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No hay dioses en el proceso

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José Mastandrea

DESDE EL ARCO

JOSÉ MASTANDREA

José Mastandrea

La no clasificación al Mundial de Brasil de la selección Sub 17 de Uruguay fue un duro revés. Un golpe duro, de esos que cuestan digerir, principalmente por la manera en que se dio.

Uruguay tenía todo para avanzar después de haber hecho una muy buena primera parte, clasificando al hexagonal final. Y apuntaba como uno de los favoritos a clasificar. De seis, cuatro sacarían pasaje a Brasil. Y la Celeste llegaba muy bien.

Sin embargo, en el tramo final del torneo la ilusión se desmoronó como un castillo de naipes.

Derrota con Argentina, empate con Paraguay, victoria con Ecuador y dos caídas seguidas ante Chile y Perú hicieron trizas el sueño celeste.

Más allá de la eliminación, dolió la forma en que se perdió. Uruguay vencía a Chile 2-0 hasta los 15 minutos del segundo tiempo y terminó perdiendo 4-2.

Ante Perú perdía, lo empató cerca del final y en los descuentos el dueño de casa se impuso por 3 a 2, alcanzado una victoria “a la uruguaya” por la manera y el minuto en que se dio.

Obviamente, no da para dramatizar ni para desterrar a estos gurises que demostraron su valía, pero sí cabe una reflexión: el proceso asegura trabajo y orden; disciplina de selección, pero no garantiza triunfos ni clasificaciones. Lejos está Argentina de tener un proceso de selecciones, sin embargo hizo una notable campaña y fue la primera en sellar su pasaporte para Brasil.

Esta eliminación demuestra que todos somos de carne y hueso. No hay dioses ni todopoderosos. La cancha manda y el proceso es solo eso: un proceso.

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