EN BOLIVIA
El equipo de Mario Saralegui la pasó muy mal: perdió con Jorge Wilstermann 3-1 en Cochabamba e hipotecó gran parte de su futuro.
El objetivo y la obligación de Peñarol en Cochabamba era sumar. Ganar o empatar era un buen resultado para el carbonero. Pero se vino con las manos vacías y con muchísimos signos de interrogación.
Luego de un buen inicio de partido con gol incluido de Fabricio Formiliano a los 2’ de juego, todo se vino abajo. El mirasol de desmoronó.
El equipo uruguayo se replegó, le regaló la cancha y la pelota a un rival que sin tener una magnífica producción ofensiva, se dedicó más a aprovechar las franquicias de la zaga aurinegra y terminó sacando un gran resultado en su segundo partido oficial tras el parate por coronavirus.
Sí. Jorge Wilstermann solamente tiene actividad por Copa Libertadores y su primer encuentro fue contra Athletico Paranaense, mientras que anoche Peñarol disputó su partido 12 luego de haber vuelto a jugar el 9 de agosto.
Ni el rodaje le jugó a favor a un equipo mirasol que otra vez evidenció la falta de eficacia ofensiva, sobre todo en la primera parte cuando fabricó más y mejores jugadas que su rival, pero no tuvo puntería.
Capítulo aparte se merecen las desatenciones defensivas de un equipo que no encuentra solidez. Primero, una innecesaria falta de Jesús Trindade a Didi Torrico (estaba de espaldas al arco) le posibilitó a Carlos Melgar empatar de penal a los 11’.
Luego, Patricio Rodríguez (mide 1,70 metros) cabeceó entre los zagueros dentro del área para poner el 2-1 antes de que se terminara la primera parte y a los 52’ repitió, pero tras un flojo despeje de Formiliano, aunque “Patito” apareció completamente solo para definir cruzado y poner el 3-1.
Tal como pasó en Santiago de Chile, Peñarol desapareció en el segundo tiempo. El equipo volvió a recibir un gol y se vino abajo. No tuvo respuesta.
El cansancio en los jugadores (se jugó a 2.600 metros de altura) quedó evidenciado, pero la falta de funcionamiento, ritmo futbolístico y atención, mucho más.
El carbonero no tuvo chances claras más allá de un centro cerrado de Facundo Pellistri y un cabezazo de Fabián Estoyanoff en los descuentos.
Otra vez Mario Saralegui falló en los cambios y los que entraron tampoco respondieron, también evidenciando una clara falta de ritmo y rodaje. La actitud es importante, pero solo con eso no se gana.
Peñarol volvió a tener una vergonzosa actuación en el exterior. Perdió 3-1 con Jorge Wilstermann, quedó último en el Grupo 3 de la Copa Libertadores a falta de dos fechas para el final y hoy mirando el panorama deportivo, las matemáticas y el nivel del equipo, solo un milagro lo podrá depositar en octavos de final.