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Los pilares de Plaza

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Foto: Marcelo Bonjour.

Eduardo Espinel: “Hay tres palabras que no se negocian: respeto, humildad y trabajo. Sobre eso entrenamos”.

El técnico de Plaza Colonia, Eduardo Espinel, pasaba de un micrófono a otro. Siempre con su gran sonrisa, pero también conteniendo alguna lágrima.

"Sabíamos que seguramente si el trabajo era bien hecho, desde el goce, y permitiéndonos disfrutar, las cosas iban a terminar así. Plaza jugó con la forma que tienen ellos de hacerlo, no había por que cambiar. Plaza fue un equipo que disfruto, que nunca se puso nervioso. Y el trabajo a la larga, nos dio la razón", comenzó explicando Espinel.

"Lo más importante que podemos decir ahora, en medio del festejo, es que esto es un ejemplo de vida. Que cuando se tienen grandes objetivos hay que tomar un camino, el que a uno le parece más correcto, y seguirlo. Y cuando se encuentra un árbol tirado hay que hacerlo leña y seguir el camino, no desviarse. Este equipo estaba convencido de lo que quería y veíamos algo hermoso en el horizonte si seguíamos por ese camino. Es un ejemplo para la vida. La vida es así y hay que tener un objetivo claro y trabajar para alcanzarlo", agregó.

Pilares.

"Esa es la clave. Nosotros no inventamos nada, solo buscamos una forma de jugar y más que nada de convivir en un grupo. Hay tres palabras que en Plaza no se negocian más allá de ganar o perder un partido: respeto, humildad y trabajo. Eso no se negocia, el que se sale de eso queda afuera del camino. Sobre esos tres pilares trabajamos. Y el que no le tocaba jugar, apoyaba. Y esa onda positiva se fue trasladando de unos a otros. Y así se fue dando esta locura de la que todavía no caemos", afirmó el técnico "pata blanca". Y pasó a referirse a lo que significó para ellos dar la vuelta olímpica en el Campeón del Siglo.

"Dar la vuelta en este estadio es algo que vamos a valorar con el tiempo. Todavía no le damos la trascendencia que tiene porque pasó recién. Creo que Plaza va a ser antes y después de esto. Estos gurises le dieron una cachetada a la historia. Acá se habla mucho de la historia pero para ganar cosas hay que jugar al fútbol. La historia propia la tenés que hacer vos en el momento. Y estos muchachos hicieron historia", dijo Espinel orgulloso sobre sus futbolistas.

"Yo soy un agradecido a los jugadores. Para mí los jugadores son lo mas importante, lo creía cuando jugaba y lo sigo creyendo. Si los jugadores no están dispuestos a aceptar ciertas normas, no se logra nada haga lo que haga el entrenador. Yo era un desconocido y los jugadores hicieron que de repente, ahora, se empiece a hablar un poco de mí. Los jugadores son lo principal en un equipo de fútbol y sin ellos nosotros no seríamos nada", enfatizó.

Apenas Leodán González pitó el final del partido, Espinel alzó sus brazos al cielo, seguramente pensando en su padre y luego se abrazó con sus colaboradores. "Pensé en mi familia, en mi esposa Mónica, en mis hijas Romina, Thalía y Zamira, que vinieron desde Cardona con un sacrificio bárbaro y estaban en la tribuna. Y también en su hija mayor que vive en Paysandú y que estaba con mi nietito mirando por televisión. En mi madre, mis hermanos, mis sobrinos, que están en Cardona, y en mi padre que está en el cielo y que es el ídolo mío de la vida. Seguramente nos estaba guiando en el camino este para que consiguiéramos algo importante. Cuando cobraron el penal me pasaron muchas cosas por la cabeza y ver feliz a la gente que uno quiere es una satisfacción enorme".

Al final admitió que no quería que la noche terminara nunca. "A uno le dan ganas de quedarse acá hasta la madrugada, disfrutando. Estaría bueno para seguir comiendo pizza en la cancha, je", dijo refiriéndose a la noche anterior en que junto a sus colaboradores, concentrados en CAFO, comieron pizza en la mitad de la cancha del estadio cumpliendo con la promesa que habían hecho si se salvaban del descenso.

"Pero estamos deseando llegar a nuestro pueblo porque la gente que no pudo venir debe estar deseosa de saludar a los chiquilines. El pueblo de Colonia se merece esto", finalizó Espinel.

Camiseta.

"El sacrificio, la humildad, el orden y el trabajo es lo que caracteriza a este equipo. Nunca bajamos los brazos. Acá todos tiramos para el mismo lado y eso fue lo que nos llevó a conseguir el título", dijo por su parte Santiago de Ávila, con una camiseta de Peñarol colgando de uno de sus hombros.

"Se la cambié a Diego Forlán y le agradezco mucho que me la haya dado. Es muy buena gente. Se la pedí durante el partido porque me la quería asegurar. Todos queríamos la de Diego. Llevarme esta camiseta también influye en que sea una noche redonda para mí", explicó el defensa de Plaza.

"Sabíamos que ellos no habían perdido nunca en este estadio, pero también que si hacíamos bien nuestro trabajo podíamos dar la vuelta", añadió de Ávila.

Mientras sus compañeros seguían dando notas, Alejandro Furia, que se crió en Peñarol fue a saludar a los kinesiólogos carboneros con su medalla de campeón colgada al cuello.

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Foto: Marcelo Bonjour.

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