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¿Cómo evolucionaron las tácticas desde 1930 hasta 2018?

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Foto: Archivo El País

MUNDIAL

Los sistemas de juego marcaron la historia del fútbol: cómo defender mejor, cómo atacar con eficacia

Ya casi nadie recuerda a Bill McCracken y Frank Hudsperth, pero para la historia del fútbol fueron casi tan importantes como Pelé o Maradona. Eran zagueros del Newcastle United de Inglaterra a comienzos del siglo XX. E idearon el primer achique en la historia de este deporte: supieron aprovechar la antigua regla del offside, que exigía tres rivales entre la pelota y el arco para no caer en posición adelantada. Cuando llegaba el ataque adversario, McCracken corría unos metros hacia adelante y provocaba el fuera de juego.

La International Board advirtió el problema y en 1925 modificó la regla del offside, limitando a dos jugadores entre el delantero y la línea de gol para evitar la sanción.

El método
Uruguay 1930

El equipo celeste que disputó la final de la primera Copa del Mundo jugó un claro 2-3-5: dos zagueros, tres halves y cinco delanteros. Era el esquema predominante entonces.

Ese cambio incrementó la cantidad de goles y cambió la estrategia de los equipos, que por lo general antes buscaban llevar la pelota a las puntas y culminar con un centro atrás para evitar caer en offside. Y al mismo tiempo, revitalizó la figura del centrodelantero de área, en el esquema táctico dominante: el 2-3-5. O sea, dos defensas, tres medios y cinco delanteros.

Se lo conoció también como método. Y fue la táctica preferida de los equipos uruguayos hasta los años 50. Así jugaba, por ejemplo, el Uruguay campeón del mundo de 1930. También el de 1950, aunque ya los llamados entrealas colaboraban más con la tarea en el mediocampo. Como el fútbol uruguayo comenzó a numerar a los jugadores en 1950, eran los identificados con el 8 y el 10. Los zagueros eran el 2 y 3; los halves 4, 5 y 6, los punteros 7 y 11 y el delantero centro el 9.

Evolución. Los sistemas fueron evolucionando constantemente: a cada táctica le apareció una contratáctica. Para controlar mejor al centrodelantero, el técnico del Arsenal de Londres, Hebert Champman, destinó un zaguero “policía”, en una línea de tres defensas. Luego había dos mediocampistas defensivos, dos mediocampistas de apoyo al ataque y tres delanteros. Era un 3-2-2-3, que formaban una WM en el campo, y de esta última forma se lo llamó. En Uruguay, el primero en jugar la WM fue el River de Marcelino Pérez en 1946.

Impacto
Hungría 1954

Con una doble punta de lanza, el desmarque permanente y jugadores de gran calidad, Hungría fue una fuera casi imparable en 1954. Casi, porque perdió la final...

Poco después, la selección de Hungría encontró la forma de romper ese sistema, alineando una doble punta de lanza. Eran tres defensas, dos volantes, tres delanteros retrasados y dos puntas de lanza. Así, fue sensación en el Mundial 54, aunque no campeón.

¿Cómo frenar ese sistema? Brasil, para el Mundial de 1958, llegó con un 4-2-4, reforzando la defensa y el ataque. Se atribuye al uruguayo Ondino Viera buena parte de la idea. Y pronto muchos lo copiaron. Por ejemplo, Peñarol y Nacional de los 60 muchas veces adoptaron esa táctica.

Para el Mundial 1962, los jugadores brasileños estaban un poco más veteranos, por lo cual el puntero izquierdo Mario Zagalo solía bajar a colaborar en el mediocampo: fue el origen casi accidental del 4-3-3.

Transición
Brasil 1962

Brasil 1962 empezó a jugar un 4-3-3 porque necesitaba reforzar el mediocampo, tras ser campeón cuatro años antes con el 4-2-4.

Por entonces, la Copa del Mundo era la pasarela donde se presentaban esas novedades tácticas. Volvió a ocurrir en Inglaterra 1966, cuando el equipo anfitrión estrenó el 4-4-2, eliminando a los punteros (el ataque por los laterales lo hacían los marcadores de punta) y poblando la mitad de la cancha.

Brasil de 1970, uno de los mejores equipos de la historia, adaptó el 4-4-2 con una interesante innovación. El mediocampo estaba formado por futbolistas de creación (Pelé, Gerson, Rivelino y Clodoaldo). En ataque, un hombre netamente de punta (Jairzinho) y un habitual volante jugando de pivote, de espaldas al arco (Tostao).

Revolución. Cuatro años más tarde, en Alemania 1974, llegó la que fue, quizás, la mayor revolución, la de Holanda. Salía con un 4-3-3 clásico, pero todos sus jugadores intercambiaban sus puestos en velocidad, volviendo locos a sus marcadores (entonces predominaba la marcación al hombre). Para defenderse, presionaban con cuatro, cinco o más jugadores al adversario que llevaba la pelota, una red anaranjada de la cual era casi imposible salir. Además, hacían el achique a la perfección, hasta la mitad de la cancha, con lo cual el rival caía en offside apenas iniciaba su ataque.

Lujos
Brasil 1970

Brasil 1970 se paraba con un 4-4-2, pero muy ofensivo: de media cancha hacia adelante todos sus jugadores tenían extraordinaria calidad.

Estos recursos fueron copiados por la mayoría de los equipos, aunque sin la espectacularidad de los holandeses. Que, pese a todo, tampoco fueron campeones.

No hubo novedades tácticas en los mundiales siguientes. La omnipresente televisión terminó con los misterios en la preparación de los equipos. En España 82 Italia fue campeón con una versión “suave” del catenaccio, una táctica que privilegiaba la defensa: estricta marca al hombre, con un líbero ordenando en la zaga; mediocampo poblado con el retroceso de un puntero, velocidad para salir de contragolpe.

En México 1986 Argentina fue campeón con una nueva figura: 3-5-2. A veces se le atribuye la invención a su técnico, Carlos Bilardo, pero ya en la Eurocopa 1984 varios seleccionados jugaron así. Incluso Uruguay intentó hacerlo en ese torneo, sin éxito. Si el rival atacaba con solo dos hombres, no era necesaria la línea de cuatro. De esa forma, se jugaba con dos defensas marcando al hombre más el líbero; los marcadores laterales se adelantaban al mediocampo como “carrileros”, llenando de gente esa zona. Como el perfeccionamiento del entrenamiento físico permitió mayor movilidad y dinámica, los cinco del medio podían retroceder a cubrir la zona defensiva o avanzar al ataque.

Revolución
Holanda 1974

Sobre la base de un 4-3-3 clásico, Holanda aportó cosas nuevas en 1974: rotación permanente, delanteros que defendían y defensas que atacaban y una presión asfixiante sobre el rival.

Desde fines del siglo XX predominó el 4-4-2, seguido por el 3-5-2. Poco a poco regresó el 4-3-3, si bien a los antiguos punteros pasó a llamárseles “extremos”. Al final, muchos equipos comenzaron a prepararse para poder variar la figura incluso en el correr de un partido, adelantando o retrasando jugadores.

La siguiente revolución fue la de España en 2010; en realidad una adaptación del Barcelona de Pep Guardiola. A partir de un esquema tradicional, la premisa fundamental fue la posesión de la pelota, aunque para ello hubiera que hacer mil pases. En la cancha era casi un 4-5-1. Así, se quedó con el Mundial 2010, aunque ganando casi siempre 1 a 0.

Tiki Taka
España 2010

España fue campeón en 2010 haciendo un culto de la posesión. Su dominio de los partidos era casi absoluto, aunque marcaba pocos goles.

Alemania perfeccionó esta idea en el Mundial 2014, añadiendo mayor velocidad y poderío físico. Sin embargo, en Rusia 2018 tanto España como Alemania perdieron su capacidad de generar sorpresa con ese estilo y resultaron tempranamente eliminadas.

El reciente Mundial, que mostró variedad de esquemas tácticos, premió la velocidad en la ejecución. Celeridad para cubrir los espacios en defensa, retrasando muchos hombres, pero también prontitud para pasar al ataque, también con varios jugadores.

El nuevo campeón
Francia 2018

Francia llegó al título en Rusia con un esquema flexible, basado en un 4-2-3-1. No se preocupó tanto por tener la pelota, sino por pasar rápido al ataque cuando la recuperaba.

Un defensa y un nueve fueron las primeras tácticas.

Se afirma que la primera táctica en el fútbol fue el pase. Por supuesto, nadie sabe dónde ocurrió eso, salvo que fue en algún campo de Gran Bretaña durante el siglo XIX, ni quién fue el inventor. Ese iluminado jugador nunca reconocido descubrió que el camino más corto hacia el gol no siempre era rematar desde cualquier lado al arco, sino alcanzarle la pelota a un compañero mejor ubicado.

Hasta entonces, el fútbol primigenio era una diversión anárquica, con todos los jugadores corriendo, pateando la pelota, empujando a los rivales, tratando de convertir los goles. No había reglas, ni siquiera para limitar la cantidad de deportistas en el campo. A partir del pase, en cambio, se inició la lenta evolución del juego.

Poco a poco se establecieron las funciones de los distintos futbolistas. Los más fuertes fueron a la defensa para cubrir mejor su zona, salvo uno, el centrodelantero, destinado por su corpulencia a pelear con los defensas adversarios. Los más ágiles y veloces pasaron a ser los restantes delanteros, buscando cubrir más rápido la distancia que los separaba del arco.

La ambición suprema era, como lo es hoy, el gol, por lo cual casi todos los jugadores eran delanteros. Cuando se decidió que uno debía quedarse cerca de su arquero, para protegerlo, surgió el primer sistema: el 1-9. O sea, un arquero (que no se cuenta en la identificación numérica del esquema), un defensa y nueve atacantes. Como la cancha era grande, hacia 1860-1870 se agregó un mediocampista: 1-1-8.

La historia de las tácticas es la del progresivo reforzamiento de la defensa y el mediocampo. En el último tercio del siglo XIX se comenzó a jugar un 2-2-6. De allí al 2-3-5 había solo un paso.

Esta fue la forma de jugar que trajeron los marinos ingleses que llegaban al puerto de Montevideo en la parte final del 800. Y como los criollos los imitaban, también comenzaron a pararse así en la cancha. El aprendizaje veloz ya había comenzado.

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