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Helenio Herrera, genio, fanfarrón, polémico: el hombre que inventó su propio mito

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Helenio Herrera
Coleccion Caruso

FUERA DE SERIE

Nació en Argentina, creció en Marruecos, fue futbolista en Francia y técnico ganador en España e Italia.

Estudioso, pragmático, hábil y a la vez estricto en el manejo de grupos. También fanfarrón, parlanchín y polémico, Helenio Herrera fue el inventor del “personaje director técnico”, el entrenador más famoso y con mejor salario que sus propios jugadores.

Por supuesto, él no inventó el oficio, que fue evolucionando a medida que fútbol se volvía más complejo. En Uruguay hubo personalidades importantes del otro lado de la línea de cal. Seguramente el primero identificado como “autor” de un equipo fue Ondino Viera con el Nacional de 1955-1957, más o menos al mismo tiempo que Herrera edificaba su propio mito. Pero HH fue el primer arquetipo del DT que arma la táctica, estudia a los rivales, aconseja a los jugadores y sobre todo es del equipo ante la prensa y el público. Un ejemplo: cuando le tocaba ser visitante en una cancha hostil, él salía antes al terreno, daba unas vueltas para que los hinchas lo silbaran hasta cansarse y luego le avisaba a sus dirigidos que podían salir tranquilos.

Si la doble inicial es un sello mediático, que convirtió a Marilyn Monroe en MM y a Brigitte Bardot en BB, él fue pronto HH. También lo llamaban El Mago, aunque algunos, por sus modos tiránicos, le decían “el Hitler del fútbol”.

Algunas de sus frases célebres: “Me preguntan por qué solo dirijo clubes grandes y es que los pequeños no pueden pagarme”. “Soy caro pero al mismo tiempo el más barato por el rendimiento que le saco a mis jugadores”. “Creen que soy omnipotente porque conozco todo y no es verdad, jamás conocí el fracaso”, “Yo polemizo porque las peleas venden más entradas a las canchas”. “¿Un libro? Yo, yo soy un libro”. Todo eso dicho en cualquier idioma: hablaba español, italiano, francés e inglés, y entendía árabe... 

Nació en 1910 (aunque en sus documentos anotó 1916...) en un conventillo de Buenos Aires, donde vivía un matrimonio de inmigrantes andaluces analfabetos que habían visto en Argentina la promesa de salir de la pobreza. No fue posible y cuando el niño tenía cuatro años la familia se mudó a Casablanca, en Marruecos. Se asegura que él supo recién de grande que era argentino de nacimiento: hubo un problema con su pasaporte francés y cuando fueron a buscar los papeles originales se encontraron con la inscripción “Buenos Aires”.

En Casablanca comenzó a jugar al fútbol y como Marruecos era colonia francesa resultó natural que siguiera su carrera en clubes de Francia. Con los años, él se encargó de adornar su trayectoria con éxitos que nunca alcanzó, como haber defendido a la selección bleu o haber conquistado campeonatos que nunca existieron. En realidad jugó por CASG París, Stade Français, OFC Charleville y Excelsior AC Roubaix, todos clubes pequeños, hasta que dio el salto al Red Star parisino, con el cual obtuvo su único título como futbolista, la Copa de Francia de 1942.

Terminó su carrera en otro equipo muy chico, el Puteaux. Allí ejerció la doble función de jugador y entrenador. Y se dio cuenta que lo suyo era el oficio de director técnico.

Luego fue a trabajar en España. Empezó en Valladolid y luego lo contrató el Atlético de Madrid, con el que ganó la Liga española en 1950 y 1951. Ya era famoso. Luego estuvo al frente de Málaga, Deportivo La Coruña y Sevilla en España y del Belenenses de Portugal, hasta que fue al Barcelona. Allí se dio el lujo de ganar dos ligas más (1959 y 1960), en el mejor momento del Real Madrid de Alfredo Di Stéfano.

El Barça le dio todo el poder sobre el equipo y el plantel. Eso le valió choques con la estrella, el húngaro Ladislao Kubala. Helenio consideró que era demasiado veterano para ponerse el cuadro al hombro y prefirió para ese papel a Luis Suárez, que no era por supuesto el salteño sino un gallego de gran talento que con los años sería técnico de la selección española. Esa decisión provocó estrépito en Cataluña, pero los títulos logrados lo respaldaron.

Hasta que Barcelona se midió con Real Madrid en la semifinal de la Copa de Europa de 1960. Era la oportunidad de cortar el gran ciclo continental de los merengues, pero el Barça perdió los dos partidos. Y Kubala no jugó ninguno.

Al otro día de la eliminación, HH estaba en Barcelona con unos periodistas franceses cuando vieron un pequeño tumulto por la calle. Eran hinchas discutiendo la derrota. Los periodistas desafiaron al técnico para que hablara con ellos y este, siempre listo para polemizar, aceptó. Los aficionados no solo estaban enojados por la ausencia de Kubala: corría el rumor de que Herrera prefirió perder porque ya estaba contratado por el Madrid. Al parecer, HH los convenció de que Kubala no podía jugar y que él odiaba al Madrid. El fotógrafo francés pidió una imagen con los hinchas y estos lo levantaron en andas. Otros aficionados, que estaban más lejos, no escucharon la charla y se enojaron más. Al final, el lío era tan grande Herrera y los periodistas se refugiaron en un hotel cercano, que resultó ser el hotel donde el Real se había alojado en su visita a Barcelona.

La consecuencia fue que el Barca lo cesó. Igual HH ya tenía todo arreglado, no con Real Madrid sino con el Inter de Milán.

En el Inter Herrera alcanzó la cúspide de su celebridad. Ganó tres veces el scudetto, dos copas de Europa y dos copas Intercontinentales. Y allí el Mago afinó todos sus trucos.

Fanático de la disciplina, se cuenta que tenía un detective contratado para seguir a sus jugadores. Luego, en el vestuario, advertía a tal o cual por alguna travesura, lo cual los dejaba sin palabras (pero al mismo tiempo él alimentaba las revistas de chismes con su fama de mujeriego). Concentraba casi toda la semana. Armaba la dieta del plantel. Estudiaba el fútbol hasta en los mínimos detalles. Por ejemplo, miraba películas de partidos cuando no existía el video. Y cada cosa que se le ocurría lo anotaba (su viuda contó que durante años tras su fallecimiento seguía encontrando libretitas suyas por la casa). Hoy muchos de sus colegas hacen lo mismo, pero en 1960 eso era visto como una excentricidad… o una genialidad.

Además, con el club de Milán ejecutó a la perfección el catenaccio, el sistema defensivo con un líbero detrás de la línea de cuatro, a tal punto que muchos creyeron que él lo había creado (en realidad fue el suizo Karl Rappan diez años antes). El cerebro del equipo era el propio Luis Suárez, cuya transferencia a precio récord exigió al presidente interista, el petrolero Angelo Moratti.

Pero todas las estrellas terminan agotando su luz. HH se fue del Inter a fines de la década de 1960 por un escándalo de doping. Volvió algunos años más tarde, sin repetir el éxito. También regresó a Barcelona en 1980 con más ruido que triunfos: el único fue la Copa del Rey de 1981, irónicamente en su último partido como técnico. Sin embargo, no desapareció del primer plano, porque fue comentarista cotizado en diarios y televisión. Falleció en 1997 en Venecia, donde vivía con su tercera esposa.
 

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