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Munúa: "una pretemporada de diez días... sólo nosotros"

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Munúa
Archivo El Pais

Igual que Juan Mujica en la gloriosa campaña del Nacional de1980, tras jugar años en Europa y volver a actuar en el fútbol uruguayo, Gustavo Munúa asumió como técnico de Nacional e introdujo un cambio de estilo, con más ritmo, presión e intensidad que las típicas de la actividad de cabotaje.

Hoy, 50 días después de renunciar e irse de vacaciones con la familia, despejándose la mente mientras recorría la pintoresca ruta 104 por la que se baja junto al Pacífico desde San Francisco hacia Los Ángeles, y con la calma que contagia la bucólica soledad que rodea su espléndida residencia de El Pinar, analizó por qué su “revolución” no se vio coronada por los resultados; y también por qué y cómo dejó el cargo.

—Ya pasó el tiempo, ¿hizo el duelo o un autoanálisis?

—Un poco de las dos cosas. La decisión no fue fácil, por el cariño que uno le tiene al club, yo llegué a Nacional con 8 años. Además, hace uno que me retiré como jugador y no había bajado ese cambio, no había estado sin equipo, pasé de jugador a entrenador, hoy sí…son momentos difíciles, sobre todo al principio, más que nada por los sentimientos; ya cargué las pilas y estoy con ganas de seguir aprendiendo, mejorando, y esperando nuevas oportunidades.

—¿Y cuál es la conclusión del autoanálisis?

—Y… que fue un año intenso: de aprendizaje muy bueno para mí en mi primer año como entrenador, porque dirigir a un equipo como Nacional no es fácil, es un equipo grande, con una gran hinchada, con muchas presiones, y haber podido estar un año… no pudimos cristalizar lo que hemos hecho con algún título, pero me parece que hubo una identidad del juego del equipo con el club, y para mí eso también es importante. El hincha me lo dice en la calle: se siente identificado, e incluso hay gente que no son hinchas de Nacional y me dicen que les gustó lo que planteamos.

—Un fútbol intenso, con presión, velocidad y dinámica sostenidas, algo que no es tan común en el fútbol uruguayo.

—Sí, de propuesta. Yo creo que el fútbol uruguayo puede jugar un fútbol de propuesta, no sólo de respuesta, que no digo que no sea válido. Nosotros (Nacional) también había partidos que los planteábamos de contragolpe, pero un contragolpe organizado, programado, no es defender con muchos y después tirar pelotazos para adelante.

—¿Cuándo y por qué le nace jugar de esa manera?

—En mi último tiempo de jugador. Apenas llegué de Europa me di cuenta de muchísimas cosas… a nivel local estamos muy lejos de lo que es el fútbol internacional: en infraestructura, en la manera de ver el fútbol, en no intentar hacer un fútbol más veloz y dinámico…yo sé, tenemos la dificultad de nuestras canchas: acá pensamos que porque tiene verde la cancha está bien, y muchas veces pueden tener pasto, verse bien desde la tribuna, pero están lejos de cómo tendría que ser para jugar un buen fútbol, o intentarlo; y a veces no es por un problema económico. No me gusta poner excusas, pero cuando jugamos con Rentistas en el Franzini, Defensor entrenó ahí un rato antes. En Europa eso no les cabe en la cabeza: no es un tema de plata.

—Ahí está el tema: ¿cómo se planteó desarrollar ese otro tipo de fútbol con este marco?

—Al ser compañero de la mayoría del plantel que dirigí, me dí cuenta por los jugadores que se podía dar un paso hacia adelante: jugar un fútbol con posesión de pelota, de paciencia, de protagonismo, velocidad, dinámica…con un estilo de propuesta, más que de respuesta; y los jugadores lo tomaron muy bien. Al fútbol se juega como se entrena y en nuestra metodología se trabaja todo eso hasta en el monito habitual antes de las prácticas.

—Pero…ese fútbol intenso, ¿se puede sostener en el tiempo con la idiosincrasia del uruguayo? ¿No se genera un desgaste?

—El buen fútbol de Nacional se vio. Claro, al final no se dieron los resultados.

—¿No hay relación: que como hubo lesiones y desgaste no hubo resultados?

—Pienso que no, en este último semestre pasaron muchas cosas que no nos permitieron concretar los objetivos que nos trazamos; pero para eso están los procesos, los proyectos…hay cosas que precisan más tiempo para inculcarlas. Hay que acostumbrarse a esa manera de entrenar con muchísima intensidad. Ahora, si vos sabés lo que querés para el club, si confiás en las personas que están a cargo del proyecto y que esa es la manera de cumplir los objetivos, se puede salir adelante. Obvio, en un club tan grande como Nacional el objetivo es salir campeón, y cuando no lo lográs te pueden entrar algunas dudas, pero si sabés lo que estás haciendo, te da confianza. Por lo menos para mí. Ahora, para el que no sabe…sí, le pueden entrar las dudas y desconfianza.

—Y en el medio están los resultados.

-Está claro que en el fútbol profesional se juega para ganar y salir campeón; pero hay un camino para ganar, y nosotros nos propusimos ser un equipo muy competitivo a nivel internacional, jugar de igual a igual con los grandes equipos de América, que es lo que más hoy te reconoce la gente en la calle: hacía mucho que no veía a un Nacional con esa sensación de que podía ganar en cualquier lado, de competir con rivales como Corinthians y Palmeiras…¡hoy los dos están primeros en el Brasileirao! Equipararte a esos rivales no es fácil. Y me parece que eso se logró. Queríamos llegar a que los partidos frente a esos equipos se definieran por detalles, como pasó con Boca,no que tengas cero chance de ganar casi de antemano.

—A nivel internacional no se logró el objetivo por detalles; ¿y a nivel local?

—En el Clausura el equipo dio un salto de calidad respecto al Apertura, pero ir por dos campeonatos no es fácil: de los 8 equipos que quedaron en la Copa, ninguno peleaba el campeonato local. Nacional, en cambio, lo peleó hasta la última fecha del Uruguayo; y a nivel internacional jugando ocho semanas seguidas, hubo muchas cosas… paperas, mucha gripe, y al final las lesiones musculares en jugadores de características similares: veloces, rápidos…

—¿Hoy haría algo diferente a lo que hizo? Por ejemplo, la rotación masiva contra Plaza.

—Yo confiaba en todo el plantel, y había jugadores con problemas musculares, otros suspendidos, algunos a los que queríamos darles descanso, y otros que estaban esperando sus oportunidades. Veníamos de un partido con Rosario Central de mucha intensidad, de mucho desgaste; y el miércoles siguiente jugábamos con River por la Copa, que para nosotros era un partido muy importante. Contra Plaza también, pero si queríamos llevar los dos torneos de la mano, la Copa pasa mucho más rápido y el torneo local da más oportunidades. No fue por un capricho que rotamos, había un por qué, estábamos mirando el monte, no el árbol. Sobre todo porque no se hizo una pretemporada acorde a lo que se iba a jugar.

—Pero, ¿por qué no se hizo?

—Porque acá no hay tiempo. Lamentablemente, nadie se da cuenta, o nadie lo ve, capaz que porque todo el mundo quiere ganar y que el equipo base juegue todos los partidos, pero se precisa un trabajo para que los cimientos estén fuertes, y cuando no tenés los días suficientes para preparar el equipo para la doble competencia que se viene, hay que ir rotando. Es una lástima que tengamos esos partidos (amitosos) de enero; estaría bueno jugarlos, pero un poco más adelante.

—Otra diferencia clave con Europa. Acá hay dos cortes cortos entre cada semestre, allá es uno solo y largo entre cada temporada.

—Claro, en Europa tenés 30 o 45 días de pretemporada tranquilo, podés hacer lo que querés hacer, y después empezás de a poco con los partidos amistosos. Acá no es así: una pretemporada de diez días... sólo nosotros, sobre todo para los equipos que después tienen dos competencias, eso es muy complicado.

"Cosas que me llamaron la atención"

Cincuenta días después que presentó renuncia, descansado y ya fuera de la vorágine propia del desempeño del cargo, Munúa no se arrepiente de la decisión adoptada: "Con las personas que tenía que hablar siempre fui claro, y nunca dudé de lo que decía o lo que me decían. Ahora, cuando vos sos claro y después de renunciar ves comentarios de personas que están dentro del club que te sorprenden, te das cuentas que tomaste una muy buena decisión. Dirigentes, y no... por ejemplo, (Hugo) De León: él ha dicho que no opina, que está sólo para los contratos, pero después estuvo opinando. ¿Entonces? Ahí es cuando te das cuenta que la decisión que tomaste estuvo bien. Hablar se puede hablar mucho, pero el tema es que tenés que saber para dónde vas, cuál es la línea que querés para el club donde estás, hablar por hablar es muy fácil; y yo, después que tomé la decisión, ví cosas que me llamaron la atención. Por eso me doy cuenta que tomé una buena decisión, que aún me duele, pero que en su momento fue la acertada".

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