Sin pretender ingresar en polémicas, pese a que el tema de las comparaciones invita indefectiblemente a orillar ese camino, hay que remontarse a las décadas de 1960, de 1970 o de 1980, dependiendo de los gustos futbolísticos y las pasiones, para poder disfrutar en el Campeonato Uruguayo de un jugador del calibre de Diego Forlán, quien aún, a sus 36 años, está en vigencia deportiva.

Con la llegada del mejor jugador del Mundial 2010 a la competencia local, el torneo se revaloriza para el mundo, pese a que sólo cambia su envoltorio con el 10. El resto del contenido es el de siempre.

Para Peñarol se abre un horizonte nuevo y un mundo de oportunidades. Con su imagen potenciará su campaña de socios y será la mejor herramienta de marketing que el club haya tenido en su historia (porque el marketing no existía en las épocas doradas). Utilizarán a Forlán como buque insignia para arreglar partidos internacionales y reforzar al equipo con alguna figura a la que le seduzca compartir equipo con Diego.

Eso sí: con su llegada, Forlán también cargará una gran mochila. No tan pesada como la que llevó en otros clubes, pero sí que será muy especial, porque en Uruguay es todo más difícil. Lo mirarán con lupa. No obstante, tiene experiencia para sortear con éxito los obstáculos.
Con Forlán gana Peñarol, gana el fútbol uruguayo. Y como futboleros, todos los disfrutaremos en la tribuna.

A UN TOQUE - luis eduardo INZAURRALDE