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Entre la maldición y el agua bendita

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Jonathan Rodríguez jugando para Uruguay. Foto: Archivo El País
Archivo El Pais

Jonathan Rodríguez y Stuani: la señal más firme entre todas las pruebas que ha hecho Tabárez.

Cuando Jonathan Rodríguez picó por la derecha y metió el pase bajo al medio, pese a que Stuani no pudo empujar la pelota hacia el arco vacío, los hinchas panameños intuyeron lo que se venía: una maldición; la del "minuto 80", como le dicen ellos, con datos estadísticos en la mano. O, tal vez, en el alma.

Es que el 7 de julio pasado, en el marco de la disputa de la Copa de Oro, Panamá vencía por 1 a 0 a Haití en Frisco, y un gol de Nazón a los 86 decretó el empate; sólo tres días más tarde, esta vez en Foxborough, la selección que dirige el colombiano Hernán Darío Gómez ganaba 1 a 0, pero Honduras igualó a los 81 con un tanto anotado por Najar; y el 22 del mismo mes, ya en las semifinales, Panamá se estaba clasificando finalista al vencer 1 a 0 a México, pero un gol de Guardado al décimo minuto de los descuentos (90 + 10´), obligó a ir a un alargue en el que —en medio de una gran polémica— terminaron imponiéndose los mexicanos.

Por eso, pues, cuando iban 81 del partido que Uruguay jugó el viernes pasado ante el local en el estadio Rommel Fernández, a los panameños no les asombró ver que otra vez el "Jona" les ganaba las espaldas a los zagueros rivales, se anticipaba a la salida del arquero y mandaba el centro para que Stuani metiera el gol del triunfo con justo cabezazo.

Era la maldición que persigue a Panamá, no hay caso; pero también, aunque suene contradictorio, el efecto que provocaron las gotas de agua bendita que representaron los arranques que protagonizó el atacante floridense luego de su ingreso por "Palito" Pereira para el inicio de la segunda etapa, sobre todo teniendo en cuenta las declaraciones que hizo Tabárez luego del partido, sobre todo al advertir que "yo no espero milagros".

Es cierto, no los habrá, muy especialmente en ese otro aspecto al que se refirió el entrenador celeste al advertir que "tenemos que atender la realidad", tras haber recordado que "nos faltan jugadores muy importantes", en clara y obvia alusión a Suárez y Cavani.

Sin embargo, el maestro ha realizado múltiples ensayos, incluso durante la disputa de la Copa América, y el que pareció dejar una señal —sólo eso— más firme en el sentido de que puede devolverle la agresividad perdida al ataque fue el que hizo con Jonathan Rodríguez el viernes pasado.

Es más, quizá no se trató de lo que hizo el floridense en forma individual, pese a que resultó gravitante, sino de las insinuaciones que dejó en conjunto con Stuani: la dupla funcionó, y no solamente en una jugada, sino en varias, lo que es un dato que parece ser como para tener en cuenta: aunque los panameños se lo achaquen a su maldición, fueron como gotas de agua bendita para lograr un efecto que, como dijo Tabárez, de aquí al 8 de octubre, cuando Uruguay debute con Bolivia en las Eliminatorias, no se puede conseguir con un milagro.

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selecciónJORGE SAVIA

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