicó lo que entiende es una de las razones por las que el fútbol uruguayo no puede progresar. “Hay una mafia muy importante, que no deja crecer al fútbol uruguayo. Gente que está dedicada a llevar jugadores según su conveniencia. A presionar a los presidentes de los clubes. Me refiero a muchos empresarios que colocan jugadores en los equipos prácticamente por obligación. Colocan solamente a sus jugadores y no dejan que entren otros. Y eso es lo más complicado. Son situaciones mafiosas. Por eso jamás sería empresario, no va con mi manera de ser. El fútbol es algo muy bonito cuando se hacen las cosas bien”.

Pasaron doce años desde aquel accidente en la rambla, en septiembre de 2006. Darío iba junto a sus amigos, Elbio Papa y Dardo Pereira, perdió el dominio de su camioneta y salió despedido del vehículo. Al mundo le sorprendió la forma en que el olimareño reaccionó ante el duro trance que le tocó vivir. Jamás perdió su alegría de vivir ni su optimismo. Es más, si no fuera porque mucha gente se lo recuerda, él borró aquel día de su cabeza. “Nunca me acuerdo. Será porque el cerebro graba las cosas buenas y no las otras. Y por eso el accidente no me quedó grabado. Se lo digo siempre a los jugadores. Fue un día más que pasó. Sé que no muchos hubiera reaccionado como yo, pero ha sido bueno sobre todo para mí. Mi carácter siempre fue así. Nunca he cambiado ni pienso hacerlo”, expresó.

¿PROLIJO? Aseguró que no tiene nada de que arrepentirse y está seguro que si hubiera sido más prolijo, no hubiera llegado más lejos en su carrera. Todo lo contrario. “Si yo me cuidaba hubiera sido peor. Yo necesitaba el cariño de la gente, recibir el apoyo donde a mí me gustaba. Y eso me favoreció. Cuando estuve en Italia, los primeros dos años, no sabía lo que era salir. De mi casa al entrenamiento y del entrenamiento a mi casa. Pero hice solamente siete goles en las dos temporadas. Y fue horrible para mí. Después, empecé a ser yo mismo de la manera en que quería. Comencé a salir y a divertirme, como una persona joven, y a partir de ahí las cosas fueron saliendo”.

Darío no niega que aún le quedan páginas por escribir en el fútbol. Y tiene un sueño: ser presidente del Málaga. “Me gustaría ser presidente y voy a trabajar para eso. Después de estar tantos años tratando con diferentes presidentes vas agarrando la tónica de cómo son las cosas. Sé cómo se hacen las cosas y sería un reto importante para mí. No es para el día de mañana, pero me gustaría. Sería un presidente con muchos códigos, de esos que debería haber en el fútbol, pero se han perdido. Hay cada vez menos códigos. Y le abriría las puertas a todo el mundo, no me casaría con un empresario”, manifestó con seriedad quien vive en Málaga junto a su mujer Lorena y Luna, la menor de sus cuatro hijos. La niña tiene solamente cuatro años y es fanática del fútbol y de Cavani.

LOS GENES. “Es muy futbolera. Es increíble, ha sacado mis genes. Los que uno esperaba que tuviera el varón, Diego, los tiene ella. Lo único que le gusta es el fútbol, duerme con la pelota. Y es enamorada de Cavani. Yo le muestro los videos de cuando yo jugaba, pero no le interesa el propio padre, sólo quiere ver a Cavani. Es muy hincha de ‘Edi’. Todavía no lo conoce, estoy esperando que sea un poquito más grande”, contó quien pasará la Navidad en familia, pero seguramente tenga que viajar a Inglaterra, donde el fútbol no se detiene.

“Hay partidos muy importantes. En Inglaterra no paran nunca, yo cuando jugaba no lo entendía. Pensaba que era una ridiculez, pero luego me di cuenta que es un momento en que las familias se reúnen, llega gente de otros lugares, y aprovechan para ir a ver juntos a su equipo”.

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Mimosa. Darío con Luna,  la menor de sus cuatro hijos. 
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La menor los tiene chochos a todos

Darío Silva tiene cuatro hijos: Florencia de 23 años, Elina de 21, Diego Darío de 15 y Luna de cuatro. “Los hermanos mayores la adoran y la extrañan mucho. Por suerte, ahora con la tecnología se puede estar siempre en contacto, aunque no es lo mismo”, contó el exfutbolista sobre su familia.

selección

Lo mejor fue clasificar al Mundial

“Haber clasificado al Mundial de Corea y Japón”, dijo Darío Silva sobre lo más importante que vivió con la celeste en el pecho. El olimareño defendió a la selección uruguaya en 46 oportunidades y anotó 14 goles.                                                                         En su carrera vistió siete camisetas: jugó en Defensor Sporting, Peñarol, Cagliari de Italia, Espanyol, Málaga y Sevilla de España y el Portmouth de Inglaterra.                            En 1994, jugando en Peñarol, fue el máximo artillero del Campeonato Uruguayo: marcó 19 tantos.

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