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La increíble historia del gerente comunista

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Celestino Mibelli, a la derecha, con sombrero y paraguas, a comienzos de la década de 1950 junto al entonces presidente de la AUF César Batlle Pacheco y el expresidente de Nacional Rodolfo Gorriti.

HACIENDO HISTORIA

Impulsor del viejo River Plate F.C., al mismo tiempo era diputado combativo y experto en los reglamentos del fútbol uruguayo.

Celestino Mibelli, a la derecha, con sombrero y paraguas, a comienzos de la década de 1950 junto al entonces presidente de la AUF César Batlle Pacheco y el expresidente de Nacional Rodolfo Gorriti.
Celestino Mibelli, a la derecha, junto al entonces presidente de la AUF César Batlle Pacheco y el expresidente de Nacional Rodolfo Gorriti.

El fútbol uruguayo de la era amateur tuvo figuras tan versátiles como Isabelino Gradín, delantero de Peñarol y la Selección y al mismo tiempo campeón sudamericano de atletismo. O Pedro Petrone, que en pocos meses pasó de arquero del Charley a centrodelantero goleador de la Celeste. Y Andrés Mazali, que hizo el camino contrario: a veces jugaba como delantero y terminó siendo el golero campeón olímpico en 1924 y 1928.

Pero seguramente en aquellos tiempos no hubo personaje tan increíble como Celestino Mibelli, quien al mismo tiempo era diputado muy radical del Partido Comunista y gerente muy formal de la Asociación Uruguaya de Fútbol.

Mibelli (1882-1969) estuvo vinculado al fútbol desde muy joven. En su casa de la Ciudad Vieja comenzó su trayectoria el River Plate Football Club, el equipo de canillitas y estibadores de la Aduana que después de vencer los prejuicios de clase social ingresó al fútbol de la Liga Uruguaya y fue cuatro veces campeón en el período amateur.

Junto a su hermano Roberto, Celestino continuó después como periodista y fue de los primeros cronistas futboleros, cuando además de brindar las noticias del deporte debían enseñar sus secretos a los lectores primerizos.

Más tarde fue dirigente y se convirtió en el principal colaborador de Héctor Rivadavia Gómez, hombre de Wanderers y fundador de la Confederación Sudamericana de Fútbol en 1916.

Lo llamativo de esa sociedad consistía en que Gómez era colorado riverista (conservador y opositor a José Batlle y Ordóñez), mientras que Mibelli era de izquierda, había sostenido ideales anarquistas y en ese momento militaba en el Partido Socialista.

Por esa época, Mibelli sostuvo una larga polémica con Batlle y Ordóñez a través de las páginas de El Día, cuando este era el principal líder político del país y Mibelli el secretario general socialista. Discutieron a lo largo de varios días sobre la pertinencia del ejército en un país como Uruguay, las formas de transformación de la sociedad, el capitalismo, el socialismo y el marxismo. La polémica fue recogida por un libro del historiador estadounidense Milton Vanger, destacado investigador del período batllista.

En 1919, Celestino fue elegido diputado por el socialismo junto a Emilio Frugoni. Sin embargo, pronto encabezaría un sector partidario radicalizado como consecuencia de la Revolución Rusa de 1917. En abril de 1921, este sector decidir seguir las ideas del líder soviético Vladimir Lenin y por amplia mayoría pasó a constituirse en el Partido Comunista del Uruguay. Y Mibelli se convirtió en su primer secretario general. Frugoni, mientras tanto, se vio obligado a refundar el Partido Socialista junto a sus más fieles seguidores.

Aquellos comunistas iniciales eran tan rotundos en sus posturas que concurrían al Parlamento vestidos de overol y se negaban a votar cualquier ley, ni siquiera las dirigidas a mejorar la condición de los obreros, porque en su opinión esas leyes los “adormecerían”, volviendo más lento el camino hacia la revolución.

Sin embargo, cuando concurría a la Asociación Uruguaya de Fútbol, Mibelli estaba lejos de la imagen del militante de barricada. No solo vestía el traje formal tan habitual entre los adultos de su época, sino que era un hombre de diálogo amplio. Por su dominio de los reglamentos era conocido como “doctor de fútbol” o “el Rimet rioplatense”, en referencia al entonces presidente de la FIFA, Jules Rimet.

Los hermanos Juan Antonio y Mateo Magariños Pittaluga, en su legendario libro Del fútbol heroico (1942) citaron las conversaciones entre el dirigente y un grupo de damas de alta sociedad argentina, a bordo del barco que venía de Río de Janeiro, donde se había disputado el Sudamericano de fútbol.

“A medida que el vapor nos acercaba a Montevideo -relataron los autores-, Mibelli fue conquistando las simpatías de los turistas con su conversación amena y agradable, y cuando la nave atracó a los muros de nuestro puerto nos despidieron con afecto. La señora interrogadora, al estrechar la mano de don Celestino, con intención que nos emocionó, no sabemos por qué, le dijo: ‘¡Si el viaje hubiera sido un poco más largo me hago comunista!’”.

Más adelante, sin embargo, al propio Mibelli le tocó sufrir esas radicalizaciones. Cuando Stalin asumió todo el poder en la Unión Soviética tras la muerte de Lenin en 1924, el Partido Comunista uruguayo inició una etapa de rígido disciplinamiento interno. Finalmente fue expulsado de sus filas en 1927 por “frecuentes actos de indisciplina”, debido a algunas posiciones sostenidas en la Cámara de Diputados, según argumentaron entonces sus excamaradas. A partir de entonces Mibelli abandonó la actividad política y se concentró en su trabajo en el fútbol.

En 1932, Mibelli tuvo un papel importante en el nacimiento del Club Atlético River Plate, acercando a las partes para la fusión entre Olimpia y Capurro que creó el nuevo equipo para disputar el primer Campeonato Uruguayo profesional. Durante años continuó en la gerencia de la AUF hasta que renunció por desinteligencias con su entonces presidente César Batlle Pacheco, hijo de Batlle y Ordóñez.

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