Barcelona y el Real Madrid juegan en todos lados, a cualquier hora, y por la copa que sea.
Boca y River también. Recorren la Argentina y juegan en Mendoza, en Córdoba, en Mar del Plata, a la hora y el día que sea.
En Brasil hay un clásico cada fin de semana. Botafogo, Flamengo, Fluminense, Sao Paulo, Palmeiras, Atlético Mineiro y Cruzeiro juegan tres, cuatro, seis, clásicos por año.
Parece que en el Uruguay los clásicos son mala palabra y pesan más las estadísticas, los números de ‘tal o cual’ que la posibilidad de vivir una verdadera fiesta y recaudar dinero.
Porque de eso se trata: ¡dinero! Y más en estos tiempos que corren donde en Nacional y Peñarol no hay un peso y arrastran déficits millonarios en dólares. No se entiende.
DESDE EL ARCO