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El fútbol de la nueva normalidad volvió entre tapabocas, códigos QR y los líos de siempre

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Defemsor Sporting-Torque
LEO MAINE

TORNEO APERTURA

Hinchas que pusieron en riesgo la fecha, campos en mal estado, público ausente y el disfrute de escuchar los diálogos en la cancha. Lo que dejó el regreso de la pelota.

Al fin llegó ese día tan esperado, el de la vuelta al fútbol, que comenzó muy temprano con un partido y también con la irresponsabilidad de los hinchas de Nacional que invadieron Los Céspedes y, rompiendo todo protocolo sanitario, cantaron, alentaron, encendieron bengalas y tocaron el bombo parados frente al plantel. Cero distanciamiento social al menos entre ellos, aunque sí con los jugadores. Pero mejor hablemos de que empezó a rodar la pelota en el fútbol de la nueva normalidad.

Todo un desafío ir a la cancha ante la incertidumbre de qué depararía. Para los periodistas todo comenzó bastante antes, porque 72 horas antes hubo que mandar a la AUF una lista de acreditados al mejor estilo de una Copa del Mundo: con nombre, número de documento, mail y especificación para el partido al que se iba a entrar. Como respuesta se recibía un mail con un código QR. Y allá hubo que ir.

Al llegar, control de temperatura corporal. Si el termómetro con forma de pistola da OK, hay que anunciar medio, nombre, documento y mostrar el código QR desde el celular y entonces sí, adentro. Allí, sin gritos de gente, está lo interesante de escuchar casi todo lo que se dice en la cancha.

¿Qué fue lo distinto en este retorno? Mucho. El problema de los técnicos con sus tapabocas para dar indicaciones, los saludos y festejos sin tanto beso, los errores de cálculo de los futbolistas luego de cinco meses sin jugar, las imprecisiones típicas de una primera fecha (aunque fue la cuarta), los 10 suplentes y los cinco cambios, que pocos usaron.

Lo de siempre fue la impuntualidad y hasta las polémicas, como el gol no otorgado a Maureen Franco por ser de rebote de un penal que era lo último del primer tiempo y el del “Picante” Pereira, cuyo cabezazo hizo que la pelota picara como máximo apenas centímetros dentro del arco.

Volvió el fútbol uruguayo de la nueva normalidad sin perder sus cosas folklóricas.

negativo

El mal estado de las canchas

Después de cinco meses en la que los campos de juego no albergaron partidos se esperaba que lucieran con un verde parejo y el césped corto, pero no fue así. El retorno del fútbol fue con las canchas igual de mal que cuando se suspendió en marzo. No todas, claramente, porque los del estadio Domingo Burgueño Miguel y del Franzini presentaron un muy buen nivel. Sin embargo, luego de haber observado el primer partido en la cancha sintética de Rentistas fue una agresión a los ojos observar el estado del campo del Tróccoli. Pasto alto, matas de un verde más oscuro, pozos denunciados por el pique irregular de la pelota y hasta barro fue lo que se vio. Lo último quizás sea lo de menos, porque luego de las lluvias algo de lodo podía esperarse. El consuelo que quedaba era que el siguiente partido traería la imagen del verde que habitualmente presenta Jardines del Hipódromo. Pero fue una decepción.

La cancha de Danubio también presentó una mala imagen, con un piso desparejo y de muchos colores.

Entonces la pregunta casi que nace sola. Si los campos de juego presentaron esta imagen luego de cinco meses de prácticamente no haber sido utilizados, ¿qué se puede esperar para el futuro cuando habrá una maratón de partidos de aquí hasta fin de año? Y la inquietud más de fondo todavía: ¿qué debe pasar para que las canchas estén en buen estado?

Todavía quedan estadios por hacer sus presentaciones, como hoy el Capurro (normalmente muy lindo) y luego el Saroldi, el Campeón Del Siglo y el Parque Central. Ojalá reviertan la imagen.

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