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Iván Alonso hizo reaccionar a River, pero no alcanzó

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Foto: AFP.
NELSON ALMEIDA

El equipo de Gallardo deberá sellar la clasificación en el Monumental ante Trujillanos el próximo jueves.

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No puede salir de su laberinto. No tiene aquel sello que lo enseñaba como una estructura sólida, que entendía y leía como pocos equipos lo que el desarrollo pedía. Fueron los argumentos que lo llevaron a ser el amo del continente, con la seguidilla de vueltas olímpicas entre la Copa Sudamericana, la Recopa y la Copa Libertadores. El recambio no tiene la misma presencia, se nota, y defender la corona asoma como una tarea trabajosa, porque el conjunto no es confiable: tiene el libreto, le cuesta llevarlo al escenario. Y si le suma las ausencias de futbolistas con personalidad y experiencia para esta clase de encuentros, como Maidana y Ponzio, la cuesta se presenta más empinada. La caída 2-1 con São Paulo lo perjudica más en el funcionamiento que en los números, porque sólo una catástrofe lo dejaría fuera de los octavos de final.

No la pasó excesivamente mal River, que en el juego fue superado por ráfagas de São Paulo. Es más, cerca del final estuvo cerca del empate, pero también es cierto que los brasileños pudieron haber cerrado el partido mucho antes. La gran diferencia estuvo en la efectividad de Jonathan Calleri. Justo un goleador identificado con los colores de Boca le quitó la sonrisa y lo obligó a tener que esperar a la última jornada -la semana próxima, ante Trujillanos- para finiquitar la tarea que inició con aplomo en Venezuela y que no puede sostener por su constante irregularidad. Calleri, que sostiene una efectividad elevada y es uno de los preferidos por los torcedores, quienes hasta le dedicaron una canción, fue difícil de contener. El referente de área, junto con Ganso, otra vez mostró el camino de los paulistas, que poco a poco van corrigiendo y oxigenando el ciclo del "Patón" Bauza, muchas veces cuestionado por los modos y las formas de los planteos.

Un anticipo, de cabeza, al que respondió Barovero con un puñetazo, fue el aviso de Calleri. Una escalada de Bruno, por el sector derecho, terminó en la primera conquista: la bajó con el pecho y, aunque el dominio de la pelota no fue perfecto, contó con la cuota de fortuna que acompaña a los artilleros: el balón rebotó en la espalda de Ganso y el N°12 remató con fuerza para doblegar a Barovero; en el segundo tiempo, Michel Bastos cobró una falta, en forma de centro, y Calleri lanzándose en palomita estiró el resultado. Más tarde, llegó la agresión de Vangioni, que le aplicó un cachetazo en el rostro, lo que le valió la expulsión al defensor. Y para cerrar el círculo, Bauza eligió cambiarlo -había sido amonestado- y que se bañe del cariño de los hinchas. Los números lo avalan, con siete festejos es el artillero de la Copa Libertadores, con un promedio de un tanto cada 48 minutos.

A esa altura, con el 2-0 abajo, el descontrol se adueñó de River. D'Alessandro, que por su casi ocho temporadas en Brasil jugando en Internacional, de Porto Alegre, tenía un duelo particular, que lo desconcentró, lo hizo por momentos perder los estribos y lo privó a los millonarios de ser punzantes. El descuento de Alonso, en el peor pasaje de River, alimentó un sueño que en el Morumbí, por momentos, pudo haberse convertido en una pesadilla.

Foto: AFP.
Foto: AFP.

VIDEOLA NACIÓN/GDA

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