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Increíble relevamiento: Montevideo tiene miles de canchas de fútbol y cada vez hay más

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El fútbol montevideano y sus muy variados escenarios.

NUEVO LIBRO

Desde el Estadio Centenario a los campitos y los juegos infantiles en una investigación de Pierre Arrighi

Desde el Estadio Centenario colmado de glorias hasta los campitos suburbanos y los juegos infantiles, Montevideo tiene miles de canchas de fútbol y su número sigue creciendo, según lo comprueba un libro del investigador franco-uruguayo Pierre Arrighi. Desde Francia, donde reside, y a través de las herramientas de Internet, Arrighi investigó cada centímetro del departamento hasta completar el relevamiento, que le dejó numerosas conclusiones sobre esta pasión de los montevideanos.

Arrighi es autor de diversos libros, en particular sobre las conquistas mundiales celestes,la trama de la FIFA y la verdadera historia de su presidente, Jules Rimet.

Su principal deducción: “Montevideo sigue siendo una ciudad del fútbol. Y no hay una baja del espacio de juego disponible pese al crecimiento urbano. Al contrario. Cada año se suman de 60 a 100 canchas más, de todo tipo, en las cooperativas, en los liceos y escuelas, en las plazas, en los complejos de fútbol 5, en los complejos de juveniles, y hasta increíblemente, en el centro mismo de las manzanas de los barrios más densos, en medio de vegetación alta y de palmeras”, destaca. Su trabajo contabiliza con precisión todos los campos de juego, pero ese es un dato que prefiere reservar a sus lectores.

“Lo que ha cambiado mucho es que ahora la cancha está necesariamente estructurada. Si no, te roba el espacio otra actividad, como el estacionamiento o el basural. Paralelamente, hay una privatización del espacio de juego que, en proporciones cada vez más importantes, deja de ser de acceso libre”, señala Arrighi. De la misma forma, critica que muchas de las nuevas canchas no ofrecen espacio para espectadores. “Ignorar al público es rebajar el juego”, asegura.

“Este trabajo es una geografía del fútbol de Montevideo -explica el autor-. Se presentan todas las canchas del departamento, desde las canchas jardín de las casas utilizadas para el fútbol infantil o familiar hasta los estadios de nivel, que son muy pocos. Son tres tomos. El primero presenta una cartografía completa de Montevideo con todas las canchas detectadas dibujadas a escala y las fotos satelitales o callejeras que les corresponden. Estamos hablando de miles, no de decenas de canchas. El segundo tomo describe cada una de las canchas en tipo, tamaño, calidad, instalaciones y contexto. El tercero analiza todo ese material: aún no salió. Hasta hoy publicamos los tomos 1 y 2”. Los libros son impresos por una editora alemana, BoD, y se consiguen únicamente en el circuito internacional (amazone.com o Amazone.com.br, etc).

“La idea partió del libro Montevideo, la ciudad del fútbol y fue establecer una cartografía dinámica de las grandes canchas. De ese libro me inspiró también la cita del entrenador Angel Cappa que, cuando vino con Menotti a Peñarol dijo que Montevideo era ‘un campo de fútbol con casas’. Además, en ciertas discusiones con historiadores como Carlos Demasi surgió el tema de la desaparición de las canchas de Montevideo. Un buen día empecé a interrogar a los especialistas: ¿cuántas canchas quedan en Montevideo? Nadie sabía... ”, comenta.

Como diseñador gráfico y con muchos trabajos de cartografía realizados, Arrighi comenzó a analizar las imágenes de Google Maps y Google Earth, recorriendo sistemáticamente un damero con casillas de dos kilómetros por dos. En caso de dudas recurrió a las vistas callejeras de StreetView y sobre las capturas de pantalla de las vistas satelitales comenzó a trazar las canchas. Intentó, con poca suerte, tomar contacto con algunos propietarios para los “casos difíciles”. En cambio, contó con la gran ayuda de un joven periodista, Germán Miraldi, que fue a diferentes lugares, hizo entrevistas y tomó fotos. Toda la tarea insumió más de cuatro años.

LO INSOLITO. El resultado de la tarea, según Arrighi, es un material que le permitirá al lector “ver” a Montevideo como una ciudad del fútbol, con la calidad de los escenarios, sus zonas y sus características. Y también cosas insólitas, que a su juicio “reflejan la cultura que es el fútbol en el Uruguay”.

“Por ejemplo, una cancha dentro de un aeropuero, no lejos de la pista. Los grandes complejos de los militares. Las insólitas estructuraciones de las canchas del tipo patio de colegios, liceos, centros de salud, como los patios del IAVA que son una zona de juego excepcional. Cosas difíciles de entender, como la cancha de la Presidencia o la utilización del parque del Instituto Nacional de Ciegos como un complejo de canchas, pésimas es verdad, pero bien reales. Algunas joyas del baby fútbol con clubes que dan la pauta del amor familiar en la confección de una miniatura cuidada, con tribunas, césped bueno, sistema de riego, iluminación. Y también encontrará la mala cara, el mal estado general de los estadios y de las canchas; la gran cantidad de canchas orilleras pésimas”.

El investigador advierte que las canchas de fútbol también“muestran la verdadera y radical estructura de clases del parque montevideano”. En ese sentido, “las canchas de los colegios y liceos de la alta burguesía uruguaya son un lujo, superior incluso a las de los clubes ricos y a los complejos de los clubes de Primera. Al lado de eso, ves el estado de las canchas en toda la zona urbana periférica y te dan ganas de llorar”.

“Lo notable de este enfoque satelital es que se ve por qué el fútbol ha conquistado una parte importante del planeta: es un juego elástico. Todo es elástico: la cancha, la pelota, la cantidad de jugadores. Esa plasticidad total es la fuerza propia del fútbol”, subraya. Sin embargo anota una tendencia a la rigidez: “Los travesaños fijos son ahora o muy altos o muy bajos, y ves niños de seis años pateando pelotas número cinco duras como piedra. Nosotros teníamos pelotas más chicas o de goma o medio desinfladas, y nos importaba jugar más que imitar. Creo que habría que inventar arcos con travesaños que se puedan subir y bajar”, propone.

El relevamiento mostró que incluso en la zona urbana del departamento existen canchas en todos los rincones posibles. Por ejemplo, en la zona delimitada entre el paso de las Duranas, el Parque Viera y la residencia presidencial, bordeando el Miguelete existen unas 65 en un cuadrado de menos de dos kilometros de lado. A orillas del Miguelete hay un verdadero polo con el Club Cosmos, Wanderers AUFI, River Plate AUFI, Stockolmo Baby Fútbol, Urunday Universitario.

En la franja intermedia entre los sectores urbanos y la parte agrícola se multiplican los complejos. El récord lo bate la zona sobre el camino Carrasco, del Brendan’s School y el Polideportivo Carrasco hasta el Nuevo Carrasco Polo Club, pasando por los complejos del Seminario, La Mennais, Santa Rita, Defensor, Los Álamos y St Patrick’s College.

“Ahí se ve la persistencia de la tradición del deporte inglés con finalidad educativa. Unas 150 canchas de calidad que se siguen casi sin discontinuidad y forman el lujoso pañuelo de nuestro fútbol celeste”, asegura.

Arrighi se muestra sorpredido por cosas que descubrió. Por ejemplo, un niño captado por una vista de StreetView que en el fondo de la casa pintó áreas de cal y puntos de penal, el patio en damero del hospital Vilardebó en donde las mujeres juegan al fútbol o una esquina de fábricas con cantidad de arcos pintados en los altos muros de ladrillos. “Me impacta negativamente el pésimo estado de las canchas en las cárceles, o que en un país laico como el nuestro, cada iglesia tenga una cancha multideportiva impecable y la escuela pública al lado solo una cancha de tierra en estado de abandono”, dice.

Y agrega: “Siempre me sorprenderán esas canchas artesanales con arcos de palos clavados y torcidos, con redes gruesas negras, donde niños nuestros juegan a diario, entre piedras, papeles y barriales, que resisten al tiempo y al paso de los años”.

“Las historias del fútbol parecen considerar que solo existe el fútbol de los estadios, de las canchas grandes de primera. Es un error absoluto. Sin fútbol en los baldíos no habría ni Pelé ni Maradona, no habría tampoco un Uruguay con tres mundiales seguidos en 1924, 1928 y 1930”, afirma.

Canchita
La rambla Sur también reserva espacios para el juego, que involucra a los niños.

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