Publicidad

Un grande de Nacional, la selección y Real Madrid visitó Montevideo

Compartir esta noticia
Foto: Ariel Colmegna
Ariel Colmegna

JOSÉ SANTAMARÍA

José Emilio Santamaría fue un defensa de jopo rubio y excelente técnica que apareció en Nacional a fines de los ‘40.

Foto: Ariel Colmegna
Foto: Ariel Colmegna

Un día se fue al Real Madrid de las grandes estrellas. Y aunque echó raíces en España, nunca dejó de visitar su país. Con 88 años de edad, volvió en estos días para recibir un homenaje del colegio Cervantes y otro de Nacional. Más de seis décadas después de su pase, sin embargo, tiene solo un poco de acento madrileño. Y aunque se le escapa cada tanto un “tío” o un “chaval”, lo corrige inmediatamente si está charlando con un compatriota y dice “tipo” o “pibe”.

Llegué a primera con 17 años. Era una época que varios clubes promovieron futbolistas juveniles. Cuando era jugador de Nacional yo trabajaba en el Banco de Galicia. Y como trabajábamos los sábados medio día, a veces me iba a jugar sin haber almorzado. Estuve varios años en Nacional y en la Selección uruguaya.

Yo conocía Madrid cuando me fui al Real. De paso al Mundial de Suiza 1954 jugamos con Real Madrid. Y el presidente Santiago Bernabeu me estuvo mirando. Como entonces solo se podía fichar a descendientes de españoles, preguntó por mí. Y yo era hijo de gallegos. Al tiempo me llegó una carta invitándome a ir al Madrid. Acepté porque ya tenía 25 años, salían pibes muy buenos de la cuarta y podía perder el puesto en cualquier momento. Buscamos al presidente de Nacional, José Añón, pero no aparecía. Claro, él quería sacar más dinero para el club.

Suárez parecido a Atilio García

“Luis Suárez me hace acordar a Atilio García, el gran goleador de Nacional que fue compañero mío en mis comienzos. Le he visto cosas de él. No solo porque salió de Nacional. Igual que Atilio, Luis tiene una fuerza impresionante para atacar, para buscar el área. También la capacidad de pegarle con las dos piernas. Claro que cuando juega con Barcelona contra el Madrid no voy a desear que falle, pero espero que no nos haga goles”.

Llegué a un equipo muy bien formado y yo no sabía muy bien dónde iba a jugar. En Nacional había jugado de centro half, de half derecho y Enrique Fernández me puso de back. Cambiaba de puesto y me iba adaptando. Cuando me fichó el Madrid, fui pensando que iba al mediocampo. Héctor Rial, que había sido compañero en Nacional, me dijo: ‘Mira que te han fichado para jugar de back, te tienes que adaptar’. Y me adapté porque me quedé allí. La costumbre de los defensas en España era tirar la pelota a la tribuna. Y como yo había jugado en el mediocampo sabía parar un poquito la pelota. Y eso quizás llamó la atención en aquel momento.

Pepe Santamaría llegó al Real Madrid en 1957, cuando entre Santiago Bernabeu y Alfredo Si Stéfano estaban construyendo el enorme club que es hoy. De inmediato se integró al plantel, ganó varias copas de Europa (antecesoras de la actual Champions) y llegó a defender a España en el Mundial de Chile 1962.

Aprendí mucho de Obdulio Varela. Siempre fui muy de Nacional y los de Peñarol eran solo los de otro equipo, pero cuando llegué a la Selección me tocó a Obdulio de compañero de habitación. Y era un tío fenomenal, de una categoría enorme. En un partido a lo mejor tocaba la pelota pocas veces, pero se la pasaba hablando. Y con eso influía en el partido. Aprendí de él y cuando llegué al Madrid también comencé a hablar en los partidos.

Santiago Bernabeu era una persona muy prudente pero muy hincha de su club. Él deseaba hacerlo grande, por eso iba por todos lados buscando jugadores para contratar. Tenía el vicio de fumar puros. Si lo veíamos con un puro nadie quería hablar con él porque seguro iba a haber bronca. Fumaba cuando estaba de mala uva.

Foto: Archivo
Foto: Archivo

El Madrid tomó mucho empuje con la Copa de Europa. Cuando se ganó la primera final Bernabeu se entusiasmó y empezó a buscar gente con papeles españoles para contratar. Así llegó Rial y luego yo. Llegué diez días tarde a mi inscripción, por eso no pude jugar la final de la segunda Copa de Europa. La vi desde la grada. Y en la tercera nos tocó un Nacional-Peñarol en Bruselas, porque estaba yo en el Madrid y Pepe Schiaffino en el Milan. Tuvimos la suerte de ganar nosotros.

Di Stéfano era una cosa excepcional. Lo conocí en el el primer torneo de campeones de liga en Chile, antes de la huelga de jugadores de 1948. Ya tenía referencias de él por un primo mío que vivía en Argentina. Se fue después a Colombia y brilló también porque era un jugador enorme. Por su pase hubo una tirantez entre Madrid y Barcelona y al final se lo quedó Madrid y se destacó enseguida. Al segundo o tercer partido la hinchada ya estaba loca con él, porque corría por todos lados, jugaba estupendamente y se había hecho el amo del equipo, que además ganaba siempre.

Reencuentros luego de 62 años

“Esta vez visito Uruguay por la invitación del Instituto Cervantes en un cien por cien y otro cien por cien para ver a los familiares que me quedan aquí (se ríe). Pero he tenido unas satisfacciones enormes. Me he encontrado con gente que me conocía después de 62 años. El otro día vi a una persona que me resultaba conocida. Cuando me mostró una foto, era el hijo de mi gerente del Banco de Galicia, Rodríguez López, una sensacional persona. Me dio una alegría y una emoción tan grandes... Mi señora, que estaba conmigo y lo conoció, dijo que era igualito al padre”.

Me fui quedando de a poco a vivir en España. Fui por los cuatro años de mi contrato y le dije a mi señora: ‘Si nos va bien a lo mejor nos quedamos un poco más, si nos va mal nos volvemos con las cuatro pesetas que he ganado y punto’. Pero antes de terminar el contrato me habían renovado por dos años más, y luego dos años más, y luego otro año... Y mientras tanto iban viniendo los niños. Y con la familia te vas quedando. Pero veníamos todos los veranos y nos encerrábamos en la casita que tenía en Parque del Plata. No era que no quisiera ver gente, pero allí estaba muy cómodo.

No fue difícil irme a España porque fuimos con mi señora. Hacía dos años que nos habíamos casado y teníamos un niño de año y medio. Tuvimos siete pero la del medio falleció. Es la madre de mi nieta, que ha venido conmigo al Uruguay después de casarse en octubre. Ya había venido de chiquita pero ahora lo hizo con su marido, que es de Cádiz. Es un hincha y forofo bárbaro del fútbol y ya salió a comprarse camisetas por Montevideo. En Uruguay me quedan algunos familiares gallegos. Pero era hijo único y mis primos eran mayores que yo y ya fallecieron.

Como técnico, Santamaría tuvo un recordado pasaje por el Espanyol de Barcelona y más tarde llegó a dirigir a la propia selección de España en su Copa del Mundo (1982). Sin embargo, en 1978 había estado en conversaciones para conducir a la Selección uruguaya, pero no se concretó porque no podía alejarse de su familia en España.

Jugué hasta 1966 y me retiré. Después seguí vinculado al Madrid entrenando a los juveniles y amateurs del club. A los dos años fui a la selección de juveniles, que había empezado a jugar torneos. Luego me fichó el Espanyol y me fui a Barcelona. Una vez casi ganamos la Liga. Pese a que como jugador yo les había ganado y hasta goleado en su casa, como su entrenador siempre me trataron con mucho respeto todos los años que estuve allí. Luego ya me llamaron para dirigir la Selección mayor.

Cuando dirigí la selección española pasaron cosas extrañas. Habíamos hecho un buen trabajo pero hubo cosas ajenas al fútbol. ¿Cuáles…? Puntos suspensivos... Una vez, antes de un partido con Inglaterra, el presidente de la Federación Española hizo una reunión con 34 informadores, digo informadores para no ofender a los periodistas. Nunca lo había hecho antes de un partido, pero hablé sobre todo lo que había planificado, virtudes y defectos de los dos equipos, y dije que si se cumplía lo pedido íbamos a ganar. Y fue así. Pero nadie comentó nada, ningún informador lo reconoció. Había algo raro. Era un momento muy especial de España... Sé que no soy muy claro pero no quiero decir más. En el Mundial pasaron cosas extrañas en la cancha y nos quedamos fuera antes de la final. Y me fui para mi casa tranquilamente. No quise saber nada más.

Todavía sigo vinculado al Madrid. Nos llaman ‘Leyendas’ y apoyamos a los veteranos, hacemos por ejemplo beneficios para las viudas de los exjugadores ya fallecidos. Vamos a ver a hinchas del Madrid internados en hospitales y sienten una gran alegría por vernos. Tengo un asiento en el palco en el estadio Bernabeu y voy seguido, salvo de noche, porque me operé de cataratas hace poco y la iluminación no me hace bien. Me sigo levantando todos los días a las 7.30 y lo primero que hago es leer El País y los diarios uruguayos en mi tableta.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad