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Un jugador de otro mundo

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Foto: Archivo El Pais
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César Bernal fue quíntuple campeón mundial de pelota con Néstor Iroldi.

El "Perro" pasó al otro mundo, como se dice de costumbre; aunque los que lo vieron jugar, sobre todo en la especialidad de paleta española en pareja con el "Negro" Néstor Iroldi, y también aquellos que simplemente conocen la gloriosa historia que escribieron juntos en los trinquetes de América, Estado Unidos y Europa, saben que a los 79 años César Bernal no se fue de éste, sino de…también otro mundo.

Es lo que describe el maestro Tabárez — "era otro mundo"— cuando los periodistas europeos le preguntan por las grandiosas conquistas del fútbol uruguayo de otrora: "En Los Ángeles había un millonario que tenía un lote de jugadores (pelotaris) vascos, elegía a los dos mejores y los ponía a jugar un desafío contra nosotros por 200 dólares; como éramos campeones del mundo, teníamos que dar una ventaja: yo pegaba sólo por entre las piernas y César con el mango de la paleta; o jugábamos los dos agarrados de una mano, yo mirando al frontón, y él hacia atrás para el rebote. Una vez, jugando de esa forma, el único que le pegaba era Bernal, y nos habíamos jugado toda la plata. Así que al tanto N° 5 cambiamos, en vez de pegarle él, le pegaba yo; porque en cinco tantos, no sólo íbamos perdiendo, sino que ya me había dado cuatro paletazos, ¡no me daba tiempo a esquivarlo! Ahí le dije: César, cambiá, así vamos a perder toda la plata, ¡y todavía me vas a matar! ¡y cambiamos y ganamos!", recuerda hoy, a los 67 años, Néstor Iroldi.

Otro mundo. Décadas de los 60, 70, y hasta albores de los 80, cuando Bernal e Iroldi, jugando en pareja, fueron (ver aparte) cinco veces campeones del mundo de paleta española; en Francia, España y en el trinquete del Euskal Erría, en Montevideo, donde las noches en las que había partidos del mundial, se cortaba el tránsito por San José entre Cuareim e Ibicuy, porque el gentío no sólo desbordaba las instalaciones del club, sino que alteraba el ritmo habitual de la zona.

De ese mundo, pues, que a los ojos de hoy parece folklórico y hasta insólito, se fue el "Perro" ayer. Envuelto en la leyenda que fue tejiendo con el "Negro", desde comienzos de los 60 hasta que en 1986 perdieron la final del Mundial en Victoria, España, y como Bernal resolvió retirarse, Iroldi —aunque era más joven y le quedaba rollo— decidió "colgar la paleta" juntos.

Es que los dos llenaron una época del deporte uruguayo con tanto brillo, y de una manera épica en ocasión algunos de sus triunfos, que no en vano Obdulio Varela fue a recibirlos al aeropuerto cuando volvieron de Biarritz, donde lograron su quinta consagración mundial en 1981; reconocimiento que estuvo por encima de que Wanderers estableciera una mítica comunión entre las figuras de los dos "Negros": el "Jefe" de Maracaná e Iroldi.

Justo, si acaso, Bernal fue el "Obdulio" de aquella pareja de campeones, según el propio Iroldi: "Jugué en el primer nivel desde los 13 años, ví muchos pelotaris, de todas las épocas, y que hicieran de todo, pero como César ninguno; fue el mejor, sin duda. No sólo como jugador, sino como compañero y amigo. Yo era más relajado, disperso, y él me controlaba. Era un padre. Se paraba en el lugar de la cancha donde había que pararse, y era locatario en todos lados, no le hacía mella a nada".

Al amparo de la clase de ambos, y el temperamento ganador y dominante de Bernal, la pareja estuvo ¡10 años sin perder ni un partido! Algo de otro mundo. Como ese en el que está el "Perro" ahora.

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Foto: Archivo El Pais

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