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La frutilla de la torta

Ídolos: Ghiggia y Morena fueron los encargados de cortarla

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Maroñas se tiñó de amarillo y negro. Su entrada principal estaba embanderada de punta a punta con telas que colgaban desde los balcones del segundo piso. Luces, reflectores y un escudo enorme con la gigantografía que identifica este festejo de los 120 años de Peñarol: el frente de la locomotora con la sigla adelante.

Adentro, en el lujo y espacioso lobby de la sede de Maroñas, las promotoras (todas vestidas de amarillo y negro) daban la bienvenida a los invitados a la cena de gala.

Allí, en medio de la multitud, estaba gran parte de la historia viva de Peñarol. Los ídolos de todas las épocas caminaban entre hinchas y dirigentes como si nada. Claro, iban de abrazo en abrazo, de foto en foto, porque todos querían tener un recuerdo de esa noche.

Alcides Edgardo Ghiggia fue uno de los más mimados. Pero no fue el único. El gran capitán, el inolvidable Néstor "Tito" Goncálvez no paraba de contar anécdotas de aquellas épicas Copas Libertadores.

A su lado, otro grande: Luis Maidana, un arquero que fue estrella en los `50 y `60.

Pablo Forlán, Héctor "Lito" Silva, otros eternos ganadores y el hombre que los cuidaba como nadie: Don Dante Cocito, un kinesiólogo de lujo que mantuvo a aquellos campeones siempre sanos y vigentes.

Más acá en el tiempo, los ídolos de las nuevas generaciones. Fernando Morena, más allá de su rol en la institución, fue de los más ovacionados. Es que las pantallas gigantes pasaron infinidad de goles suyos, tanto en el plano local como internacional. Y estaba otro gran capitán el "Indio" Walter Olivera, Fernando Álvez, uno de los mejores arqueros en la historia aurinegra, y tantos más... el hijo de Alberto Spencer y generaciones y generaciones de hinchas que no quisieron perderse ni el más mínimo detalle de la cena de los 120 años.

Y claro, el plantel actual, con Darío Rodríguez como gran referente, y Gregorio, y el "Caballo" De los Santos... todo en amarillo y negro.

Sanguinetti: "El pueblo siempre dijo Peñarol"

"Desde el primer día, desde que nació, el pueblo lo llamó Peñarol y alcanza con ver los diarios de la época para comprobar que era así. Nadie lo llamó Cura", dijo en su discurso Julio María Sanguinetti.

Damiani: "No miramos para los costados"

"Nosotros festejamos, no pensamos en nadie sino en nosotros mismos, no miramos para los costados, ni pensamos en los líneas vestidos de amarillo y negro... somos Peñarol y nadie más", arengó Juan Pedro Damiani.

Dirigentes: de Blatter a Bauzá

El periodista Fernando Vilar, anfitrión de la cena de gala, leyó la carta del presidente de la Fifa Joseph Blatter, felicitando a Peñarol por sus 120 años y excusándose por no poder estar en Montevideo para los festejos.

"Compromisos adquiridos con anterioridad me impiden estar en su país", escribió el titular del máximo organismo del fútbol mundial. Vilar, además, mostró el banderín de la Fifa que Blatter envió a Peñarol.

Por otro lado, la dirigencia del fútbol uruguayo se hizo presente en Maroñas. El Dr. Sebastián Bauzá junto a sus compañeros de la AUF, fueron recibidos con aplausos y estuvieron siempre en primera fila.

120 velitas

La llegada de Bengoechea

"¡Llegué..!", fue el mensaje que recibió en su celular José Da Silva, connotado hincha aurinegro e íntimo amigo de Pablo Javier Bengoechea. Era el anunció del "10" en la noche del martes, cuando arribó a Carrasco.

Adelanto de la película

Hubo varias pantallas gigantes y en ellas se pasaron imágenes de los partidos más importantes en la historia del club. También un adelanto de la película "Manyas", que se estrenará en los cines el próximo 7 de octubre.

Estuvo todo el plantel

Los futbolistas del plantel principal estuvieron en la cena de Maroñas. Todos de traje negro, camisas blancas y corbatas amarillas con vivos negros, impecables y correctos, recibieron una gran ovación.

Canto: "que de la mano..."

Uno de los momentos más emotivos se vivió cuando Fernando Vilar, el conductor de la velada, saludó desde el estrado a Gregorio Pérez. El canto de los comensales no se hizo esperar: "Que de la mano de Don Gregorio..."

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