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Se fueron del estadio tristes y cabizbajos

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Peñarol

“Me arrancaron la ilusión”, dijo uno de los jugadores de Peñarol que iba a jugar por primera vez un clásico.

Los futbolistas de Peñarol observaban lo que sucedía en la tribuna Amsterdam desde las ventanas del vestuario que dan a la platea América. Cada vez que alguien conocido pasaba por allí le preguntaban qué iba a pasar. “¿Se sabe si se juega?”, era la interrogante que se repetía.

Es que ya habían estado en la cancha, calentando e intentaban controlar la lógica adrenalina que tenían en lo previo a un partido tan importante como un clásico.

Desde afuera les llegaban diferentes noticias. Se les contaba que la policía no había tenido el mismo trato con los hinchas de Peñarol que con los de Nacional. Se les aseguraba que casi no se había cacheado a los hinchas tricolores en la Colombes y que se habían llevado a varios de los referentes de la barra de Peñarol detenidos cuando iba a ingresar a la Amsterdam. Y que esa era la razón de los desmanes posteriores. Muchos de los allegados al club, que se encontraban en la platea se preguntaban por qué, si los querían detener no los habían ido a buscar la noche anterior a sus casas. “Si la policía sabe perfectamente donde viven”.

En ese clima, y enterándose a cada rato de una novedad diferente, los futbolistas esperaban por la dilucidación del tema.

Juan Ahuntchain recorrió varias veces el corredor desde el vestuario de los jueces, donde a esa altura se llevaba a cabo la reunión entre los presidentes de los dos clubes, la Comisión de Seguridad de la AUF, autoridades policiales, el presidente de la AUF Wilmar Valdez y los árbitros. A cada rato volvía al vestuario local, donde los jugadores intentaban contener sus nervios para avisarles lo que estaba sucediendo. Las primeras noticias que les dio era que el partido seguramente se iba a suspender. Luego trajo la novedad de que si se evacuaba la Amsterdam se podía jugar el partido.

Los futbolistas querían jugar a toda costa, se habían preparado toda la semana para hacerlo e intentar revertir la situación del equipo. Estaban muy concentrados y enchufados, pero se encontraron con una tarde muy diferente a la que se habían imaginado.

Entonces comenzaron a estar pendientes y preocupados por la gente de la tribuna, donde podían estar algunos de sus familiares o amigos.

Matilda, la beba de Nahitan Nández iba a salir por primera vez con él a la cancha. Seguramente en ella estaba la preocupación del volante.

De todas maneras, apenas se enteraron por boca de Ahuntchain que se podía jugar sin público aurinegro, pensaron que era mejor porque si lo ganaban sin su gente alentándonos podía ser algo hazañoso.

Pero después razonaron y comenzaron a preguntarse qué podía suceder con la gente que se quedaría afuera del estadio. Se consultaban unos a los otros a ver si evacuar la Amsterdam sería lo mejor o no.

Al final, se enteraron de la suspensión. Se quedaron largo rato sentados en los bancos del vestuario intentando entender lo sucedido. Luego se bañaron, y recién a las 19: 00 horas salieron del vestuario rumbo al ómnibus que los llevaría de regreso a Los Aromos. Iban cabizbajos, pero con una tristeza diferente a la que se siente cuando se pierde un partido. Esta vez la historia no se trataba de triunfos o derrotas, era otra mucho mas dura e incomprensible.

“Me arrancaron la ilusión”, dijo al pasar uno de los seis futbolistas que iban a tener su debut clásico.

Esta tarde vuelven a entrenar

El plantel de Peñarol regresará esta tarde a entrenar en Los Aromos. Obviamente, no tendrán libre porque no jugaron y porque aún no se sabe cuando se puede jugar el clásico. La idea de los directivos carboneros es que se juegue el miércoles, aunque sea a puertas cerradas.

Ayer, si se hubiera jugado el partido el equipo de Fernando Curutchet era el siguente: Guruceaga, Silva Perg, Bressan, Gianni Rodríguez, Freitas, Pereira, Nández, Albarracín, Dibble y Junior Arias. Sorprendió que en el banco de suplentes no estuvieran ni Gastón Rodríguez ni Luis Urruti. Los dos atacantes entre los relevos eran Diego Rossi y el paraguayo Gabriel Ávalos.

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Peñarol

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