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El fin de la fiesta también fue en la Puerta del Sol

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Foto: AFP
RAGGIO ALBERTO

#OVACIÓNENLAFINAL

Unos mil aficionados, bien vigilados por la policía, cantaron y saltaron en la fría madrugada de Madrid.

Madrid tuvo un fin de fiesta tranquilo y frío para River Plate. El alargue retrasó mucho el final del partido y para cuando la hinchada millonaria abandonó el estadio Santiago Bernabéu, una vez que terminó la ceremonia de entrega de la copa y las medallas, eran pasadas las 11 de una noche muy helada en la capital española.

Eso, unido a que la mayoría de hinchas argentinos inició de inmediato el viaje de regreso, tanto a la propia Argentina como a otras ciudades españolas o europeas, provocó que los festejos millonarios pasaran bastante inadvertidos en la ciudad, algo que no ocurrió en la previa.

El punto de reunión fue la Puerta del Sol, una enorme plaza en el centro de la ciudad que constituye uno de los sitios más visitados por el turismo y representa el kilómetro cero de todas las rutas que salen de Madrid. Allí los riverplatenses habían hecho su u201cbanderazou201d en las horas previas a la final.

Hasta bien pasada la medianoche del domingo no llegó el grueso de los aficionados, que en ningún momento llegaron a ser más de un millar. Solo la fuerte presencia policial en los accesos, de los medios de comunicación y de algún curioso acompañaban los festejos en una plaza casi vacía y bajo unas temperaturas gélidas.

Eso sí, los que fueron disfrutaron cantando, haciendo sonar sus bombos y ondeando sus banderas rojiblancas. u201cNos sacaron del Monumental, nos trajeron al Bernabéu con los bosteros y nada. ¡No pueden con nosotros!u201d, gritó uno en pleno éxtasis.

En un momento, un grupo de hinchas se subió a la estatua del Oso y el Madroño, símbolo de la ciudad de Madrid, desde donde entonaron sus himnos hasta que la policía les invitó a bajarse de la escultura. Obedecieron sin más problema.

Lo curioso es que ayer, varios integrantes del cuerpo técnico riverplatense pasearon por el centro madrileño, incluyendo la Puerta del Sol, aprovechando el día libre.También visitaron el Museo del Jamón, un restaurante típico. Ya todo era tranquilidad en la delegación del flamante campeón de América.

La buena noticia, más allá de la alegría de los de River, fue que, después de todo lo que se había hablado en la previa y con un dispositivo de seguridad histórico, no se registró ningún tipo de incidente grave ni en el estadio, ni en sus zonas aledañas, ni tampoco en las zonas céntricas de la ciudad, donde ambas hinchadas se cruzaron tanto en la previa como en el pospartido.

Solamente hubo algunas quejas de algunos aficionados, que entraron al estadio con el partido ya empezado, debido a los estrictos controles que se realizaron en el ingreso.

El Bernabéu no lució repleto, pues no se vendieron algunas localidades, sobre todo en las tribunas más altas. Eso se atribuyó, en buena medida, al poco tiempo de venta de las entradas tras la inesperada fijación del escenario madridista para la postergada final de la Libertadores.

Para los aficionados de Boca Juniors, en cambio, fue un duro golpe. Muchos salieron del Bernabéu maldiciendo su suerte, los cambios de Barros Schelotto o la fragilidad de Gago... pero aun así muchos aprovecharon la noche madrileña para tomárselo con mejor humor.

La delegación de Boca partió hacia Argentina en la madrugada posterior al partido, cargando la pena por la derrota, así como la preocupación por la nueva grave lesión de Fernando Gago. El peor final que pudieron imaginar.

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