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Un paso en falso

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Millones de dólares en danza. Apuestas deportivas que no se concretan. Goleadores que se equivocan feo cuando cambian de club.

"Porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren", canta Joaquín Sabina y su poesía, claro está, es perfectamente aplicable al fútbol. O mejor dicho: al romance que generan y mantienen los goleadores con sus hinchas. Pero como bien dice Sabina, el "amor cuando no muere mata", y esos hinchas que coreaban el nombre de sus ídolos terminan silbándolos cuando se van y los abandonan. No hay grises en la pasión del fútbol. O es blanco, o es negro.

¿Acaso el dinero es todo? ¿Por qué un goleador, un ídolo, abandona todo lo que ha logrado? ¿Por qué se arriesga a perderlo todo?

Habría que preguntárselo al colombiano Radamel Falcao cuando tomó la decisión de marcharse al Manchester United. Ya muchos tildan su llegada de "fracaso".

El colombiano, de 29 años, llegó al United a préstamo, procedente del Mónaco, a cambio de ocho millones de euros. Hoy recibe más silbidos que aplausos y sólo le restan 13 encuentros de "Premier League" para convencer a Louis van Gaal de pagar los 55 millones de euros restantes para pagar la opción de compra.

Con sólo cuatro goles en 19 partidos, no parece que el futuro del colombiano esté en la Premier League.

Después de una larga racha de lesiones, ha jugado sólo 1.148 minutos.

En sus cinco meses y medio en Manchester, Falcao ha jugado poco para los 356.000 euros semanales que percibe el delantero colombiano.

"Una noche más en la que Falcao no ha aportado nada", dijo el comentarista de la BBC y leyenda del Arsenal Martin Keown.

Falcao dejó atrás el amor de los hinchas del Porto y del Mónaco. Lo idolatraban.

Pero el colombiano no es el único que se pregunta si hizo bien en cambiar de equipo. El italiano Mario Balotelli también. Llegó desde el Milan al Liverpool a cambio de 20 millones de euros. Brendan Rodgers, desesperado por la ida de Luis Suárez al Barcelona, confió en el italiano, pero no ha logrado trascender. Sólo marcó dos goles desde su llegada y los hinchas ya empiezan a cuestionarse si su fichaje fue el correcto. Ni él ni los fanáticos están a gusto.

El brasileño Hulk era ídolo del Porto. Admirado y amado por los "torcedores" portugueses, se marchó al Zenith de San Petersburgo a cambio de 50 millones de euros. Su llegada creó discordia y polémica tanto en el fútbol ruso, como europeo.

Según informaron medios lusos, el precio total del fichaje de Hulk ascendió a 60 millones de euros, para los hinchas del Zenith "una locura", de acuerdo al bajo rendimiento del brasileño.

Pero no son los únicos que se equivocaron cuando dieron el "sí" a un traspaso. Gareth Bale era prácticamente intocable en Tottenham inglés, hasta que fue tentado por el Real Madrid que pagó casi 100 millones de euros por él. Hoy casi ni juega, y aparece muy de vez en cuando en el equipo.

Con Mario Götze sucede algo similar en el Bayern Münich. Dejó al Borussia Dortmund siendo un goleador y hoy prácticamente no es tenido en cuenta por Pep Guardiola. Los hinchas del Bayern le echan la culpa al entrenador español por el fracaso.

Millones de dólares en danza. Apuestas deportivas que no se concretan. Goleadores que se equivocan feo cuando cambian de club.

¿Quién no aseguró que Luis Suárez se había equivocado en dejar al Liverpool por el Barcelona? ¿Quién no dudó de la decisión de Edinson Cavani cuando se fue del Napoli al PSG? Hoy, los goleadores uruguayos son las excepciones a la regla y conquistan el corazón de sus hinchas.

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informeJOSÉ MASTANDREA

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