Tuvo hondo contenido emocional, tanto en el aspecto histórico como partidario, el espectáculo en el que Nacional celebró los 35 años de su segunda conquista de la Copa Libertadores y la postergada entrega del trofeo ganado por el campeón del Uruguayo pasado.
Ese era, al fin, el motivo real del partido con Gimnasia y Esgrima La Plata; todo lo otro, incluido el propio cotejo, era secundario.
Igual, más allá de lo que pudo haber pactado Nacional, y aunque sus hinchas no pagaron para ver al visitante, lo del club argentino al venir con un equipo de futbolistas de segundo y tercer orden, así hubiera avisado y/o cobrado “chauchas”, es irrespetuoso o arrogante.
Por eso, parece que la dirigencia tricolor debió asumir con más rebeldía la estrechez económica del fútbol uruguayo; porque es cierto, resulta imposible pagar un caché internacional por un amistoso cuya recaudación no será importante, pero con tanta gloria presente y pasada junta en el Gran Parque Central, daba igual que el Primero jugara con la Octava de Nacional, que contra la reserva y hasta la Tercera de Gim-na-sia. ¿A quién le ganaron?
EL ANÁLISIS