A diferencia de los partidos ante Plaza Colonia y Rosario Central, el entrenador tricolor no rotó sus piezas y se fue triunfante.

Munúa va a haciendo camino al andar. Pruebas al canto: empezó a rotar el equipo en plena Copa Libertadores, y en su presentación ante Plaza Colonia en el Supicci, sorprendió con diez variantes en la oncena titular. No le fue bien. Cayó 2-0 y dejó escapar los primeros puntos en el Clausura.

Semanas después, ya clasificado a la segunda fase de la Copa, volvió a variar la integración titular, y afrontó el partido ante Rosario Central con algunos cambios. Cuidó a tres pilares que arrastraban tarjetas amarillas: Conde, ‘Colo’ Romero y ‘Nico’ López, pensando más en el futuro que en el presente. Tampoco le fue bien. Perdió ante los rosarinos 2 a 0 y quedó relegado al segundo lugar del grupo.

Anoche, después de haber pasado por esas experiencias anteriores, Munúa cambió, pero no tanto. Reservó sólo a un titular: Mauricio Victorino, uno de los de mayor trajín en el plantel. El zaguero había jugado diez de los últimos 11 partidos, y todos con máxima exigencia. La ausencia de Porras se debió pura y exclusivamente a su suspensión por acumular cinco tarjetas amarillas a lo largo del torneo.

No hubo rotación, sólo descanso para Victorino, y el equipo no se resintió, siguió con el ritmo copero, continuó con la racha ganadora, y sacó tres puntos más que importantes antes de una seguidilla durísima de partidos. A Nacional se le viene Boca por la Copa, Peñarol por el Clausura, y otra vez el equipo xeneize en la revancha de la Libertadores.

Munúa no rotó. No dio chances a dejar más puntos por el camino. Pelea a dos frentes. Hace camino al andar...

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