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"Pensé dedicarme a otra cosa"

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En el Olimar. Con el pequeño Lorenzo, que ayer cumplió dos años, en Treinta y Tres.

Tras dos terribles golpes, Gonzalo Barreto vuelve a ser jugador en Danubio.

Gonzalo Barreto, el autor del primer gol de Danubio frente a Nacional, se fue tras el partido para Treinta y Tres porque su hijo menor, Lorenzo, cumplía dos años. Tanto él como su hermanito Tadeo, de tres, nacieron en Roma, durante los cuatro años y medio en que Gonzalo jugó en la Primavera de Lazio. Cabe recordar que Barreto se fue a Italia con sólo 17 años y 15 minutos en la Primera División de Danubio.

El domingo salió acalambrado en los dos gemelos; lo mismo le sucedió frente a Rampla Juniors y Atenas, primeros partidos en los que fue titular. Es que el tiempo que estuvo sin jugar, le sigue pasando factura. "Por suerte, el domingo el esfuerzo sirvió para ganar. Todavía no estoy al 100% físicamente, pero voy mejorando. Hacía dos años y medio que no tenía un partido completo en las piernas, pero con Nacional aguanté bastante bien a pesar de que jugamos con mucha intensidad, sobre todo el primer tiempo".

Barreto cumplió los 18 años en Italia. Hoy, a los 23, no sabe si volvería a irse tan joven. "Si me tocara vivirlo de vuelta, lo pensaría. Pero con el diario del lunes, es fácil. Sobre todo cuando vienen ofertas económicas muy buenas que te hacen pensar. En ese momento tenía 17 años y tampoco podía decidir mucho. Lo hicieron mis padres, quienes pensaron que era lo mejor para mí. Hoy, dudaría. Capaz que no era lo mejor, futbolísticamente hablando. Caer en un equipo como Lazio con 17 años es muy complicado. El fútbol italiano es muy difícil y llegar y poder jugar enseguida cuesta mucho".

Pasaron varias cosas para que el delantero regresara a Uruguay. La trágica muerte de su madre, que fue asesinada por su pareja; la operación a la que tuvo que ser sometido Lorenzo, cuando era recién nacido y un conflicto de intereses entre su representante de entonces y el club de la capital italiana. "Estuve dos años entrenando sin jugar en Lazio. Y cuando terminó mi contrato, en junio del año pasado, me vine para Treinta y Tres. Estuve tres o cuatro meses sin jugar y en ese momento pensé en dejar el fútbol y dedicarme a otra cosa. Pero sentí que me faltaba algo, extrañaba y pedí para entrenar en Danubio. En ese momento ni siquiera pensaba en jugar ni en que me contrataran, necesitaba salir del bajón anímico en que me encontraba. Quería sentirme bien".

Durante esos meses sin fútbol en Treinta y Tres se planteó terminar los estudios para cumplir con uno de los mayores deseos de su madre, pero no podía. "Una de las cosas que pensaba hacer cuando rondaba por mi cabeza dejar de jugar, fue terminar los estudios, que era algo que siempre quiso mi madre. Pero estaba tan mal, en un bajón anímico muy importante y todo me costaba mucho, todo me daba pereza. Quería terminar el liceo y hacer derecho. Mi padre es abogado penal y me gusta. Tenía muchas ideas en la cabeza, pero cuando las quería afrontar, no me daban las fuerzas. Los que no dejaron que tocara fondo fueron mis hijos. Fue complicado, me costó mucho salir. Lo de mi madre fue un golpe terrible y lo de mi gurí chico también", reconoce y pasa a relatar lo que sucedió con Lorenzo. "Tuvo una mala rotación del intestino y lo tuvieron que operar apenas nació. Fue en Roma, y la verdad que por suerte fue allí, porque en el hospital "Bambino Jesus", que está cerca del Vaticano nos trataron muy bien. Es un hospital público donde están los mejores pediatras de Italia. Los casos graves van todos para ahí. Le salvaron la vida. Y el día que lo operaron era el cumpleaños de mi mamá. No sé si fue coincidencia o algo, pero los médicos nos decían que su recuperación había sido un milagro. Fue un momento muy difícil para nosotros porque estuvo dos meses en terapia intensiva pero, por suerte, ya pasó".

"Soy un poco cerrado", argumenta sobre el motivo por el que nunca buscó ayuda sicológica. En enero, después de entrenar dos meses en Danubio, el técnico Leonardo Ramos le propuso que firmara contrato. "En Danubio volví a sentirme jugador. Entrenar me ayudó muchísimo a salir del momento que estaba pasando. Mi idea es quedarme, ir paso a paso. No quiero pensar en nada más que no sea ponerme bien y sentirme cada día mejor. Tengo que ir partido a partido; después se verá", dice sobre lo que espera del futuro. Por eso tampoco se plantea soñar en celeste. "Todo jugador quiere volver a la selección, pero voy paso a paso. Tengo la cabeza acá, tratando de dar lo mejor para Danubio".

Los de la Curva de Maroñas alcanzaron, tras su triunfo frente a Nacional, la punta del Clausura, un torneo que aspiran a ganar sin dejar de lado la Libertadores. "La Copa está complicadísima, pero uno como profesional cada vez que entra a la cancha es para ganar. Hoy apuntamos a ganar el Clausura, pero tampoco tenemos que pensar mucho en eso sino ir partido a partido. Si seguimos jugando con esta intensidad, nos va a llevar a grandes cosas".

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En el Olimar. Con el pequeño Lorenzo, que ayer cumplió dos años, en Treinta y Tres.

HISTORIASSILVIA PÉREZ

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