MINUTO 93

La imagen de los hinchas de Liverpool que se quedaron largo rato en el campo de juego del estadio Domingo Burgueño Miguel, cuando ya la final de la Supercopa había terminado y los futbolistas se habían ido al vestuario, será difícil de olvidar.

Se instalaron en el arco donde Martín Correa y el juvenil Fabricio Díaz anotaron los dos goles durante el alargue, los que le dieron la victoria al equipo de Cuello y el segundo título de la historia al club de la Cuchilla. Allí se quedaron sacándose fotos y disfrutando de un momento que no querían que se terminara nunca. Y que jamás olvidarán.

“Yo estuve en la noche histórica de Maldonado en que le ganamos a Nacional y nos quedamos con la Supercopa”, le contarán seguramente a sus hijos y nietos y sacarán a relucir las fotos como prueba del asunto.

Claro, salvo que al equipo negriazul se le haga costumbre ganar títulos. Es verdad que esperaron muchísimo tiempo para conseguirlos, pero en seis meses obtuvieron dos copas. Es que la semilla que plantó Paulo Pezzolano y regó Román Cuello se transformó en planta y ha comenzado a florecer.