Alonso no sólo hace goles, también los da. Fue clave en el triunfo que dejó como único líder a Nacional.

Protesta porque le pegan. Abre los brazos porque lo ‘talan’. Iván Alonso está en la mira de todos. No sólo por su brazalete de capitán, sino también por ser el jugador de área más desnivelante que hoy tiene el fútbol uruguayo.

Anoche, una vez más, cuando Nacional no encontraba el rumbo (ni el gol), tomó la posta. Fue y fue. Cargó una y otra vez, obligó, presionó, y terminó logrando que lo pararan a los manotazos dentro del área.

Tras el penal, y su nueva conquista desde los 12 pasos, el partido fue otro. Pero por si algo faltaba para confirmar su incidencia en el trámite, llegó el segundo gol, a pura clase, tirando la pelota por encima del arquero.

Nacional enderezaba el rumbo del barco en medio de la tormenta, con Iván sosteniendo firme el timón.

Pero quedaba más. Porque Cerro no se quedó. Y llegó al empate. Y otra vez hubo que remarla.

La inspiración de Amaral, la inteligencia de Iván, y el oportunismo de "Papelito" Fernández, fue la fórmula que logró quebrar la igualdad. Quedaba más, por supuesto, porque de una pelota que parecía perdida (en la punta derecha del avance tricolor) terminó en el fondo del arco cerrense. Iván corrió, paró el balón, miró, y como si tuviese un taco de billar, metió la bola rasante a los pies de Barbaro. El argentino se sacó un rival de encima y puso el cuarto.

Iván, como casi siempre, fue el ladrón del Parque. Se "robó" todos los aplausos. Y los gritos de gol, claro.

Nacional no pudo contar con Gonzalo Porras y pese a la victoria, sintió su ausencia en el mediocampo. Para colmo de males, el tricolor perdió a Fucile (a los 37) y Munúa tuvo que modificar más la estructura, pasando a Romero al lateral derecho. El tricolor extrañó la dinámica, el quite, y el fútbol de Porras. Estuvo lejos del juego colectivo.

NACIONALJOSÉ MASTANDREA