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Igual que las cenizas del volcán

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Capitán. Pacheco se va y, como la hinchada, “Japo” Rodríguez parece decirle: ¡Gracias!

El aplauso al "tic", "tac", "toc" de Antonio Pacheco quedó suspendido en el aire.

Hacía tiempo que "Tony" no se iba de la cancha así, con un aplauso tan cerrado, "pesado" de gratitud y reconocimiento de parte de la hinchada; aunque no por lo que ha hecho Pacheco por Peñarol en el pasado, sino por lo que jugó —o cómo jugó— ayer de tarde.

Claro, y obvio, tiene mucho que ver el resultado, por aquello de que "está bien lo que termina bien", y Peñarol ganó, que es lo que precisaba; pero Pacheco tuvo bastante que ver con eso que es lo más importante.

El "tic" con la cabeza y de contragolpe para que Zalayeta se le fuera en carrera (¡¡!!) al distraído Bueno y expusiera a la roja al zaguero bohemio en su último recurso para pararlo; el "tac" más fuerte y seco con la derecha para ejecutar la falta con una clase que, pese al vuelo de Burián, hizo pegar la pelota en el caño y dio lugar a que MacEachen agarrara el rebote y pusiera a Peñarol en ventaja; y el "toc", otra vez de contraataque, para distribuir la pelota desde el medio hacia la derecha, por donde llegaba en una misma línea Urretaviscaya, que metió el centro para que el "Japo" anotara el 2-0 llegando por el segundo palo.

Tres toques de distinción, casi sutiles, pero gravitantes, en el partido y, en lo que más vale: el resultado; por eso la hinchada, que a veces tiene al frío análisis golpeando a la puerta del alma para recordarle que "Tony" ya cumplió 39 años, y en ese debate íntimo guarda silencio frente a lo que hizo Pacheco en la cancha, porque a él sería de malagradecido recriminarle algo, ayer lo despidió con un aplauso largo, que se sostuvo en el aire como las cenizas del Calbuco hasta que su figura se perdió bajo el "techito" del banco.

Ahora bien, no parece que haya sido casual lo que pasó, antes y después de la salida del "Tony" de la cancha. Es que empezó jugando casi de punta junto a Zalayeta por la derecha del ataque (infografía A); luego jugó por el medio y detrás del atacante (infografía B); y más tarde lo hizo, también por el medio, adelante de Aguiar y Píriz, y en una misma línea con "Urreta" y el "Japo", cumpliendo una función que en los modernos esquemas del fútbol actual no es otra cosa que el "sucesor" del ya casi extinto enganche. Y el "Tony" es eso, por más que su clase le permita adaptarse a cualquier otro formato táctico.

De ahí lo que pasó en los 58 que Pacheco estuvo en la cancha, y también lo que pasó después, cuando ya no estaba: a Peñarol le faltó ese "tic", "tac" o "toc" para "liquidar" a Wanderers de contraataque; y la hinchada no sólo lo notó: hasta lo sufrió, en medio de una encrucijada que a Peñarol le cuesta dejar atrás, porque "Tony" está para jugar 60 al 100% de sus posibilidades, pero el equipo siente mal de ausencia cuando sale.

Será como dicen que dijo un técnico al irse de Peñarol: "No puede jugar...pero tiene que jugar"; por eso, quizá, la hinchada —y no sólo la más visceral de la Ámsterdam— lo despidió ayer con ese aplauso "pesado", que hacía tiempo no le dispensaba.

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Capitán. Pacheco se va y, como la hinchada, “Japo” Rodríguez parece decirle: ¡Gracias!

PEÑAROLJORGE SAVIA

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