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El Pep Almada: un DT exitoso que sueña con alcanzar la selección

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Guillermo Almada. Foto: Ariel Colmegna.

Una vez más su camino no pudo ser el mismo de Peñarol.

Guillermo Almada, el "Pep" uruguayo, que renovó su contrato con Barcelona, el equipo con el que fue campeón en Ecuador consiguiendo la friolera de once récords, está en Montevideo esperando la llegada de María Guillermina, su segunda hija.

El entrenador arribó a Guayaquil, una ciudad que define como muy hermosa, con gente educada y hospitalaria y con un clima ideal, hace un año y medio. Pasó de dirigir a River Plate a estar al frente de un club que tiene nueve millones de hinchas. "Yo necesito la presión para poder vivir. Me siento a gusto. Hay gente que se siente mal, a mí al revés. En un equipo grande lo único que sirve es salir campeón, no hay otro objetivo. Ser segundo no sirve. Aunque en River me amargaba de la misma manera si no ganaba. Pero obviamente, el trabajo luce mucho más en un equipo tan grande como Barcelona", contó Almada sentado en su apartamento de La Blanqueada.

"Fue un año espectacular que disfrutamos muchísimo. Lo único que importa en un grande es salir campeón, pero batir once récords en el fútbol ecuatoriano fue algo que no habíamos imaginado ni en el sueño más optimista que podíamos tener. Todavía no caímos. Además de lo bien que jugó el equipo, fue el más goleador, tuvo la defensa menos vencida y uno de los récords que batimos fue que todos los futbolistas marcaron goles, hasta el arquero. Tiró un penal. Por lo general los pateaba Jonathan Alvez (el delantero uruguayo que terminó goleador), pero como sabíamos que íbamos a conseguir otro récord, lo dejamos patear a él. Pero como siempre digo los méritos de todas esas cosas son de los jugadores", relató.

Barcelona es un fenómeno social, se han hecho muchos estudios para saber por qué el 80% de la población de Ecuador es hincha del club y por qué tienen ese gran fanatismo y esa gran pasión. "Lo han estudiado sociólogos, pero no le encuentran la explicación. Yo ya había enfrentado a Barcelona como futbolista y siempre me había llamado la atención su enorme convocatoria, y que el estadio siempre estaba repleto".

Barcelona salió campeón anticipado en un partido que jugaron en la altura de Ambato. Y ya se les complicó para poder salir del estadio, porque los hinchas del equipo no están solo en Guayaquil sino por todo el país. "A no ser en el estadio de Emelec, donde por lo general no dejan entrar hinchas de Barcelona, o con Liga, porque les dan sólo una tribuna, en todos los demás partidos somos locales, juguemos donde juguemos. No podíamos salir del estadio en Ambato ni avanzar para llegar al aeropuerto. Menos mal que volvíamos en charter porque si hubiera sido un vuelo de línea, lo perdíamos. Y cuando llegamos a Guayaquil era impresionante la cantidad de gente, la alegría de toda esa multitud. El ómnibus nos esperó en la pista", siguió contando. "Y en el último partido que jugamos de local se organizó una fiesta impresionante para la premiación. Y luego salimos en un bus descapotable a disfrutar con la gente. Lo que vivimos superó lo que había imaginado", agregó.

Pero no todo fue color de rosas. El primer medio año fue muy complicado. Almada y sus colaboradores llegaron a un equipo que tenía muchos problemas. Es más, quiso irse dos veces, pero no le aceptaron la renuncia. Además, los jugadores le pidieron que se quedara y a "Pep" no le gusta abandonar el barco cuando hay dificultades. "Es fácil cuando te va mal dejar todo e irte. No sabíamos cuál era la realidad cuando nos vinieron a contratar. No empezamos de cero, arrancamos de menos diez. Había muchas limitaciones, dificultades económicas e institucionales. Paros de funcionarios y de jugadores. Millones de problemas".

Pero afortunadamente para ellos a los tres meses de haber llegado hubo elecciones. "Ganó Ceballos, nos respaldó y le pidió a los jugadores que confiaran en él. Comenzó un clima de mucha más tranquilidad y pudimos por fin enfocarnos sólo en la tarea de entrenar. Y no estar tratando de solucionar otras cosas. El presidente cumplió su palabra y comenzó a solucionar las deudas con los futbolistas y con nosotros. Terminamos bien ese campeonato, renovamos el plantel, ascendimos juveniles e hicimos una pretemporada corta pero muy buena. Allí se formó la base con los pilares de la buena convivencia, la solidaridad y la disposición para el trabajo. Parece una frase hecha pero yo soy ferviente creyente en el grupo humano. Y todo eso dio sus frutos", explicó Almada.

Cuando llegó a Ecuador había una gran expectativa con el "Pep" uruguayo. "Fue un apodo que me puso Jorge Savia cuando yo estaba en River. Es más, hasta salió en Marca de España. Son cosas que uno se toma jocosamente, pero los periodistas ecuatorianos no. Al menos estuvimos a la altura del apodo que Jorge nos puso".

Después de renovar su contrato con Barcelona por tres años más, Almada tuvo que llamar a Juan Pedro Damiani, para decirle que había decidido permanecer en Ecuador. No fue la primera vez que el presidente auriengro quiso contar con sus servicios. "Para cualquier entrenador uruguayo dirigir un grande es muy importante, como la selección. Algún día se podrá dar. El interés no viene de ahora, comenzó cuando yo estaba en River. Una de las primeras veces en que Damiani me llamó yo me estaba casando en Tacuarembó y no pude reunirme con él. Y arregló Bengoechea. Luego hubo otra posibilidad antes de que viniera el Polilla, pero yo tenía contrato con Barcelona y lo debía respetar, por más que tenía una cláusula para salir. Y ahora tomamos la decisión de seguir en Ecuador, más que nada por la forma en que nos han tratado, por lo que nos dio el club, por el compromiso que siento con la directiva y los jugadores".

También recibió una oferta económica que era muy difícil de rechazar. "Yo vivo de mi trabajo, pero lo económico es siempre lo último que analizo. Hubo muchas cosas que nos inclinaron a seguir con el proyecto de Barcelona que fue muy exitoso y que lo vamos a reforzar sin comprometer la estabilidad que consiguió la institución. Y seguramente vamos a seguir consiguiendo frutos. Tenemos una gran relación con los jugadores que hace que vayamos contentos a entrenar todos los días", afirmó el técnico que apunta a lo máximo. Volver a ser campeón y apostar también a la Copa Libertadores.

Celeste. Así como para un futbolista llegar a vestir la camiseta celeste es una de las mayores metas, lo mismo pasa con los entrenadores. Al menos con Almada. Y confió que tiene una cláusula de salida en su nuevo contrato por si lo llegan a buscar de la selección. "Obviamente, con el respeto que me merece el maestro Tabárez que ha hecho un trabajo espectacular en la selección, pero yo sueño con estar ahí algún día. Sería lo máximo, es un objetivo a alcanzar y me estoy preparando. Además, con los buenos jugadores que hay en la selección, todo se hace mucho más fácil. Estuve con ellos en Guayaquil porque el maestro me invitó a ver un entrenamiento. Comprobé que el secreto es la convivencia y eso no hace más que reafirmar lo que pienso de los grupos humanos y los equipos".

No todo fue felicidad en el 2016. "Fue un año complicado por las enfermedades de mi madre y de mi suegro. Mi señora, que es médico, se tuvo que venir antes para estar con los dos. Y seguir los tratamientos. Pude estar con mi madre en los últimos días de su vida. Y cuando me fui, Dios tomó la decisión de llevársela. Y la bendición que nos deja es el nacimiento de una hija nueva, son cosas impagables, que no tiene comparación a ningún triunfo deportivo".

El entrenador fue padre de su hija mayor Yanina cuando tenía 23 años. Hoy, mucho más maduro, espera disfrutar de la paternidad de otra manera. "Me tuve que alejar muchas veces de Yanina por distintas circunstancias, por mi divorcio y porque el fútbol me llevó a diferentes lugares. Por eso voy a tratar de estar mucho más cerca de esta nueva hija. Estoy muy feliz con lo que me pasó en lo deportivo y en lo familiar. La mancha es la muerte de mi madre porque no estaba preparado para esa enfermedad que se la llevó en cuatro meses. Todavía me estoy recuperando de ese golpe que fue muy fuerte".

UN PUEBLO EDUCADO.

Entregaron al que tiró una botella.

Los festejos por la coronación de Barcelona se llevaron a cabo sin un problema. "En Ecuador ya no hay alambrados alrededor de la cancha, hay sólo un murito de 30 centímetros y con 70.000 personas por partido. Un día a uno se le ocurrió tirar una botella a la cancha y los demás hinchas lo agarraron y se lo entregaron a la policía. Lo que está pasando en Uruguay es una lástima, se debe meter el bisturí a fondo", comenta, sin esconder su contrariedad.

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Guillermo Almada. Foto: Ariel Colmegna.

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