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Garrincha Mané no tiene paz

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Garrincha
Marcelo Sayão

Los restos del crack brasileño desaparecieron y el estadio que lleva su nombre provoca escándalo.

Pobre Mané Garrincha. Ya nadie se acordaba de él y su tumba rara vez tenía flores. Hasta que su nombre volvió a mencionarse, por dos razones bochornosas por las cuales no se le puede culpar: su familia denunció la desaparición de sus restos y el estadio que le sirve de homenaje en Brasilia se convirtió en símbolo de corrupción.

Pobre Mané, si a él solo le gustaba jugar al fútbol, enamorar a las mujeres y tomar copas. El fútbol le dejó glorias, dos títulos mundiales, la mención honoraria como mejor puntero derecho de la historia, pero no dinero. Las mujeres le dieron 14 hijos reconocidos y seguramente alguno más. Y el alcohol lo sacaba por un rato de su depresión, hasta que lo llevó a la tumba con 49 años. Esa tumba en Magé que ahora parece estar vacía.

Cuando Garrincha murió en 1983, fue enterrado en el cementerio Raiz da Serra, de ese municipio en el estado de Río de Janeiro, donde se encuentra además su pueblito natal, Pau Grande. Pero la semana pasada su familia se enteró que sus huesos estaban perdidos. El camposanto tiene dos tumbas con el nombre Garrincha: en una fue enterrado junto a otros miembros fallecidos de su familia y la otra fue construida en 1985, con la intención de otorgar algo más de pompa a su sepultura. Aparentemente, en algún momento se exhumaron los restos, pero no hay constancia de eso, y nadie sabe qué pasó después. Ahora el alcalde promete mandar a hacer exámenes de ADN a todos los huesos dudosos."Es algo indecente, pensar que alguien desapreció (llevándose los restos mortales) y no avisó", dijo una de las hijas de Garrincha, que pidió una exhumación de los cuerpos.

El apodo Mané venía de su nombre Manuel. Su apellido, dos Santos, era el del dueño blanco de sus bisabuelos esclavos. Y Garrincha le puso su hermana por el nombre de un pájaro que le gustaba cazar cuando niño. Fue uno de los nueve hijos reconocidos por Amaro, entre los 34 vástagos que dejó en la zona, y que murió de cirrosis, anticipando uno de los destinos de Mané.

El otro destino era jugar al fútbol. Lo hacía a toda hora en los campitos de Pau Grande. Y desarrolló gran habilidad, pese a sus limitaciones físicas: tenía la pierna izquierda seis centímetros más larga que la derecha, y además, ambas torcidas hacia el lado izquierdo. El gran Vinicius de Moaes le dedicó el soneto El ángel de las piernas chuecas (O anjo das pernas tortas) en 1962. En una parte dice así: A un pase de Didí, Garrincha avanza/con el cuero a los pies, el ojo atento/dribla una vez, y dos, luego descansa/cual si midiera el riesgo del momento./Tiene el presentimiento, y va y se lanza/más rápido que el propio pensamient/driblea dos veces más, la bola danza/feliz entre sus pies, ¡los pies del viento!

Pronto se hizo ídolo de Botafogo. Allí nació su último apodo: "Alegría del pueblo". Para los cariocas era mejor que el propio Pelé. En el Mundial de Chile 1962, Pelé se lesionó y Garrincha resultó el hombre clave para la conquista del título. Tenía una gambeta que hipnotizaba: se paraba frente a la pelota y podía permanecer varios segundos así, congelando también al rival. Después, en un instante, el amague y la salida con la pelota al pie, burlado ya su marcador. Se decía que siempre hacía la misma jugada, lo que no se sabía era cuándo la haría. Pero en realidad tenía más recursos —se pueden observar videos de sus jugadas en YouTube— y además le pegaba muy bien a la pelota.

También Alfredo Zitarrosa le cantó: Lo lleva atado al pie como una luna atada al flanco de un jinete/ lo juega sin saber que juega el sentimiento de una muchedumbre/ y le pega tan suave, tan corto, tan bello/ que el balón es palomo de comba en el vuelo/ y lo toca tan justo, tan leve, tan quedo/ que lo limpia de barro y lo cuelga del cielo/ ¡y se estremece la gente, y lo ovaciona la gente!

De él se contaron historias que resultaron exageradas o directamente inventadas para dar más color a su leyenda. Por ejemplo, aquello de que durante el Mundial de Suecia había comprado una radio a transistores, lo más moderno entonces, pero el masajista del seleccionado lo convenció para que se la vendiera barata porque solo transmitía en sueco. O cuando un periodista radial le pidió dos palabras de saludo y dicen que dijo: "¡Adiós, micrófono!". Parece ser cierta en cambio la advertencia del psicólogo del plantel al técnico Feola: "Garrincha tiene botellas en la cabeza". Feola no le hizo caso y con Garrincha fue campeón del mundo.

Pero Mané no era tan tonto como lo presentaban. Acaso sí despreocupado, indolente, al punto de no importarle el nombre del rival que enfrentaba, aunque fuera por la final de la Copa del Mundo. Muchos compañeros en la selección brasileña habían sufrido como hinchas la derrota ante Uruguay en Maracaná 1950. Él no: se había ido a pescar y no escuchó el partido.

Pocos años después de su gran hora, sin embargo, ya era un espectro vestido de futbolista, con las piernas desgastadas por las patadas y el cuerpo corroído por el alcohol. Pasó brevemente por varios clubes, incluso vino a probarse en Nacional en 1968, sin suerte ninguna. Llegó a jugar exhibiciones por poco dinero hasta ante equipos de pueblitos o fábricas en Italia. Quien lo acercaba en su auto era el músico brasileño Chico Buarque. Debe decirse que Garrincha tenía un vínculo con la música: su gran amor —controversial en su tiempo— fue la cantante Elza Soares. Ella tenía contratos para actuar en Italia y se lo llevó, pensando que algún club podría interesarse en Mané. Pero en esos tiempos estaba vedado el ingreso a futbolistas extranjeros en Italia, lo mismo que en España, por lo cual nunca pudo lograr el gran pase.

El dinero que ganó se le fue en copas o de las formas más absurdas. La excelente biografía de Garrincha escrita por Ruy Castro, Estrella solitaria, relata que durante su primer matrimonio, el jugador solía esconder la plata bajo los colchones de las camas de sus siete hijas. Pero las niñas pequeñas se orinaban, no les cambiaban las sábanas y cuando fueron a buscar los billetes, estaban podridos...

En 1972 se convenció de que ya no podía seguir jugando. Al año siguiente le organizaron un gran partido homenaje en Maracaná. Jugó la selección brasileña ante un combinado de estrellas extranjeras. Asistieron 150 mil personas y se recaudaron 166 mil dólares, una enorme suma para la época. Con ese dinero, le compró un apartamento a cada hija, una casa para él en Barra da Tijuca, un Mercedes Benz y otras cosas. Al tiempo, Elza lo dejó, harta de las borracheras. Y él se fue deslizando de nuevo hacia la pobreza.

Volvió a dar exhibiciones en canchitas perdidas del interior de Brasil. En 1980 desfiló en el carnaval carioca, en lo que pretendía ser un homenaje pero terminó siendo la exhibición del estado desdichado del viejo ídolo. En 1982, la revista Placar lo reunió nuevamente con Pelé. Y Garrincha le dijo: "Oye Rey, ¿no tienes algunas monedas para prestarme? Sé que estás llenos de verdes... Un año más tarde murió, solo, en un hospital de Río de Janeiro.

Así cerraba Zitarrosa su candombe a Garrincha: ¿Quién le llenó su copa en la soledad?/ ¿Quién lo empujó de golpe a la realidad?/ ¿Quién lo volvió al suburbio penoso y turbio de la niñez?/ ¿Quién le gritó en la cara: ¿Usted no es nada, ya no es usted? /Ya no es usted señor, ya no es usted?

Estadio - Casi el más caro del mundo, y no se usa...

El estadio Mané Garrincha de Brasilia seguramente sea el segundo estadio más caro del mundo, detrás de Wembley: entre los dólares invertidos en la obra y los que se fueron en coimas, podría haber insumido entre 650 y 900 millones de dólares. Y para agravar el panorama del escenario que pretende rendirle homenaje al futbolista que fue "alegría del pueblo", se usa poco y nunca se llena, ya que los equipos profesionales locales no despiertan gran atracción. Con cerca de 72.000 butacas casi siempre vacías, se ha convertido en un ejemplo de corrupción. Prácticamente lo único que se usa es su estacionamiento, donde una línea de ómnibus suburbanos deja sus coches entre cada llegada y salida. El parking más caro del mundo...

Los hechos salpican incluso al presidente brasileño Michel Temer, ya que hace pocos días fue detenido Tadeu Fillipelli, un asesor clave del mandatario. Según las investigaciones, Filipelli habría inflado el costo de las obras del estadio para el Mundial 2014 a través de licitaciones arregladas.

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Garrincha

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