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Nahuel Tuya, el joven que decidió dejar el fútbol para luchar contra la depresión

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Nahuel Tuya. Foto: Faustina Bartaburu.

EL OTRO PARTIDO

A los 19 años decidió abandonar el sueño de ser jugador profesional y hoy no se arrepiente: “A la gente que sufre estas cosas le digo que se anime a hablar”.

Cuando el sueño de Nahuel Tuya estaba cerca, su cabeza no aguantó más. Ese pibe de San José que se fue a Montevideo con el objetivo de convertirse en jugador de fútbol profesional, le puso punto final a un periplo que pudo costarle muy caro, pero que frenó a tiempo para hoy disfrutar de las cosas simples de la vida.

Después de vivir episodios complicados en su entorno familiar, el fútbol parecía ser la vía de escape para el zaguero de 19 años que a principios de 2020 comenzaba a afianzarse en la Cuarta División del Montevideo City Torque, club al que llegó con 17 luego de hacer baby fútbol en River Plate y jugar en las formativas y Primera División de Central de San José, el club de sus amores.

Pero esa presión que el profesionalismo le instauró, ese deseo de querer progresar y triunfar, le terminó jugando una mala pasada a Nahuel. En marzo de 2020 volvió a jugar luego de una expulsión que le costó tres fechas, pero se vino la pandemia el viernes 13 y regresó a San José. “Salí a tomar unos mates con mi novia al parque para estar al aire libre y cuando volvía para mi casa, después de avisarle a mi madre que me saliera a buscar porque ya era medio tarde, me empecé a sentir muy nervioso y como con un peso en los hombros. Le dije a mi novia que debía ser porque había tomado mucho mate y seguí caminando. Se me apagó el celular. Una cuadra más adelante sentía los hombros cada vez más pesados y me pasó como en las películas cuando muestran que se están muriendo alguien y va perdiendo la vista. ¿Qué me está pasando? Decía internamente. Me empezó un fuerte dolor en el lado derecho de la cabeza y cuando respiraba se me complicaba, tenía el corazón a mil y en un momento dije ‘bueno Nahuel hasta acá llegaste, se acabó todo. El que te encuentre tirado que haga algo por vos’. Llegué a ese punto negro de no ver nada y como que resurgí, pero me pasaba como cuando estás durmiendo y pensás que te caés de la cama y saltás. Era una cosa así, una atrás de la otra. Caminé una cuadra más y estaban unos amigos. Pensé en tirarme al piso y que llamaran a la emergencia, pero en eso llegó mi madre y le pedí que me llevara ya porque me estaba muriendo”, relató a Ovación.

Nahuel llegó a la emergencia y lo primero que hicieron fue aislarlo porque pensaban que había contraído coronavirus, pero nada más alejado de la realidad. El diagnóstico fue crisis de pánico. Le dijeron que era algo común, sobre todo en jóvenes. Que había sido algo fuerte. En su momento le restó importancia y siguió con su vida normal, sin saber ni imaginarse que se venían cosas peores porque a los pocos días, mientras le contaba a su novia lo que había ocurrido, las crisis volvieron a aparecer. “Me tranquilicé y volví a la normalidad. Pero a los pocos días tuve la segunda. Estaba con mi novia tomando mate y comiendo bizcochos y cuando le estaba contando cómo eran esos síntomas, volvían a mi otra vez, la cabeza se me iba, tenía sentimientos irreales y era como que algo se desprendía de mi cuerpo. Le pedí que llamara a un taxi para ir a la emergencia. Sentía que se me apagaban las luces y que ya estaba”.

Después de ese episodio llegó la medicación. Ansiolíticos, antidepresivos y pastillas para dormir. Le recomendaron que fuera al psicólogo pero se negó. “Tomé mal la medicación, no acepté el tratamiento psicológico porque no podía creer que un dolor tan fuerte y grande necesitara solo de un psicólogo. Ahí pedí que me hicieran análisis de sangre, tomografía y electrocardiograma para descartar cualquier otra enfermedad porque no sabía qué era lo que me estaba pasando”.

Nahuel Tuya. Foto: Mateo Vázquez.
Nahuel Tuya en el Estadio Casto Martínez Laguarda de San José. Foto: Mateo Vázquez.

En medio de todo eso vino la depresión. Las crisis aparecían de a tres o cuatro veces por semana y mientras tanto, Nahuel ya empezaba a no querer saber más nada con el fútbol. “Fueron 10 meses de dolor y sufrimiento. Era un martirio para mí y muchas veces pensé en la muerte como única solución. Estaba esperando el ómnibus para ir a entrenar, lo miraba y decía ‘mirá qué rápido viene. Si en lugar de subirme me tiro abajo...’, pero otra parte de mí decía ‘no, Nahuel, vamos a entrenar que esto ya va a pasar’. Y era todos los días así. Sinceramente no quería estar en la cancha. Me hacía mal. Llegué hasta a tener crisis en una cancha. Me sentía solo y estaba mal, pero tenía ese sueño o responsabilidad de llegar a ser jugador profesional y esa prioridad que era darle lo mejor a mi familia”.

Nahuel Tuya. Foto: Mateo Vázquez.
La decisión de dejar el fútbol"Era todo un martirio no poder disfrutar y no poder ser feliz, porque detrás del jugador de formativas que estaba a punto de dar el paso había una persona que estaba sufriendo y que quería estar con su familia".

El tiempo pasaba, pero el dolor no. Nahuel Tuya seguía sufriendo. Estaba cerrado y a pesar del cariño y apoyo de su familia, no seguía los consejos. La pasaba mal y quería una escapatoria. En diciembre de 2020 se hizo una tomografía sin resultados adversos ni nada de qué preocuparse. “Estaba pendiente de ese resultado. Si me salía algo, que fuera lo que Dios quiera, pero yo no quería sufrir más. Estaba totalmente entregado. La depresión me consumió. Pero cuando tuve ese resultado y todo estaba bien, hice un click. Dije ‘bueno Nahuel, ya sabés que no tenés nada en la sangre ni en la cabeza ni el corazón, vamos a tranquilizarnos’. Era una lucha conmigo mismo porque no es que viene una persona y te mete un problema. Entonces ahí empecé a ver las cosas de otra manera, porque eran los últimos partidos del año y yo me los perdía porque entraba a las 10 de la noche a la emergencia y salía a las 10 de la mañana, cuando se supone que las crisis duran 20 o 30 minutos. Ahí sentía que estaba cerca, pero me hice el planteo: ¿quiero cumplir mí supuesto sueño o quiero ser feliz? Porque por un lado estaba encaminado, pero por otro me alejaba. Entonces llamé a mi representante y le dije que no quería jugar más al fútbol. Me dijo que lo pensara y yo le decía ‘pero vos no entendés el dolor que yo tengo’. Esto de las crisis de pánico, la ansiedad y la depresión en el fútbol es un tema tabú”.

Uno de los 15 tatuajes que tiene Nahuel Tuya. Foto: Mateo Vázquez.
Uno de los 15 tatuajes que tiene Nahuel Tuya. Foto: Mateo Vázquez.

Y Nahuel tocó fondo. Pero salió a tiempo. Se volvió a San José. Empezó el 2021 yendo muy poco a Montevideo y las crisis iban quedando atrás luego de comenzar el tratamiento con psicólogo, pero el 6 de febrero se suicidó Santiago García y eso fue un baldazo de agua fría para el maragato. “Eso me tiró abajo. Si el ‘Morro’ con toda su trayectoria y edad no pudo, ¿cómo iba a poder yo?”. Le dijo adiós al fútbol, publicó un mensaje en su cuenta de Instagram y la repercusión fue gigante. Desde futbolistas a personas que padecen crisis de pánico, ansiedad y depresión que le brindaban ayuda y otras que se la pedían. La vida del joven de 19 años cambió y después de tantos meses de sufrimiento, vio la luz, esa que parecía no encontrar nunca más.

LAS LLAMADAS

Desde "Josema" Giménez a Edinson Cavani

“Desperté de una siesta y vi que tenía un mensaje de él. Pensé que lo escribía su manager. Mirá si me iba a escribir Cavani... Pero Marcos Vitette (periodista de San José) me avisó que me iba a escribir Edi, me pasó el número e hicimos una videollamada. Hasta que no lo vi no podía creer que era él. Me largué a llorar. Me dio un mensaje de aliento y que me quedara tranquilo, que buscara lo mejor para mí y que iba a tener otra oportunidad en el fútbol. Lo mismo hablé con ‘Josema’ que es un referente para mí. A mis amigos les digo que me hice más conocido por dejar el fútbol que jugando (risas)”.

Lo logró con ayuda profesional, el amor de su familia y las ganas de salir adelante. “Sentía que mi nivel no estaba al máximo y que no podía explotar por ese dolor que llevaba adentro y que no solo me afectaba a mí sino también a mi familia y a las personas que me quieren. Quería buscar una solución porque no quería terminar en un suicidio. La vida son decisiones y así como me arriesgué a dejar el fútbol, me arriesgaría a volver, pero no hoy. Por eso a la gente que sufre estas cosas le digo que se anime a hablar, a buscar ayuda para salir adelante porque es un tema tabú y no se anima nadie a contarlo, pero siempre hay un psicólogo, un familiar o un amigo y hasta un desconocido al que se puede recurrir para pedirle ayuda”, contó.

Nahuel Tuya. Foto: Mateo Vázquez.
Nahuel Tuya. Foto: Mateo Vázquez.

Nahuel disfruta de su vida en San José y planea volver a jugar nuevamente al fútbol cuando la actividad regrese, pero en Central, el equipo de sus amores. Hoy busca trabajo y afronta el día a día. “Hay que arriesgarse y mirar el lado positivo. Siempre hay altibajos, cosas buenas y malas. Nos caemos en un pozo y hay días que estás mal y triste, y otros que te querés comer el mundo porque mirás para arriba y ves la luz. Hay que trepar porque el sol siempre vuelve a salir para todos”.

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