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Con dos golazos de Benedetto, Boca le ganó a Palmeiras y se acerca a la final

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Darío Benedetto festejando el gol de Boca
BJ20. BUENOS AIRES (ARGENTINA), 24/10/2018.- Darío Benedetto (c) de Boca Juniors celebra con sus compañeros tras anotar un gol ante Palmeiras durante un partido de semifinales de la Copa Libertadores entre el Boca Juniors argentino y el Palmeiras brasileño que se celebra hoy, miércoles 24 de octubre de 2018, en el estadio La Bombonera de Buenos Aires (Argentina). EFE/Juan Ignacio Roncoroni
Juan Ignacio Roncoroni/EFE

COPA LIBERTADORES

En el partido de ida de la semifinal de la Copa Libertadores, el xeneize venció por 2-0 al equipo brasileño con los primeros goles del delantero luego de su lesión a los 83 y 88 minutos

Se lo esperó largamente a Darío Benedetto y no podía haber aparecido en un momento más oportuno, de máxima necesidad y emergencia. Para quebrar con dos goles en cinco minutos a la muralla verde que era Palmeiras. Para un triunfo que Boca trabajó a destajo. Un cuarto de hora, el de final, le alcanzó al Pipa para convertirse en héroe, en el hombre que puso muy cerca a Boca de la final de la Copa Libertadores. Entró a los 31 minutos del segundo tiempo, seis después rompía el 0-0 con un cabezazo tras un córner y cinco más tarde se elevaba como el hombre de la noche con una jugada de su sello: enganche en la puerta del área y remate seco junto a un palo. El temible goleador había vuelto, se sacó la abstinencia de un año entre una grave lesión y una reaparición que no lo tenía afilado. Todo debajo de la tribuna de la 12, con una Bombonera estruendosa, como para que Boca viaje al desquite en San Pablo con una razonable optimista y la confianza recargada.

Con más concentración de la habitual, pero con menos poder ofensivo que el que se le conoce. Boca cometió pocos errores en orden y ubicación en el primer tiempo, a cambio de mostrar escasas virtudes para perforar el férreo bloque de Palmeiras.

Consciente de la trascendencia de la cita, Boca no se permitió distracciones. Interpretó bien que frente a un rival calificado debía achicar el margen de error, pero en los primeros 45 minutos le faltó espesura ofensiva, desequilibrio. Empezó con "Wanchope" Ábila aguantando de espalda al arco todo lo que le llegaba para descargar o pivotear. No era una tarea sencilla para el centro-delantero porque los centrales Luan y Gustavo Gómez -repudiado desde las tribunas por una transferencia que se cayó tras negociaciones interminables- lo encimaban con firmeza y velocidad.

Palmeiras llegó muy convencido de su plan. Replegado sobre su campo, sin regalar espacios entre sus líneas y con ayudas permanentes para recuperar la pelota, especuló con la ansiedad rival. Boca no se desesperaba, debía soltarse un poco más. Pérez y Nández guardaban mucho la posición, no pisaban el área. Zárate, recostado sobre la izquierda casi como un tercer delantero, no sintonizaba sus arranques con el resto.

Por momentos se luchó más de lo que se jugó y las interrupciones quitaban fluidez. En ese contexto, las situaciones de gol eran una rareza. Algún remate de media distancia de Olaza y Jara, un cabezazo de Izquierdoz en una mala salida del arquero Weverton. Poco para lo que pretendía Boca, sin perder de vista que Palmeiras no de descomponía nunca en defensa, tenía muy ajustadas las coberturas. Claro, eso al equipo paulista le significó quedar muy lejos del arco de Rossi y sin posibilidades de armar un contraataque porque también estaban bien parado.

Guillermo Barros Schelotto buscó desde los 10 minutos de la segunda etapa abrir más el frente de ataque con el ingreso del colombiano Villa (por Zárate), con lo cual el intermitente Pavón pasó a la izquierda.

Se hicieron más intensos los ataques de Boca a medida que lo apuraba el reloj. Pero la deuda seguía siendo la misma: en los últimos 25 metros no surgía la cuota de creatividad y justeza; varias veces los jugadores quedaban mirándose sin entenderse. En una de las pocas veces que Palmeiras tomó un poco de aire para posicionarse en campo adversario armó un ataque que terminó en un remate desviado. El partido desfilaba por una cornisa. Le hacía falta refresco a Boca en la ofensiva: Benedetto entró Ábila. Acertó el Mellizo con el cambio, como antes lo había hecho con el planteo general. El partido, duro y cerrado, entraba en la zona de los salvadores. Del hombre providencial. Y Benedetto acudió a la cita como en sus mejores tiempos.

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