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Elitista: La Champions a la medida de los grandes

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Foto: AFP.

INFORME

Cada vez menos campeones nacionales definen la vieja Copa de Campeones.

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Imagine el lector una futura Copa del Mundo con algunas selecciones clasificadas de antemano: Brasil, Alemania, Inglaterra, pero también Estados Unidos y China. No por razones deportivas, sino porque aseguran una audiencia televisiva mayor. ¿Será ese el porvenir del fútbol internacional?

La Champions League, el torneo de clubes más rico y seguido del mundo, está siguiendo ese camino. Para la nueva edición, que arrancará con su ronda preliminar en junio, o sea en pleno Mundial de Rusia, y terminará el 1° de junio de 2019 con la final en el estadio Wanda Metropolitano de Madrid, los grandes equipos y las grandes ligas tendrán más ventajas y podrán repartirse más dinero.

Mientras los primeros cuatro de las ligas de España, Inglaterra, Alemania e Inglaterra tienen, por primera vez este año, su lugar asegurado entre los 32 que disputarán la fase de grupos, los representantes de los campeonatos más pobres solo contarán con seis plazas, a conquistar luego de las duras rondas clasificatorias. Hay que recordar que en las diferentes etapas del certamen participan unos 80 equipos en representación de 54 federaciones nacionales.

Y aunque se llame Liga de Campeones, cada vez hay menos participantes que llegan por haber ganado su liga.

Es verdad que todo se organiza de acuerdo a un ranking de clubes y países, que tiene en cuenta los resultados obtenidos en las competencias europeas en los años anteriores, pero al final es un círculo vicioso: los que ganan más partidos obtienen más dinero y con presupuestos más elevados ganan más partidos. De hecho, los cuatro primeros puestos de ese ranking (los ya mencionados: España, Inglaterra, Italia y Alemania) permanecerán incambiados por lo menos hasta la década de 2020.

Según el nuevo formato, otras 16 plazas en los grupos son para el campeón de la Champions, el campeón de la Europa League, los dos primeros de las federaciones quinta y sexta en el ranking de resultados de la UEFA (Francia y Rusia) y los campeones de las federaciones del séptimo al décimo puesto (Portugal, Ucrania, Bélgica y Turquía).

Claro que se permite un máximo de cinco equipos por país, por lo cual si los campeones de la Champions y la Europa League obtienen un lugar en la fase de grupos por el lugar en la tabla de su campeonato nacional (como ocurre ahora con Real y Atlético Madrid) las vacantes son ocupadas por el campeón de la liga décimo primera del ranking (República Checa) y el tercer clasificado de la quinta liga del escalafón (Francia).

Para llegar a esos seis lugares que faltan completar, existen dos vías: los subcampeones de nueve ligas de nivel medio competirán por dos plazas mientras que los campeones de 43 países irán por los cuatro restantes.

Las diferencias económicas entre Real Madrid, Barcelona, Manchester City, Bayern Munich y un puñado más de clubes, con los campeones de Escocia, Polonia, Rumania y tantas otras naciones han vuelto bastante previsibles los partidos de la fase de grupos. Entonces se reduce el número de equipos “pobres” para hacer lugar a más “ricos”.

Superliga. Los cambios, aprobados hace dos años, para entrar en vigencia en este 2018, representan una concesión de la UEFA a los grandes clubes, que estuvieron coqueteando con la posibilidad de organizar por su cuenta una Superliga europea, al margen de la UEFA e incluso de los propios torneos domésticos.

Hace un tiempo, el millonario estadounidense Stephen Ross, dueño de los Miami Dolphins del fútbol americano, se movió para crear una liga cerrada de grandes equipos europeos. Es decir, un campeonato con participantes fijos, sin ascensos ni descensos, como ocurre en la NBA (básquet) o la NFL (fútbol americano). Y sobre todo, sin las limitaciones del fair play financiero, que ponen trabas a los gastos desmedidos en sueldos o transferencias. La idea de Ross quedó congelada, pero la posibilidad de un supertorneo al margen de las federaciones sigue latente.

Los dirigentes de estos equipos no pueden entender cómo el fútbol americano recibe 7.000 millones de dólares por derechos de televisión, cuando sus seguidores son muchos menos que los del fútbol asociación. Los derechos de la Champions se cotizan hasta ahora en “solamente” 1.500 millones.

Más dinero. Para 2018-2019, los representantes de las cuatro grandes ligas serán los españoles Real Madrid, Barcelona, Atlético Madrid y Valencia; los ingleses Manchester City, Manchester United, Tottenham y Liverpool; los italianos Juventus, Napoli, Roma e Inter; los alemanes Bayern, Schalke 04, Hoffenheim y Borussia Dortmund). También están clasificados París Saint-Germain, Mónaco y Lyon de Francia, Lokomotiv Moscú y CSKA de Rusia, Oporto de Portugal, Shakhtar Donetsk de Ucrania, Brujas de Bélgica, Galatasaray de Turquía y Viktoria Plzen de la República Checa.

Otra novedad es que gracias a los nuevos contratos televisivos, la competencia repartirá en la nueva temporada un 45% más en premios. La última edición distribuyó entre los participantes 1.319 millones de euros; en 2019 serán 1.900, incluido un bonus excepcional aprobado por la UEFA que se repartirá en función de los resultados históricos de cada participante en la competición.

Solo por participar en la fase de grupos, cada club cobrará 15 millones, dos más que en la última edición. Y el campeón llevará más de 100 millones.

La Copa Libertadores sigue el ejemplo europeo e incluye cada vez más clubes brasileños y argentinos. Pero se queda muy lejos en los premios: en 2018 el certamen sudamericano reparte 103:850.000 dólares, unos 90 millones de dólares.

Dinero. La sede de cada final de la Champions es fijada de antemano. Se trata de una tradición que viene de la antigua Copa de Campeones y que la Conmebol también pretende copiar para la Libertadores. En el caso de la nueva edición, el Wanda Metropolitano de Madrid fue elegido en septiembre de 2017. El principal competidor fue el estadio de Bakú, pero pesaron las credenciales de Madrid: un aeropuerto cercano, abierto las 24 horas y con cuatro terminales para absorber numerosos vuelos, y la capacidad hotelera de una urbe que recibe más de nueve millones de visitantes al año.

El total del negocio de la final puede ascender a 100 millones de euros. Eso incluye la instalación de un Champions Village, con locales de los patrocinadores de UEFA, a ubicarse junto al estadio, y el Champions Festival, una serie actividades, entretenimientos y música, que se realiza en una plaza céntrica. Todo suma en la caja.

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