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Fabián Estoyanoff: "Yo voy a estar siempre que Peñarol me necesite"

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Fabián Estoyanoff. Foto: Mateo Vázquez.
Mateo Vazquez

HISTORIAS

El “Lolo” cerró su quinto pasaje por el club de sus amores y todavía no piensa en el retiro, pero sí tiene claro que volverá al aurinegro como futbolista o en otro rol.

Peñarol es su vida y su vida es Peñarol. El amor por los colores nació gracias a su abuelo. No había fin de semana que tras el almuerzo en familia se quedara sin ir a la cancha. Ese amor creció, se transformó en pasión, en un estilo de vida y hasta lo llevó a cumplir sueños: ponerse la camiseta del carbonero, jugar, ser campeón y transformarse en referente.

Fabián Estoyanoff (38) disfruta del comienzo de otra etapa en Fénix, pero no deja de repetir que su corazón es y será siempre amarillo y negro. No se le pasa por la cabeza el retiro y tiene claro que, sea como sea, volverá al club de sus amores porque marcó una época. Es referente de los hinchas más jóvenes, pero también de futbolistas que desde formativas subieron al plantel principal en los últimos años. Llegó a Peñarol en 2002, pero Peñarol llegó a su vida desde niño. Su abuelo fue el responsable de ese amor y esa pasión, algo que dice es un estilo de vida.

“Mi abuelo era un tano que llegó joven a Uruguay y se enfermó de Peñarol. Trasladó esa pasión a sus familiares. Desde que tengo memoria los domingos cuando jugaba Peñarol salía la raviolada con la familia. Éramos 10-15 siempre. Y él nos preparaba, nos decía: ‘bueno a comer rápido que nos vamos para el estadio’. Y eso te lo iba inculcando. Yo pasaba mucho tiempo en la casa de mis abuelos y no había domingo que no fuéramos a ver a Peñarol. Y si el equipo jugaba un sábado o entre semana, como él tenía un puesto de frutas y verduras buscaba a alguien para dejar ahí porque no se perdía un partido”, le contó el “Lolo” a Ovación recordando que “nos inculcó ese amor por los colores y nos volvíamos locos con las alegrías y también con las tristezas, porque un resultado nos cambiaba el ánimo y la semana. Más allá de las cargadas y jodas de amigos, él decía que su forma de vida era Peñarol”.

Ese amor por el club se transformó en pasión por el fútbol y desde muy chico, Fabián Estoyanoff soñaba con ser jugador. Cuando tenía 12 años, ese abuelo que le transmitió el sentimiento amarillo y negro le regaló una camiseta que el “Lolo” hasta hoy conserva inmaculada: la 11 del “Pato” Carlos Aguilera. “Tiene mucho significado para mí, por eso la tengo impecable, igual que cuando me la regaló en el 95. Antes era más difícil tener el equipo del cuadro de tus amores. Yo lo veía así, no sé si por mi situación económica de ese momento o qué, pero imaginate cuando me regala esa Nanque con la 11 que yo quería porque era la del ‘Pato’ que es mi ídolo máximo en todos los sentidos: primero me encantaba como jugador y deseaba siempre gritar un gol de él, pero después cuando lo conocí es 15 veces mejor persona que jugador y mirá que como futbolista fue crack eh... Después, con los años se dieron un montón de cosas que ni pasaban por mi cabeza. Ni me imaginaba que iba a terminar jugando en Peñarol con la 11. Algo ilógico. Hoy miro la camiseta y me erizo. Haber jugado con ese número es algo que me conmueve”.

Y tantos años en Peñarol lo posicionaron en un lugar de referencia, pero nada fue fácil. “Cuando yo llegué el plantel tenía a Pablo Javier Bengoechea que marcó mi infancia, preadolescencia y adolescencia con el Quinquenio. Imaginate lo que era tenerlo en el vestuario en ese momento. Ahora que volvió al club me cuesta tenerlo enfrente. Jugué con los últimos ídolos como Pablo y el ‘Tony’ Pacheco. También estaban el ‘Gabi’ Cedrés, ‘Nico’ Rotundo, el ‘Bola’ Lima. De chico no me imaginaba ni siquiera sacarme una foto con ellos y con los años me saqué la foto de campeón Uruguayo que hoy en día la veo colgada en Los Aromos y es impagable. Eran los ídolos de mi abuelo y yo estaba ahí con ellos. Impensado. Por eso ahora pasa que ascienden juveniles a Primera y hay un grupo de referentes en los que se pueden apoyar. Más allá de que yo no soy ni seré un ídolo de Peñarol como Pablo o el ‘Tony’, cuando llegás a un plantel y ves esa calidad de jugadores, entrás tímido o te sentís inhibido. Por eso con los jóvenes a lo largo de estos años me encargué de darles confianza, de hacerles una broma, de decirles ‘che mirá que a partir de ahora sos uno de los nuestros, te voy a defender a muerte y para lo que necesites contá conmigo; vení sentate acá al lado mío’. Y yo veo que el jugador así se libera. Yo llegué a Peñarol en 2002 y los nenes que había... Mamita... (risas). Llegué, abro la puerta y hay una cosa que siempre cuenta Darío Rodríguez que caí con un saco que me llegaba hasta la mitad de las manos. Era de mi viejo. Yo jamás me había puesto una camisa y menos un saco. Me uní a él, al ‘Gallego’ Berbia, a Joe Bizera. En ese tiempo los grupos eran más cerrados y sobre todo en Peñarol, que tenía figuras que venían de ganar un Quinquenio, pero por mi manera de ser que siempre fui un poco atrevido en el buen sentido, me sumé. Pero era difícil tener de compañeros a todos tus ídolos. Y eso es lo que hoy le puede pasar a los gurises que están en Tercera, Cuarta o Quinta y pasan al plantel principal. Yo puedo ser referente de muchos de esos jugadores por la edad, porque si viene un grande y te dice que tenés su apoyo, es importante. De repente cuando yo era joven si tirabas un caño te levantaban en la pata y te decían ‘eso acá no’. Hoy es distinto. Les digo a los gurises que se diviertan, que hagan lo mismo que en inferiores: ‘Lo mismo que yo vi el otro día que hiciste en Cuarta hacelo acá, nadie te va a pegar ni nada. Si tenés que tirar un caño, tiralo. Vos divertite y jugá, que es lo que necesitamos’. Ese es un poco el rol que tuve en estos años”, contó el “Lolo”.

Fabián Estoyanoff. Foto: Mateo Vázquez.
Fabián Estoyanoff. Foto: Mateo Vázquez.

Ese rol que Estoyanoff tuvo en su último pasaje por Peñarol lo hizo generar una relación de amistad con varios. Facundo Torres le regaló su camiseta en el último encuentro que el “Lolo” jugó el 29 de marzo: “Es de mis preferidas. Son de las que van directo a encuadrarse”, dijo. Además, se emociona cuando le nombran a Diego Rossi, Darwin Núñez o Brian Rodríguez: “Me llenan de orgullo y cada vez que está por salir la lista de convocados de la selección la espero como si me fueran a convocar a mí porque esos gurises subieron estando yo ahí. Vi cada paso, cada cagada, alegrías, errores, las cosas que iban haciendo. Yo iba y les decía ‘che escuchame’ esto, lo otro y hasta algún correctivo de enseñanza, decirles mirá que si seguís así volvés a Tercera. La mano dura a mí no me sale y para eso está el ‘Cebolla’ (Cristian Rodríguez) y el ‘Pelado’ Novick, que como siempre voy a decir somos escudo y espada en el vestuario”.

Después de un 2020 complicado, el “Lolo” recordó lo que para el fue “un año de mierda”. Tras el parate por la pandemia al atacante le apareció una molestia en la cadera. “No sabía de dónde carajo venía el dolor, me hice 20 mil estudios, parecía que era cáncer de próstata y estuve dos meses y pico parado buscando dónde estaba el problema. El doctor Rienzi y Horacio Decia encontraron dónde era la cosa. Hicieron pim, pum, pam, ‘es acá’ y en dos semanas se me fue el dolor. Yo soy un tipo súper positivo, en ese momento no pensaba en lo peor y si pasaba decía que lo iba a superar, pero no quería poner la carreta por delante de los bueyes. En cada estudio me comía las uñas y los dedos. Mis hijos me veían y me preguntaban, porque ya son grandes e inteligentes. A veces eran preguntas duras porque hasta la palabra cáncer es difícil de decir. La pasé mal. Pero de repente iba a los entrenamientos y me veían pum para arriba. No lo sabía nadie más que cuatro, cinco jugadores porque también le pedí al médico que no dijera nada. Fue un momento duro y pasó”.

Hoy la cabeza de Fabián Estoyanoff está en Fénix, pero a futuro tiene un objetivo, de esos tantos que ya cumplió en su carrera: volver a Peñarol. “Volvería sin pensarlo. Yo voy a estar siempre que Peñarol me necesite. Hoy quiero seguir jugando al fútbol y si me necesitan como futbolista, voy a estar. Si mañana el club me precisa en otro puesto sin jugar, también voy a estar. En la íntima le dije a mi madre que era inviable volver a jugar y se enojó. ‘¿Cómo vas a decir eso justo vos que siempre peleaste contra todo? Mientras sigas jugando siempre tenés que tener la ilusión de volver’. Y tiene razón. La ilusión siempre va a estar”.

Fabián Estoyanoff. Foto: Mateo Vázquez.
Fabián Estoyanoff. Foto: Mateo Vázquez.

La salida de Peñarol

El miércoles 31 de marzo Peñarol hizo oficial la no renovación de varios contratos que habían llegado a su término y entre ellos estaba el de Fabián Estoyanoff, quien cerró su quinto ciclo en el club jugando tres minutos.

¿Te sorprendió tu salida de Peñarol? “Nunca la ves venir. Yo recibí un mensaje de Ignacio Ruglio el día antes del partido diciéndome que podía ser el último y que si quería que se podía pedir en la AUF unos ingresos para que fuera mi familia a la cancha. Le dije que no porque quería vivirlo con total naturalidad y fue así. Pero realmente yo creí que cuando se hablaba de que el club quería reducir el presupuesto o sacarse varios salarios altos no era mi caso porque lo mío con Peñarol no pasa por lo económico. Internamente pensaba que por eso no debería darse mi salida. Además, jugar estaba jugando, entraba en algún partido y así todo en una temporada bastante difícil para mí, tuve minutos. También para el plantel y el grupo me considero un tipo positivo y la verdad no se me pasaba por la cabeza irme de Peñarol, pero las cosas no fueron de esa manera”, contó.

Fabián Estoyanoff tras su último partido en Peñarol. Foto: Estefanía Leal.
Fabián Estoyanoff tras su último partido en Peñarol. Foto: Estefanía Leal.

Los ánimos luego de ganar o perder un partido o torneo

Fabián Estoyanoff es fanático de Peñarol y de eso no quedan dudas. El “Lolo” es muy pasional y eso lo plasma dentro y fuera de la cancha: “Mi vida es el fútbol. Dejé muchísimas cosas por el fútbol y las voy a seguir dejando mientras siga vinculado a este deporte que tanto me apasiona y tanto amo. Pasa que hay cosas en las que me voy al límite pero a lo primero cuesta, principalmente para la pareja, pero la he ido piloteando. En muchas veces he puesto de mi esfuerzo para hacer cosas que van en contra mía o no sentía porque hay que complacer a la pareja. Es algo que va más allá de lo que uno quiere, es lo que realmente sentís”, dijo.

Lo que sí es cierto es que el ánimo es uno cuando gana un partido o un campeonato y es muy diferente a perderlo: “El humor es diferente. A mí no me gusta la exposición, eso de salir y que te vea la gente. Me cuesta. Y si pierdo un partido o no somos campeones no me gusta que me vean ni en el quiosco. Me siento avergonzado. Pero capaz que decís este se va a un extremo. Y sí, me voy a los extremos, pero cuando no consigo un resultado que quiero no salgo ni a poner nafta. Es algo que nunca cambié y no lo voy a cambiar. Ni siquiera lo pude cambiar estando en Europa que era diferente, pero me calentaba, obvio que no de la manera en la que me caliento estando en Peñarol que soy hincha y hay un gran fanatismo. Yo soy hincha y me duele mucho cuando Peñarol no gana, no lo puedo cambiar. Hice hasta terapia porque te afecta hasta en las relaciones de pareja. Muchas veces me pasó de haber planificado de irme para afuera, hacer un viaje o salir a cenar porque hacía fecha de algo y si perdía un partido no iba, lo suspendía”.

Lolo Estoyanoff y Majo Álvarez. Foto: Leo Mainé
El "Lolo" Fabián Estoyanoff y "Majo" Álvarez. Foto: Leonardo Mainé. 

La noche que volvería a repetir y sueña

En 2011 Peñarol jugó la final de la Copa Libertadores frente a Santos de Brasil, que terminó siendo campeón y le impidió al carbonero levantar su sexta corona continental. Ese partido revancha en el Pacaembú es el que el “Lolo” sueña y quisiera volver a jugar.

“Esa final es una espina que tengo y voy a tener toda mi vida. Estuve tan cerca de obtener con mis compañeros esa sexta Libertadores que la vi de acá hasta ahí donde estás vos. Y no habérsela podido traer a toda esa gente no me lo perdono. Pasé una noche horrible con varios de ese plantel. Me acuerdo que estaba con Nicolás Domingo en el cuarto. Vinieron Darío Rodríguez y el ‘Canario’ Aguiar, pasamos toda la noche llorando sin dormir. Nos vinimos en el avión al otro día en el avión, llegué a Montevideo y de ahí me fui 15 días al campo. No quería no quería nada. No escuchaba radio, estaba sin teléfono y dos por tres iba a buscar línea para llamar a mi madre y decirle que estaba bien. Ese fue un momento recontra difícil”, recordó.

El “Lolo” sabe que esa noche es irrepetible, pero la sueña, la imagina y es sin lugar a dudas ese partido que todo futbolista quiere volver a jugar: “A veces sueño que la gano. Sueño que la traigo. Es el partido que jugaría de nuevo. Todo pasa por algo pero esa Copa Libertadores fue tremenda… Mirá que hoy hay niños de 15 años que vivieron una final de Libertadores. La última había sido en el 87. La última ganada había sido esa. Aparte con Peñarol esas copas hay que ganarlas. Yo no la gané y es la espina más grande que tengo. Pero ahora si miro el lado positivo te queda el hecho de que hay gurises que hoy tienen 15 años o más y vieron a Peñarol jugar una final de Copa Libertadores”.

Fabián Estoyanoff tras la final de la Copa Libertadores en Brasil. Foto: Archivo El País.
Fabián Estoyanoff tras la final de la Copa Libertadores en Brasil. Foto: Archivo El País.

Los looks del “Lolo” Estoyanoff

En cierto momento de una extensa carrera que todavía no terminó, Fabián Larry Estoyanoff empezó a hacerse peinados diferentes y hasta teñirse el pelo, algo que antes no se imaginaba hacer: “Tuve la cabeza de todos colores. Hice la de ponerme extensiones y toda la cabeza con trenzas pero creo que lo más loco fue eso del 2008 cuando me empecé a decolorar y me hacía platinados que antes no existían porque eras rubio o morocho. Y yo llegaba a una decoloración que me dejaba el pelo platinado. Eso fue lo más loco. Cuando me vieron por primera vez así decían este loco qué mierda hace. ¡Y se lo hacían los niños! Los padres venían y decían ‘bo sacate eso de la cabeza que mi hijo me pide el platinado del Lolo’. Como ejemplo era un desastre (risas)”.

Jamás miró una foto o a un personaje para imitar un look, pero sí hubo una jugada del azar y un emprendimiento familiar que colaboró con esas locuras. “Me venía la chifladera y me daba por eso. Mi madre era peluquera y siempre veía que había decoloraciones o tintas, esto o lo otro. Un día estaba aburrido como tantos otros y me pongo la tinta para un rubio normal. Empiezo a mirar la tele y me colgué con “Los Pequeños Karatekas”. Estaba mirando la película y me olvidé que tenía eso en la cabeza. Cuando me acordé ya tenía el pelo blanco y decía para mí ‘opa está bueno este color y hasta mejor que el otro’ (risas). Me lo empecé a hacer yo y después se lo hacía ‘Maxi’ Arias también”.

Fabián Estoyanoff. Foto: Archivo El País.
Fabián Estoyanoff y uno de sus tantos looks en Peñarol. Foto: Archivo El País.

Cantar en la inauguración del Campeón del Siglo

Uno de los momentos que Fabián Estoyanoff recordará por siempre en su relación de amor con Peñarol será la inauguración del Estadio Campeón del Siglo en marzo de 2016. No era jugador del plantel principal, pero no quería perderse ese hecho histórico y llegó una invitación para decir presente.

“De laguna manera tenía que estar en esa inauguración. No me la quería perder por nada, como todo hincha de Peñarol. Yo sentía que como había llegado de Arabia Saudita, el entrenador me quería. Era el ‘Polilla’ Da Silva y creo que estaba Juan Ahuntchaín en la parte deportiva y no me quiso. Yo vengo a como siempre a Fénix, que como digo es la casa de mis padres y me llaman para ir a cantar a la fiesta del Campeón del Siglo. Mi primera respuesta fue negativa. Les dije que no, que me moría de vergüenza porque aparte el tema recién había salido. Ni loco. Pero al otro día me vuelven a llamar y les dije que sí, que iba a estar ahí. De alguna manera tenía que estar”, contó el “Lolo” agregando que “fuimos con ‘Majo’ y yo tenía unos nervios y una vergüenza que no podía más. Había que salir a la cancha y la verdad que en el momento la sufrí pero cuando vi la reacción de todo ese estadio mas allá de que era cantando, es de los mejores recuerdos que tengo porque no es lo mismo entrar 11 contra 11 a jugar estando todos con la misma pasión de ganar. Esto era totalmente diferente. Iba a cantar y estaba solo con una amiga por ese entonces como ‘Majo’ que hoy es mi pareja. Entonces todo ese estadio demostrando tanto cariño me desbordó. Te juro. Dos horas recontra emocionado cuando volví al vestuario. No podía creer ese cariño. Aparte lo mal que la pasé antes no te puedo explicar. Nos dieron un vestuario para nosotros con catering y demás. Yo no paraba de caminar. Entraban dirigentes y allegados a saludar y yo iba de un lado a otro. Tenía unos nervios que no podía más. Estaba deseando salir a cantar”.

Fabián Estoyanoff y "Majo" en el Campeón del Siglo. Foto: Archivo El País.
Fabián Estoyanoff y "Majo" en la inauguración del Campeón del Siglo. Foto: Archivo El País.

De las buenas y de las malas en Peñarol

Salir campeón en el 2003 y cortar una serie de títulos en fila de Nacional, un clásico que terminó a las piñas y el cariño de la gente que según él nunca podrá devolver, son algunos de los aspectos de la relación que une a Fabián Estoyanoff con Peñarol.

En 2002 llegó al club de sus amores luego de rechazar una oferta de Nacional. Debutó, hizo goles y jugó un gran campeonato, pero el título le fue esquivo al aurinegro que sí pudo festejar en la siguiente temporada. “El 2003 fue un año complicado. Nacional había ganado el Apertura y ya había Tabla Anual. En el Clausura llegamos parejos al final y sabíamos que si ganábamos el clásico la Anual iba a ser nuestra. Después quedábamos a una final de ser campeones. Lo logramos. Conseguimos la Anual y dos semanas después fuimos campeones. Era sellar algo que iba a quedar grabado para siempre en mí. Daniel Oddine decía siempre que no es lo mismo jugar en Peñarol que salir campeón en Peñarol. Ser campeón es para pocos. Fijate que en 129 años de gloria el club tiene 52 campeonatos Uruguayos y estar dentro de esa gloria ya era espectacular. Después a medida que pasó el tiempo me tocó jugar varios años más en el club y salir campeón más veces. Me siento en una zona de privilegio. Pero el título que más recuerdo es ese del 2003 porque eran muchas emociones juntas”.

Peñarol salió campeón del Uruguayo en 2003. Foto: Archivo El País.
Peñarol salió campeón del Uruguayo en 2003. Foto: Archivo El País.

En enero de 2014 se jugó con clásico caliente en el Estadio Centenario. De amistoso no tuvo absolutamente nada y está dentro de los episodios más nefastos que recuerda el “Lolo”: “Ese clásico que después terminamos presos no me gusta recordarlo para nada porque hasta mis hijos me lo recuerdan y me lo preguntan y yo no estoy ni ahí con la violencia, pero te queda. Me tocó vivirlo y de esas cosas traté de aprender. Con cosas que pasan por la ira, el fanatismo. No sé qué te lleva a eso. Yo como hincha en la tribuna ni se me pasaba por la cabeza pelearme con alguien y mirá, siendo jugador terminé una noche así. Son episodios del fútbol pero me avergüenzo de haber sido protagonista porque eso no es ejemplo de nada”.

El clásico del 2014 que terminó a las piñas. Foto: Archivo El País.
El clásico del 2014 que terminó a las piñas. Foto: Archivo El País.

Y más allá de esos episodios, la vida y la relación entre Peñarol y el Fabián Estoyanoff está llena de buenos momentos, pero también de mucho amor por parte de la hinchada, sobre todo de los fanáticos más jóvenes: “Para mí es un exceso porque creo que uno no hizo tanto en el club como para recibir tanto cariño. Y así si hubiera hecho tanto, creo que nunca le voy a poder devolver tanto cariño a esa gente con nada. No es culpa, pero creo que no le puedo retribuir a la hinchada todo ese amor. No tengo cómo. Es inexplicable”, contó.

El “Lolo” es referente de Peñarol. Y no solo de las nuevas generaciones de jugadores, sino que de un montón de fanáticos que se identifican mucho con ese jugador hincha: “Creo que principalmente es por mi manera de vivir estos colores y de jugar. Mi manera de jugar es como jugaría el hincha que está en la tribuna o en su casa. De repente estás mirando una jugada y decís ahí me barrería y trancaría con el alma. Y ahí aparezco yo y te hago eso. Mi hermano que también es enfermo de Peñarol me lo dice siempre. Y cuando vos también vivís y palpás el estado del hincha porque llego a casa y están mis hermanos, mis primeros y mis familiares fanáticos del club me dicen vos sabés que en esa jugada yo hubiera hecho lo mismo. Creo que es eso, es como que el hincha se ve un poco reflejado con eso que hago yo y es un privilegio”.

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