Publicidad

¡Se juega!: 85 años de competencias

Compartir esta noticia
Campeonatos y campeones. Un gol de Liverpool a comienzos de la década de 1970, tiempos de la Operación Coraje, cuando los negriazules pelearon títulos y las canchas chicas solían recibir miles de aficionados cada domingo por el Campeonato Uruguayo. Arriba

El fútbol uruguayo estrena este 2017 nuevo formato de torneos, un capítulo más en la vieja y dura lucha por llevar más público a las canchas

Volvió el fútbol oficial con viejas y nuevas atracciones, viejos y nuevos problemas. Entre las novedades, se destaca la forma de disputa de la temporada: no tanto porque se retoma el calendario febrero-diciembre, luego de la experiencia de jugar "a la europea", sino por la aparición de un Torneo Intermedio entre el Apertura y el Clausura, destinado a cubrir más fechas con la pelota picando entre las anotaciones del almanaque.

Desde la implantación del profesionalismo en 1932, las decisiones deportivas estuvieron por supuesto vinculadas a los requerimientos económicos. Como ocurre en todos lados, los torneos domésticos deben recaudar para mantener la maquinaria en movimiento: hay que jugar para pagar los salarios de los futbolistas. Y si los torneos resultan deficitarios, la máquina se detiene.

Los dirigentes, con mayor o menor inventiva, buscaron organizar competencias que atrajeran público a las canchas. A los largo de estos 85 años no siempre lo lograron, olvidando a menudo que el interés por un certamen se va creando con la tradición de partidos memorables y triunfos valiosos que solo otorga la acumulación de los años. Apenas el Campeonato Uruguayo salvó esa prueba del tiempo. Nunca se probó, por ejemplo, una copa nacional, al estilo de la FA Cup inglesa.

Los primeros Uruguayos de la era rentada se disputaron a tres ruedas entre los diez clubes que formaron en 1932 la Liga Profesional: Peñarol, Rampla Juniors, Nacional, Defensor, Montevideo Wanderers, River Plate, Central, Bella Vista, Sud América y Racing, según las posiciones finales de la edición inaugural. Las buenas recaudaciones iniciales parecieron augurar la salud económica del sistema. Pero la venta de entradas fluctuó mucho con los años, remontada (a veces) por grandes campañas o grandes jugadores. Y los déficit estuvieron siempre a la vuelta de la esquina.

Es común la expresión "círculo de privilegio" para nombrar a la primera división. En la década de 1930 era realmente un grupo privilegiado, porque no existían ascensos ni descensos. Fuera de los diez clubes nombrados, el resto competía en la divisional Intermedia, cuyo premio era una definición ante el último de la Liga Profesional, que generalmente se resolvía a favor de este. Recién en 1942 se creó la Primera "B" y el régimen de ascenso.

En 1935 el Uruguayo pasó a jugarse a dos ruedas, lo cual redujo la duración de la temporada oficial. Para llenar el vacío se instauró el Torneo Competencia, aunque recién en 1941 se estabilizó en el calendario. No era otra cosa que una rueda de los mismos equipos, previa al Uruguayo. Para aumentar la atracción, se resolvió agregar un tercer título, el Torneo de Honor, que consistía en la suma de los puntajes del Competencia con los de la rueda inicial del Uruguayo. En total eran 27 fechas (30 cuando la primera división pasó a ser de 11 equipos). El resto del año se llenaba con las participaciones de la Selección en los frecuentes Sudamericanos, mientras Nacional y Peñarol disputaban amistosos. La actividad de los jugadores de los clubes chicos era menos continuada y de hecho, casi todos tenían su empleo fuera del fútbol, incluso los futbolistas de los grandes.

En la década de 1950 nació un nuevo campeonato, el Torneo Cuadrangular, que reunía a los cuatro mejores del anterior Uruguayo. Si bien eso implicaba que siempre habría un clásico, el certamen nunca llegó a apasionar.

Los años 60 trajeron la Copa Libertadores de América. Fue el gran objetivo inicial de aurinegros y tricolores, por lo cual el resto de la actividad interna, salvo el Uruguayo, pasó a segundo plano. Hubo alguna edición más del Competencia, pero al final desapareció sin pena ni gloria. Incluso cuando no jugaban la Libertadores, los grandes se iban de gira por el exterior, ya que debían bancar cotizados planteles.

Entre 1960 y 1962 se registró además el primer intento por llevar el fútbol oficial al interior, con la Copa Artigas. Salvo la primera edición, ganada por Defensor, fue una experiencia fallida, como otros certámenes que apuntaron a la llamada "integración", hasta que algunos clubes del interior ingresaron a los torneos de la AUF en la década de 1990.

Para extender el calendario, entre 1969 y 1971 el Uruguayo añadió una rueda final entre los seis mejores, acumulando el puntaje anterior, mientras que el resto jugaba para escapar del descenso. Supuestamente se competía por posiciones trascedentes, pero frecuentemente todo estaba casi definido cuando se llegaba a esa instancia.

En 1975, cuando para los grandes la Libertadores se convirtió en una meta más lejana y las giras ya no eran tan frecuentes, la AUF decidió establecer una temporada oficial de diez meses, que garantizaba actividad continuada para todos: el Campeonato Uruguayo (generalmente desde marzo), un torneo posterior llamado Liga Mayor y el gran postre veraniego, la Liguilla, con los mejores seis del año compitiendo por ingresar a la Libertadores. Este último certamen resultó un gran éxito en sus primeros años.

Con el tiempo, el segundo torneo fue cambiando de nombre. Incluso volvió a llamarse Competencia y una vez más convocó a clubes del interior, pero esas variantes nunca llegaron a despertar atracción.

En 1994 llegó el otro gran cambio. En vez de un Uruguayo a dos ruedas, nacieron los torneos Apertura y Clausura. La idea se tomó de otros países, aunque a diferencia de Argentina, donde eran certámenes totalmente independientes (lo cual resultaba en dos campeones para una sola temporada), aquí se estableció la disputa de finales para lograr un único campeón.

Desde 2005, además, el calendario siguió el esquema europeo, por lo cual la temporada pasó a comenzar en agosto y finalizar en junio. Las supuestas ventajas de este cambio nunca quedaron claras y este año se vuelve a lo tradicional: el campeón uruguayo 2017 empieza a jugar este febrero y festejará su título a fin de año. Entre el Apertura y el Clausura habrá un Torneo Intermedio, con los equipos de primera divididos en dos series. Y los ganadores del Uruguayo y el Intermedio disputarán desde el año que viene la Supercopa.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Campeonatos y campeones. Un gol de Liverpool a comienzos de la década de 1970, tiempos de la Operación Coraje, cuando los negriazules pelearon títulos y las canchas chicas solían recibir miles de aficionados cada domingo por el Campeonato Uruguayo. Arriba

HACIENDO HISTORIA

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad