DESDE EL ARCO
JOSÉ MASTANDREA
Bien dicen que el fútbol es el deporte más democrático del mundo, y lo es. No hay ricos ni pobres después que la pelota empieza a rodar. Y no solo sucede en el fútbol uruguayo, pasa en todos lados. Si solo pesara lo económico o el poderío de cada club, el fútbol no sería tan apasionante como es. No hay deporte que equipare tanto las fuerzas en la cancha.
En el rugby y en el básquetbol, ganan los mejores. Hay lógica y salvo excepciones, la victoria va para el que tiene las mejores figuras.
En el fútbol no. Y es lo que hace a este deporte tan atractivo.
Nadie podría estar hablando de Progreso si no fuese fútbol. Un club humilde, recién ascendido, y - supongo- con muchas carencias respecto a los grandes, ocupa el mismo lugar en la tabla de posiciones que Peñarol y está a solo dos puntos de Nacional.
Wanderers, con mucho menor presupuesto que Peñarol y con menos figuras, sacó un valioso empate y sigue arriba.
Fénix, aún en la derrota, complicó y le dio pelea al tricolor.
Cosas del fútbol, que a la hora de jugar, como decía el gran Obdulio, “somos once contra once y los de afuera son de palo”.
Gana el que juega mejor. No el que tiene más.