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Las diez razones que revelan un estreno de película

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JUEGOS PANAMERICANOS

La Celeste mostró una revolución en su juego: un doble cinco intenso y creativo y mucho poder de ataque.

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Hay una unidad. Se aprecia con facilidad al realizar un simple repaso a la forma en la que se constituyen los mediocampos. En la Selección absoluta, en la Sub 20 y ahora también en la Sub 22 la idea es imponer una revolución en el juego de Uruguay. Y lo mejor de todo es que se está logrando.

Queda claro que hay una voluntad expresa. Pero lo que llama la atención es que los futbolistas también empiecen a consustanciarse de ese nuevo modelo. Es real. Visible. Los viejos pilares del fútbol de contención en el eje central del campo no se abandonan, pero se desplazan un poquito para dejar crecer una raíz futbolera más creativa. El doble cinco gesta juego y engaña con sus movimientos, adoptando el papel protagónico en el armado de las jugadas, transformándose en líderes que impulsan con sus pases y sus filtraciones entre los mediocampistas rivales para que el equipo todo se adelante.

Hay un propósito. Y una unidad en el estilo. Los zagueros se pliegan a ello. Se animan a esperar, a buscar un pase seguro. Y aparece un enganche que toma decisiones rápidas, que si la jugada lo demanda gira y mete sin demora alguna un pase a espaldas de los zagueros para poner en carrera al delantero que pica con una velocidad increíble.

La Celeste que debutó en los Juegos Panamericanos de Lima mostró muchos trazos de lo que viene en Uruguay. Fue un estreno de película, con final feliz por el resultado, pero con muchas escenas entusiasmantes y convincentes de que va a quedar mucho para recordar. Fue un estreno de película. Y se comprobó que hay futuro, porque el trabajo es muy serio.

Repasemos, entonces, las diez razones que evidenciaron una puesta en escena de gran categoría.

1 Presión alta. De movida y hasta el momento que se entregaron las seguridades en el marcador, la Celeste de Gustavo Ferreyra ejerció una presión alta que fue determinante para marcar el trámite del partido. Se jugó donde Uruguay quiso. Con orden, sentido colectivo y buena organización, el combinado charrúa evitó que Perú administrara su juego desde el fondo, obligando incluso a que tuvieran que tratar de saltar esa línea con un pelotazo largo y cruzado. Que, por cierto, no tuvo efecto.

2 Gran doble 5. La primera sociedad del éxito se formó en la mitad de la cancha con el fenomenal trabajo que hicieron Francisco Ginella y Facundo Waller. Que se hayan alternado en la organización del juego fue una gran virtud, especialmente porque ambos exhibieron una singular tranquilidad para manejar los tiempos del partido. Mucha técnica de engaño para girar y volver a girar a la espera de encontrar el espacio adecuado para iniciar la jugada de ataque. Ambos, además, estuvieron efectivos en los anticipos y los cierres.

3 Variantes ofensivas. Además de generar juego con la buena distribución de los dos volantes centrales, la Celeste fue inteligente para no repetirse en la toma de decisiones. Cuando fue necesario sacar el balón rápido para aprovechar la velocidad de Darwin Núñez se hizo a la perfección. Además, el equipo no tomó como referencia absoluta profundizar su juego por un único pasillo exterior. Por el contrario, se alternó la ofensiva para que generara sorpresa.

4 Transiciones rápidas. Tanto para ir hacia el campo rival como para generar el retroceso una vez que la pelota pasaba a ser controlada por Perú, Uruguay cambió el ritmo. Fue notorio el sacrificio de Federico Martínez y de Joaquín Piquerez en el ida y vuelta y también la manera en la que se posicionó la figura táctica para impedir que se provocara una grieta entre las dos líneas defensivas.

5 Marca agresiva. Para mandar en la cancha y ejercer hasta un dominio territorial, a la presión alta se le agregó agresividad en la marca. Se fue con decisión para robar el balón y se consiguió muchas veces. Hubo actitud generosa de todos los jugadores y determinación para ir por el balón poco después de haberlo perdido.

6 Buena lectura del DT. En un pasaje del segundo tiempo Perú empezó a utilizar de mejor forma la banda derecha de su ataque porque perdió repetidamente Maximiliano Araujo ante Kevin Quevedo y Gustavo Ferreyra ejecutó los cambios que borraron el problema. El ingreso de Martín Barrios y el traslado a la banda de Waller tuvo gran trascendencia en la nueva superación celeste en marca.

7 Un enganche. Libre, en la línea de tres jugadores que se colocaron por detrás de Darwin Núñez, Uruguay tuvo un futbolista que demostró la importancia de tener un talentoso que desequilibre tanto con la jugada individual como con el pase medido. Leonardo Fernández fue el eje de la máquina elaboradora de fútbol, retrocediendo para recibir y descargar o acelerando y frenando para dejar a sus marcadores desairados. En ocasiones, sus enganches generaron malestar en los adversarios, que terminaron golpeándolo después de quedar en posición ridícula. Su pegada también fue ponderable, pero esta vez por la manera en la que habilitó a Darwin Núñez más que en la ejecución de una pelota quieta.

8 Toques de primera. A un buen corte y su posterior toque a un compañero mejor ubicado supo seguirle también un nuevo pase de primera para una diagonal o un desborde. La triangulación rápida le permitió a Uruguay fabricar varias jugadas de gol. El mejor ejemplo de la tarea coordinada y efectiva se vio en la conquista de Leo Fernández, porque al corte de Francisco Ginella y su pase a Joaquín Piquerez le siguió una entrega veloz para Darwin Núñez y una todavía más rápida (con lujo incluido) para el ingreso del mediocampista en posición clara para definir. Golazo.

9 Intensidad. El partido se jugó a un gran ritmo, marcado en líneas generales por la Celeste, especialmente en la primera mitad donde no hubo rubro en el que Uruguay no se impusiera. Esta vez se siguió buscando el arco de enfrente, quizás en pasajes siendo más directo, pero tomando distancia de la postura conformista por el 2-0 a favor. Si no se mejoró el marcador fue por el desempeño que tuvo el arquero Carlos Caceda. Si hubo un jugador destacado en los anfitriones fue su guardameta, responsable de evitar la goleada.

10 Fortaleza. Ni el debut en el torneo, ni el hecho de tener que enfrentar al equipo dueño de casa con el respaldo de su gente provocó que Uruguay se viera afectado en lo psicológico. Se cumplió a rajatabla con el libreto prácticamente desde el pitazo inicial y, obviamente, el avance de los minutos los fue consolidando porque comprobaron que estaban siendo los dueños del cotejo.

Cada uno de estos aspectos fueron entregando las mejores imágenes del primero partido de la Selección uruguaya en los Juegos Panamericanos.

La victoria es innegablemente estimulante para los futbolistas, pero mucho más debe ser para la afición comprobar que hay una renovación de la vieja guardia charrúa. El ADN siempre va a estar y, la verdad, el nuevo modelo pinta muy bien.

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