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La final se postergó cuando el Monumental comenzaba a llenarse.

El clima no era de final. Tan solo 24 horas después de haber estado ahí, los miles de hinchas de River Plate que estaban en los alrededores del barrio de Núñez esperando para entrar al estadio estaban decaídos, decepcionados.

En la mañana del sábado gran parte de los hinchas se reunieron en el cruce de Avenida Libertador y Avenida Guillermo Udaondo, a cuatro cuadras del Monumental. Ahí estaba el primer vallado en el camino hacia las tribunas Sívori y Belgrano, por lo que aprovecharon para hacer su fiesta. Bombas de humo, banderas, caras pintadas y gente celebrando su amor por un club.

Luego de 24 horas, los lamentables incidentes con el plantel de Boca y la suspensión de la final, el clima era otro. “Vine porque mi hermano me regaló la entrada y porque no lo quiero dejar solo, porque él va a venir de nuevo. Si la decisión fuera solo por mí no venía”, comentó a Ovación un hincha en la esquina de Libertador y Avenida Quinteros, la misma en la que el ómnibus de Boca fue apedreado por hinchas de River.

“Vengo distinto, me siento raro hoy. Me va a importar igual el título y voy a festejar si salimos campeones, pero vengo con otra energía”, dijo otro hincha que llegó cerca de las 10.00 al Monumental para evitar problemas en el ingreso.

Su medida pareció acertada aunque no efectiva, ya que el partido nunca se jugó. La apertura de puertas estaba anunciada a las 13.00 pero cerca de las 13.30 todavía no estaba habilitado el ingreso. En Libertador y Quinteros se habilitó una sola puerta. Esto provocó una fila de más de 10 cuadras para el ingreso. Algo similar ocurrió en el primer vallado de las tribunas Sívori y Belgrano.

“Ayer tendrían que haber estado acá”, comentó un hincha a los policías que custodiaban la esquina. A diferencia del sábado, la presencia de efectivos de diversas áreas se notó en los alrededores del estadio. Varias calles que estaban habilitadas para el tránsito el día anterior fueron cortadas y eso demoró los ingresos.

Unos 6.000 habían entrado al estadio cuando la suspensión se confirmó, mientras que muchos esperaban para ingresar. Un camión de la fuerza antidisturbios llegó a una de las zonas de acceso y también la cortaron. Minutos después, llamadas y mensajes dispararon la noticia: “Se suspendió”. “¿En serio?”, fue la pregunta que más se repitió. Poco después los hinchas empezaron a desarmar las filas y se retiraron entre insultos, pero sin generar problemas. “Estoy redesilusionado. Estoy cansado, gasté un montón de plata ayer, voy a gastar otro montón hoy. Al margen del dinero, lo que era una fiesta, lo que iba a ser el partido de mi vida se transformó en una mierda”, afirmó un fanático.

En la previa algunos soñaban con ganarle la final a Boca. Otros tenían nervios de perder la chance de levantar la Copa. Tras lo ocurrido todos los hinchas coincidieron en que un partido único y atrapante se convirtió en una desilusión y ahora la definición, en Buenos Aires, Emiratos Árabes o donde sea, no tendrá el mismo encanto.

Fueron ocho los miembros de la filial de River Plate en Montevideo que viajaron especialmente para ver el partido en el Monumental y se volvieron con las manos vacías. “Más allá del estrés que genera el partido a los hinchas te bajonea un poco; no las ganas de salir campeón, pero sí te terminás dando cuenta que el fútbol dejó de ser fútbol hace mucho tiempo y que lamentablemente es un negocio y un manejo de intereses: de barras, de policías, dirigentes de fútbol, dirigentes políticos. El único que sufre es el hincha verdadero”, dijo un fanático del equipo “Millonario” a Ovación.

El martes en Paraguay se decidirá la forma de definición de esta Copa, pero River difundió un mensaje a sus hinchas, confiados de la definición que se tomará. En Twitter escribieron: “A la espera de la reprogramación del partido, solicitamos a todos los espectadores que conserven sus tickets. Los mismos serán válidos para ingresar al Monumental el día que la Conmebol designe para disputar la final”.