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Johan Cruyff: Un genio rebelde

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Johan Cruyff

Fue el fino símbolo de “La Naranja Mecánica” y plantó la semilla del Barcelona actual.

Más allá de los indicadores estadísticos de su trayectoria como jugador, pues luego fue entrenador y en ese rol los catalanes reconocen que ha sido quien plantó la semilla del estilo de juego que, de "Pep" Guardiola par adelante, es la grifa del Barcelona en los días actuales, Hendrik Johannes Cruijff —más conocido por Johan Cruyff— fue un futbolista fantástico, fuera de serie, digno de estar incluido en el olimpo de los más grandes de la historia, junto a Pelé, Maradona, Di Stéfano y Héctor Scarone, aunque un altar más abajo.

Hijo del dueño de una frutería de Ámsterdam quien también hacía de canchero en el cercano estadio del Ajax, el club que en 2007 retiró la camiseta N° 14 en su homenaje cuando cumplió 60 años, pues fue con la que en el comienzo de la década del 70 se identificó y explotó para el mundo jugando por el club y la selección de Holanda, Cruyff fue un "10" clásico, de buen pie, exquisito, de cabeza levantada, cerebral, inteligente, elegante, y sobre todo dinámico, que además surgió y creció, igual que si hubiera sido tocado por una varita mágica, como la estrella señera de un estilo colectivo que todavía hoy luce rebelde, revolucionario y hasta contestatario de lo que era el poder constituido de las formas de juego en el fútbol mundial de hace casi 50 años: todo eso que fue también, a través de su modo de pensar y actuar, afuera de la cancha.

Es que el símbolo más genuino de "La Naranja Mecánica", o el "fútbol total", un prolijo funcionamiento de equipo sin puestos fijos que para muchos Rinuls Michels —su mentor— transplantó del básquetbol y tuvo su fragua en el Ajax, antes de que Holanda lo difundiera a mayor escala en el Mundial de Alemania 74, Cruyff solía fumar hasta en el vestuario; en 1971, el club holandés, a la sazón campeón de Europa, renunció a la disputa de la Copa Intercontinental con Nacional, campeón de América, por la forma de pensar de su mejor figura, y no quiso venir a jugar a Uruguay, que tenía un gobierno con cuya esencia discrepaba; otro tanto ocurrió cuando, por un motivo similar, Holanda vino sin Cruyff al Mundial de 1978 en Argentina siete años más tarde; quizá en parte, fue también lo que pasó cuando el astro se retiró en 1984, no en Ajax sino en Feyenoord, su acérrimo adversario; y, en otro plano, parece haber sido lo que sucedió cuando le puso Jordi a su tercer hijo, lo que fue visto por muchos como una provocación contra la dictadura de Francisco Franco pues San Jordi es el patrono de Cataluña, algo por lo cual el entonces crack del Barcelona tuvo que viajar a Holanda para anotarlo con el nombre prohibido por las autoridades de España.

Fino, hábil, pensante, goleador capaz que definir una jugada iniciada por él mismo en su propia área y desplegada dentro el envase de un esquema táctico donde las posiciones fijas fueron abolidas por el mandato superior de la dinámica, Cruyff fue un jugador fantástico, dueño de una personalidad extraordinaria.

No en vano, Fernando Morena, que lo sufrió como rival en el Mundial del 74 donde Uruguay fue superado casi hasta el límite de la humillación futbolística por Holanda, y luego convivió con el esplendor de Cruyff en el Barcelona cuando fue a jugar a Valencia y Rayo Vallecano, lo define hoy como "un genio", además de agregar que "tenía una jerarquía tremenda, a mí me encantaba como jugaba, porque era un gran jugador extraordinario, pero de equipo, sacrificado; y después lo conocí personalmente en España, y nunca se ponía en primera persona, siempre tuvo un perfil muy bajo. Una sola vez lo ví enojado: fue cuando jugamos con Peñarol por la Teresa Herrera en el 74, Hugo Fernández lo agarró, y lo echaron".

Un fenómeno. Un grande cuyo nombre figura en el olimpo del fútbol mundial, junto a los de Pelé, Maradona, Di Stéfano y el "El Mago" Scarone; aunque, seguramente, un escalón más abajo.

Frente a Uruguay.

El 15 de junio de 1974, Holanda le ganó a Uruguay por 2 a 0 en Hannover; Mazurkiewicz hizo atajadas con las que evitó una goleada.

Contra los grandes.

En el Mundial 74, Holanda venció a Argentina por 4-0 y a Brasil 2-0; perdió la final por 2-1 ante el local: Alemania.

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