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De aquellos leones a estos volantes modernos

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Foto: Reuters

Uruguay dejó atrás una época con el "Cacha" Arévalo Ríos y el "Ruso" Diego Pérez, para apostar al buen pie de las generaciones venideras.

Marca: los gladiadores que ya no están

Garra y corazón. Dos palabras que identificaron a cualquier volante uruguayo. ¿Ejemplos? Cientos, pero de los últimos años, el “Ruso” Diego Pérez, fue todo un símbolo de entrega, lucha y marca. También Walter Gargano un “todo-terreno” del mediocampo, que se acopló con un Egidio Arévalo Ríos que le daba algo más de fútbol y de dinámica al medio.

Pero Tabárez jamás renegó al buen fútbol. Es más: su sistema madre -dicho por el propio maestro- fue siempre el 4-3-3, pero no lo pudo plasmar, tampoco el 4-3-1-2, porque no hubo rendimientos buenos en aquellos volantes a quienes le confió la generación de fútbol en la Celeste, como sucedió en pleno Sudáfrica 2010.

La lista de volantes para la Copa del Mundo 2010 incluía a Walter Gargano, Sebastián Eguren, Diego Pérez, Edigio Arévalo Ríos, Álvaro Pereira, Álvaro Fernández e Ignacio González.

Muchos de contención, algunos mixtos (Álvaro Fernández, Gargano) y uno netamente de creación, como “Nacho” González.

“Palito” fue más lateral que volante, y “Nacho” tuvo algunos minutos en cancha.

El fuerte de Uruguay -sensación de ese Mundial- estuvo en ese doble-cinco de entrega formidable, marca implacable, y generosidad física increíble. La dupla Egidio-”Ruso” Pérez fue determinante en esa campaña que dejó a la Celeste entre los cuatro mejores del mundo, y jugó de igual a igual a los europeos más poderosos.

La imagen se repetiría un año después en la Copa América 2011, cuando Uruguay lograba el título y tuvo -una vez más- como bastiones a los dos leones del mediocampo.

Cuatro años más tarde, ya no sería igual. En Brasil 2014, no fue el mismo rendimiento de los leones, y lo sintió la Celeste, más allá de la enorme baja de Luis Suárez.

Tabárez llevó a la Copa de Brasil a dos volantes más de creación: Gastón Ramírez y Nicolás Lodeiro, tuvo la mixtura del “Cebolla” Cristian Rodríguez y el “Tata” Álvaro González, pero no alcanzó.

El “Ruso” no jugó. Egidio no pudo repetir, y Gargano había bajado su producción.

El medio, ese medio batallador, no había podido imponer su fuerza.

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Mixtura: Con juego y "buen pie", mejor

Rusia 2018 puede tener en cancha a una selección uruguaya diferente. Con otro estilo, con más fútbol, y volantes modernos, de buen pie y trato de pelota.

Puede parecerse al del martes por la noche en Asunción si es que los jóvenes que están haciendo sus primeras armas en la selección mayor (Nahitan Nández, Federico Valverde) continúan creciendo y se potencian como futbolistas de primer nivel.

De hecho, esa mutación que ha sufrido el mediocampo de la Celeste ha sido por demás beneficiosa. Ante Paraguay tuvo dominio de pelota, más tenencia, mayor juego colectivo y también se generaron varias opciones de gol ante el arco guaraní.

La sociedad Valverde-Vecino fue un éxito. Y poco tiene que ver con aquella sociedad estupenda que tenían Arévalo Ríos y el “Ruso” Pérez, pero logró que se jugara más y se marcara menos.

Claro, rivales son rivales, y por eso el maestro Tabárez esperó a jugar con Paraguay, cuando ya el punto con Argentina le daba más aire a la Celeste en la Eliminatoria.

“No hago locuras con la selección. A Valverde lo conozco desde los 13 años. Los que decían que estaba tierno... no saben de lo que hablan”, tiró el entrenador tras la gran victoria ante los paraguayos en un reducto donde jamás se había podido ganar por las Eliminatorias, y se ganó con una conformación poco habitual. Con dos volantes modernos, que tienen buen manejo de pelota, que la pasan al pie y que abren brechas en la defensa rival, como en ese pase-cuchillo que metió Valverde -entre líneas- a Cavani, en el primer tiempo, y que bien pudo haber terminado en gol.

Vecino y Valverde se entendieron a la perfección. Y la mayor, se pareció a la Sub 20. Como cuando se juntaban Bentancur y el “Pajarito” para armar el fútbol de la Celeste con pelota al ras de piso y jugada desde el fondo.

Puede haber otro Uruguay. Ni mejor, ni peor, diferente. Con volante más modernos, mixtos, de esos que marcan, que cortan, pero que también juegan cuando tienen la pelota en sus pies. Habrá que esperar a Rusia. Ya queda poco. Y el pasaje está en la mano.

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