Leonardo Ramos aún no empezó a practicar y ya no tiene tranquilidad. Pero habla como entrena: con pasión.

Desde que fue nombrado como técnico de Peñarol, Leonardo Ramos no ha tenido un momento de calma. Muchas reuniones con Gonzalo De Los Santos y Carlos Sánchez para armar el plantel y su teléfono que no deja de sonar. "Ahora estoy un poco mejor, pero los primeros días fueron terribles. A la familia la veía poco. Y cuando estaba en casa el teléfono no paraba. Pero son cosas normales. En esta época que para la mayoría de la gente es de vacaciones, el entrenador de fútbol trabaja mucho", contó Ramos, para quien irse bien de Danubio era muy importante. "Todos saben cuál es mi sentimiento por el club. De repente para muchos no fue la mejor manera, pero esto es un trabajo, profesionalismo, y una opción como esta no se da todos los días", admitió.

Mirar videos es una de las tareas que más tiempo le lleva por estos días. "Te llaman todo el tiempo y te mandan 500 videos. No me queda otra que mirarlos. Y hay que saber separar una cantidad de cosas, porque hay gente que es amiga y de repente piensa que por eso le vamos a traer a un jugador. Y esto es nuestro trabajo y la amistad queda de lado, aunque no se pierde. Si el jugador no me llena, lo descarto", aseguró.

Dijo que "su" Peñarol será muy intenso. "Es una característica nuestra. Progreso era intenso en la B y en la A. Es parte de lo que le pedimos al jugador. En las prácticas los hacemos jugar con canilleras porque son como un partido. Se juega a morir. Un día, en un entrenamiento muy duro en Danubio, nos pasó que Joaquín Pereyra salió a cortar y se le salió el tobillo, le quedó para atrás. Yo nunca había visto algo así y casi me desmayo. Todos quedaron impresionados, pero le dije al médico que lo sacara que íbamos a seguir con la práctica. Todos me miraron y seguramente pensaron que no tenía corazón, pero hay cosas que se trabajan. La fortaleza mental hay que trabajarla. Es más, una de las primeras cosas que le pedimos a los médicos y kinesiólogos es que no entren por cualquier cosita a la cancha durante los entrenamientos. Salvo que un jugador esté roto", explicó.

Los equipos de Ramos suelen jugar con un 4-4-2. Pretende un equipo corto y ordenado. Con zagueros rápidos, hombres veloces por afuera y dos puntas. Hoy busca un 9 de referencia que acompañe a Junior Arias. "Nuestro equipo va a ser muy aguerrido, buscando siempre el resultado, como sea. A veces jugando bien y otras no tanto. Pero corriendo y dejando todo en el campo de juego. Es la manera en que uno ve el fútbol. Hoy no se puede jugar más caminando. Hay sólo un jugador que puede jugar caminando: Messi. Antes eran dos, pero Riquelme se retiró".

Con respecto al plantel, el técnico confirmó que de los futbolistas que terminan contrato sólo quiere a Marcel Novick. Y que ha armado otra lista con jugadores con los que no va a contar. "Pero quiero hablarlo primero con ellos. Me gusta decírselo yo. No me gusta hacerles lo que no me gustaba que me hicieran a mí cuando era jugador. La idea es decírselo por teléfono antes del 3, porque quiero arrancar solo con los que vamos a tener en cuenta".

Ramos se ha caracterizado por llevar a sus equipos jugadores prácticamente desconocidos que le dieron gran resultado. Un ejemplo: Jonathan Álvez en Danubio. Y en Peñarol le preguntaron al respecto. "No hay muchos, pero les hablé de un par, eso no significa que vayan a venir. En Peñarol se apunta a otro jugador. La responsabilidad es otra, el equipo es otro y además tenemos por delante una Copa Libertadores que es muy importante para el club".

Mucho se ha criticado a Peñarol porque supuestamente no le da tantas oportunidades a los juveniles. "Si veo un juvenil y está en buen momento, conmigo va a tener chance. Claro, en Danubio era más fácil porque sabíamos qué clase de jugadores había e hicimos debutar unos 25. Nosotros siempre hacemos las prácticas de fútbol con Tercera o Cuarta. Y nos ha dado mucho resultado. Uno va mirando cómo se comportan los juveniles. Si van al choque con un jugador de Primera, por ejemplo. Si son desfachatados. Me encantan los desfachatados. Hay jugadores que los ves y enseguida te das cuenta que pueden jugar en Primera. Me pasó con Federico Ricca, que en la primera práctica supe que si lo metía en la cancha rendía, y así fue. Es verdad que hay jugadores practiqueros, pero me doy cuenta enseguida. Llevo como 35 años en el fútbol", enfatizó convencido.

El entrenador sabe que deberá conquistar al hincha de Peñarol, pero se tiene mucha fe. "Estoy seguro que me lo voy a ganar y no lo digo de canchero. Estoy seguro que el hincha de Peñarol se va a sentir identificado con nuestro juego. Hoy la mayoría de los hinchas nos felicitan. Y confían por lo que vieron en Danubio. El otro día fuimos a comer y pasó uno que se ve que era de otro cuadro porque se acordó de mi mamá. Je".

El estadio lo impactó. "No había tenido la posibilidad e ir al estadio todavía y me sorprendió muchísimo. Es de primer nivel mundial, muy bueno. Peñarol ha hecho una inversión majestuosa. Yo pasaba por la ruta todos los días por la Perimetral para ir a entrenar a Danubio y lo miraba de costado. Pero cuando llegás a la puerta y lo mirás de frente y cuando entrás, te llama la atención y te sorprende. Lo que tenemos que lograr es que los equipos que vengan a jugar a ese estadio sepan que se van a sentir visitantes. Y eso nace siempre de adentro de la cancha".

"Siempre he olfateado un poco porque he sido capitán en muchos equipos. A veces lo elegimos nosotros y otras veces lo elige el plantel. Somos abiertos en eso. Pero necesitamos varios líderes en el equipo. Pero no necesariamente deben ser hechos en el club. Ricca, por ejemplo, lo subimos a Primera y a los tres días ya era un líder. No voy a hablar de lo que pasó antes porque sería una falta de respeto", dijo Ramos.

SILVIA PÉREZ

PEÑAROLSILVIA PÉREZ