La selección sub 20 de Uruguay envió el jueves ante Colombia un mensaje de esperanza.

Con una autoridad increíble, con una personalidad digna de equipos que saben lo que quieren, los celestes dieron una lección de cómo afrontar las dificultades y dejaron claramente reflejado que en la preparación se inspiraron en el camino que recorrió la selección que orienta Tabárez. Ese símbolo de la refundación de la celeste.

Con un equipo corto, solidario y que no tiene grandes figuras individuales, pero cuenta con la fortaleza de la convicción, Uruguay patentó en el terreno que le podrán ganar, pero no les resultará sencillo.

La vorágine del calendario, de cuatro partidos en 10 días para la primera fase, y la irregularidad propia de la edad, conduce a imaginar que no todos los partidos van a ser como el del debut. Pero las señales que brindó la celeste de Coito permitieron proyectar un futuro con varios de estos jugadores en la selección mayor. Porque Nandez y Arambarri tienen todo el potencial para ser los Diego Pérez y Arévalo Ríos del futuro. De ellos depende seguir subiendo la escalera. Hoy, invitan a soñar.

EL ANÁLISIS